sábado, 30 de julio de 2016

Después de Humala, lecciones personales

http://larepublica.pe/impresa/opinion/789471-despues-de-humala-lecciones-personales
La República
La mitadmasuno
29 de julio 2016
Juan De la Puente
El gobierno de Ollanta Humala y especialmente el modo en que ha concluido ofrece tendencias que deberían ser aquilatadas por los actores políticos del quinquenio que se inicia. No expresan una receta plana de lo que no debe hacerse pero resumen lecciones sobre el ejercicio personal del poder o el desempeño de la cuota que le corresponde a cada figura en este sistema político informal y precario.
Las guerras personales. Humala fue uno de los perjudicados con la guerra política en la que se trabó los últimos años de su mandato, y que tuvo al otro lado a Alan García y al Apra. El gobierno se empeñó en organizar frente a García una poderosa ofensiva a la que este respondió con una movilización personal y social de igual envergadura. La intensa lucha desgastó a ambos limitando al gobierno posibilidades de acción y proyección y resucitando frente a García el viejo encono político añadido al nuevo anti.
El antialanismo y el antihumalismo fueron la personalización de una disputa que pudo trascurrir en un contexto más institucional y sin que por ello pierda su esencia de denuncia y competencia. Su resultado fue la anulación de los dos grandes contradictores. El país no ha premiado la animadversión excesiva y la ojeriza y, al contrario, ha gratificado con sus votos a los líderes que ubicándose en la oposición no han llevado esta condición al extremo. De cara al futuro, quienes aspiren a liderar la oposición al actual gobierno deberán reparar en que no es sutil la diferencia entre oponerse al gobierno y oponerse personalmente a quien lo encarna.
El valor del liderazgo. En cambio, si la opinión pública cuestiona el encono personal extraordinario, valora la entrega personal del líder en un código positivo y audaz. Los sondeos realizados los primeros meses del gobierno de Humala, a la mitad de su mandato y en su última etapa están cruzados por un reclamo recurrente que no se apreció en sus antecesores: liderazgo. Especialmente frente a dos reclamos, la crisis de la seguridad y la perdida de velocidad del crecimiento, Humala evidenció falta de temple, iniciática y palabra oportuna, y a este punto se asocia también el desempeño de la ex Primera Dama Nadine Heredia, protagonista inhibidora del liderazgo de su esposo.
Es probable que esta percepción no se refiera finalmente solo a su comportamiento individual sino también al talante de sus ministros y al silencio público de la mayoría de ellos. Sin embargo, como en todo régimen presidencialista, es la jefatura del Estado el crisol donde se queman las legitimidades incluso si el equipo falla más que el Presidente. En adelante, Humala lo enseña, el liderazgo exige una actitud personal decidida e inconfundible que no podrá barnizarse recurriendo a la tesis de la delegación, especialmente en los dos mismos ámbitos, seguridad y economía.
Lealtad personal. Humala termina su mandato en casi completa soledad, sin parlamentarios en ejercicio que defiendan su legado en los próximos años, sin un partido activo que luche contra la adversidad y sin un entorno propio. Las causas de esta soledad no pueden atribuirse solo a la labor de los opositores; en gran medida es el resultado de una pésima gestión partidaria, el maltrato de sus más fieles seguidores y la poca pericia para combinar el ejercicio del poder con la vigencia de un grupo humano cohesionado por lealtades principistas y por supuesto personales.
El cuadro de un presidente denostado por sus vicepresidentes y obligado a asumir su defensa es una reincidencia republicana y la evidencia de que hasta el ejercicio más personalista del poder exige una conducta colectiva y el respeto de las militancias. En el futuro, los líderes deberán saber que el abuso de poder partidario o la subestimación del papel que juega en la política nacional la vigencia activa de un estado mayor, es letal. Los políticos que entran al poder con partidos aun así sea pequeños no pueden salir solo de él. Conservar un partido es más fácil que construirlo otra vez.

El fujimorismo en tres tiempos

http://larepublica.pe/impresa/opinion/787610-el-fujimorismo-en-tres-tiempos
La República
La mitadmasuno
22 de julio 2016
Juan De la Puente
En la discusión sobre el fujimorismo se diferencian hasta tres visiones; 1) la que afirma que no ha cambiado, mayoritaria en la elite política; 2) la versión propia de Fuerza Popular, que sostiene que ha evolucionado, puesta en duda por lo sucedido antes de la segunda vuelta electoral; y 3) la que reconoce lentos cambios, en el largo plazo, sobre todo hacia afuera y en su relación con la sociedad, una visión que se abre paso en la academia.
Este debate se traslada al interior del fujimorismo como dilemas y crecientes matices; el corte entre albertistas y keikistas es solo uno de ellos y no parece ser ya el más importante; otros dos cortes son muy sugerentes: el primero entre los fujimoristas de abajo más conservadores y resistentes al cambio, y la elite más permeable al juego político; y el segundo corte, entre los fujimoristas institucionalistas, militantes o no de Fuerza Popular, y los recién llegados a los comités partidarios y al Congreso, con un juego muy propio.
Estos cortes relativizan la presentación del fujimorismo como un todo pulido y acabado, un objeto ya conocido al que solo hay que redescubrirlo cada 5 años, cuando en realidad es un proyecto inacabado, claramente en tránsito, un proceso acentuado en las últimas elecciones. Estos dilemas viejo/nuevo o cuanto viejo/cuanto nuevo serán cruciales en el próximo quinquenio en el que los seguidores de Keiko Fujimori tendrán la mayoría del Congreso y sin duda gravitantes para sus expectativas el 2021.
Si el fujimorismo fuese una formación partidaria cohesionada de acuerdo con los estándares clásicos estos temperamentos serían menos gravitantes. Resulta sin embargo que más que un partido es un movimiento, una pesada cruz que deben de cargar los grupos herederos del autoritarismo y/o populismo, obligados siempre a rendir tributo a la tendencia social que encarna y condiciona discursos y programas.
Estos cortes internos están jalonando a Fuerza Popular. La designación de Luz Salgado, un claro punto de unidad interna, como Presidenta del Congreso, fue la apuesta por una conducción al mismo tiempo opositora y abierta del Parlamento, una visión macropolítica de la relación con el gobierno. Pero esta decisión ha sido seguida por dislates personales arriba y desbordes abajo, como la marcha por el indulto a Alberto Fujimori.
El fujimorismo se debate entre la macro y micropolítica; algunos de sus voceros expresan lo segundo, como el que acaba de protagonizar un enfrentamiento con el Frente Amplio acusándolo de terrorista. Sin embargo, más allá de los insultos, la tensión macro vs micro también legitima el juego propio y la narrativa autónoma que han empezado a construir las nuevas tendencias de su numerosa bancada.
El carácter conservador y plebeyo del fujimorismo es incuestionable, pero parece estar en disputa su relación definitiva con el régimen político vigente y con el modelo, o con una parte sustantiva de este. Las narrativas que se abren podrían llevar a caminos irreversibles; he leído por lo menos dos columnas (Cecilia Valenzuela y Patricia Teullet) horrorizadas por la crítica fujimorista a PPK por su relación con las grandes empresas; al mismo tiempo, otros parlamentarios de Fuerza Popular han militado los últimos años en la ortodoxia económica, y no son pocos los que respaldan el proceso de descentralización y se integran en otro de los cortes que exhibe su bancada, entre provincianos y capitalinos.
Ante la ausencia de un estado mayor fujimorista esta evolución tiene plazo fijo porque estará condicionada al desempeño del Parlamento en el próximo quinquenio. Las opciones de este proceso son todas posibles, desde una reivindicación simple y llana del pasado hasta los parecidos con el peronismo. En cualquiera de las opciones, el fujimorismo y el Congreso necesitan orden, tanto como para colaborar como para oponerse al gobierno y el primer llamado a garantizar ese orden es Fuerza Popular. El exceso de micropolítica puede ser su perdición; puede gratificar al protagonista, pero siempre pasa factura a los partidos.

sábado, 23 de julio de 2016

Parlamento, majestad y borrasca. Orden y calidad.

Por Juan De la Puente
Concuerdo con que los sucesos durante la juramentación de los congresistas 2016-2021 opacaron un tanto la solemnidad del inicio de sus funciones y, como dice mi amigo Jorge Bruce, debió respetarse la majestuosidad del Congreso. Dicho esto, históricamente el Parlamento se ha movido entre esta majestuosidad y la borrasca en una relación en que han sido más solemnes los congresos de las etapas menos críticas o más monocordes; y, al revés, fueron menos “majestuosos” los parlamentos más polarizados.
Esto se explica desde la teoría de la representación, una de cuyas constantes son las convenciones constitucionales, tanto en el modelo clásico británico de la supremacía parlamentaria (en ese caso el Parlamento sí es “soberano”, en nuestro caso no) como en los sistemas presidenciales. De acuerdo a estas convenciones, el Congreso no solo acuerda (leyes), sino que realiza una función ininterrumpida: debate, acuerda, controle; y vuelve a debatir, acordar y controlar. Esta convención hace del Legislativo una institución compleja, dividida e inestable por naturaleza.
El acto reciente indica que tendremos un Parlamento con una mayoría arrolladora (Fuerza Popular) y una minoría activa (Frente Amplio). En ese sentido se parecerá al Congreso 1995-2000 más que a cualquier otro de los que tuvimos entre los años 2001 y 2016.
Si algún grupo debe evitar que se repita esa experiencia, es el fujimorismo, porque el acto de juramentación del 22 de julio anuncia los emplazamientos: la mayoría poco tolerante usando el número para aplastar a la minoría –ejemplificados por las rechiflas a Marisa Glave e Indira Huilca- y una minoría que pugna por su derecho a ejercer la representación. Esa película ya la vimos.
En la juramentación se ha evidenciado también que las respuestas del fujimorismo al Frente Amplio es asociar a esta con el terrorismo, otra reacción propia de los noventa. Hace días fue un punto de vista de Héctor Becerril pero parece que hay un contagio en marcha de esta posición equivocada, aunque en el fujimorismo se aprecian dos posiciones, un comportamiento más tolerante con las otras bancadas y un núcleo radical.
En ese contexto, es relativa la llamada majestuosidad del Congreso y adquiere más importancia la tolerancia y el sentido liberal de la competencia política. En la Asamblea Constituyente de 1978 hubo al mismo tiempo borrasca y contenido y un ningún momento se le ocurrió a VR Haya de la Torres o a Luis Bedoya Reyes disciplinar a la izquierda para mantener el orden.
Me parece legítimo que los parlamentarios juren por el indulto a Fujimori, por Haya, Belaunde, por su madre, por lo animales o por los padres de la patria. Si a alguno la parece que eso es un error debería recordar los tres principios básicos e históricos de la representación parlamentaria: 1) los diputados representan a todo el pueblo; 2) Los diputados no están sujetos a mandato imperativo; y 3) La elección debe realizarse periódicamente. Estos tres principios fueron acogidos a los nuevos parlamentos representativos de los siglos XIX y XX.
Siendo el juramento un acto político no entiendo porque impedirle a los legisladores expresar sus ideas así no estemos de acuerdo. El problema es otro y consiste en que el Congreso peruano ha restringido el espacio para el debate de modo que los legisladores deben encontrar otros espacios para este intercambio: la prensa, el acto público, las comisiones y las redes sociales.
Al Congreso no le falta orden sino calidad. Algunos medios señalan que fue un estadio y si es así me pregunto si el problema no serán también las reglas de juego. El anterior Reglamento era pro debate y el actual anti debate.
La otra reflexión que me motiva la bronca de la reciente juramentación es el de los contenidos. Una cosa es un Parlamento borrascoso con contenidos y otra sin temas de fondo. Este es un desafío para todos, incluyendo el Frente Amplio porque es preciso recordar que el Congreso es un espacio democrático donde la carne tiene hueso y donde hay que pactar pero también acordar. En este punto queda claro que vamos hacia tres dualidades: PPK tendrá dos oposiciones firmes (FP y el FA); la izquierda hará igualmente dos oposiciones (a PPK y a FP); en tanto el Fuerza Popular puede quedar jaqueado por una presión del Ejecutivo y una interna. En esto es también inédita la ruta que empezamos a recorrer. ¿Es un todos contra todos? Por ahora no, es un varios contra varios.

viernes, 15 de julio de 2016

Políticos, tecnócratas y tecnopolíticos

http://larepublica.pe/impresa/opinion/785656-politicos-tecnocratas-y-tecnopoliticos
La República
La mitadmasumo
15 de julio de 2016
Juan De la Puente
La posibilidad de un gabinete con varios economistas ha disparado la alarma respecto de la necesidad de empoderar en el gobierno a políticos más que a técnicos. Se reproduce así el debate abierto hace un cuarto de siglo cuando Alberto Fujimori diseñó un gobierno con mayoría de independientes que eran, al mismo tiempo, tecnócratas.
No podemos quedarnos en esa discusión porque desde entonces los políticos son menos políticos y los tecnócratas menos técnicos. Los primeros escasean, se atrincheran en los partidos llamados tradicionales que tuvieron poco éxito en las elecciones del 10 de abril, y su existencia está amenazada tanto por reglas de juego que hacen del dinero el elemento decisivo de la formación de la representación, como por la falta de renovación partidaria. Un dato podría servir para ilustrar el caso: Fuerza Popular, PPK y el Frente Amplio concentraron el 80% de votos en las elecciones de abril; en conjunto estos tres grupos tienen 15 mil militantes, pero les ganaron a partidos que juntos superan fácilmente el millón de militantes.
Los tecnócratas han evolucionado. Un profesional con algunos años en el Estado en un puesto de responsabilidad, ya es un tecnopolítico, practica los ritos del poder dentro del gobierno y fuera de él ha sabido acercarse a los proyectos partidarios. Así, lo central en las comisiones de plan de gobierno de los grupos que compitieron en las últimas elecciones fue la “importación” de especialistas, una realidad especialmente apreciable en las áreas de economía, seguridad, políticas sociales, energía y ambiente.
La cancha de la política es ahora más precaria pero más grande y con más actores que compiten con éxito con los políticos “clásicos”. Esta realidad desborda las clasificaciones teóricas igualmente clásicas que separan políticos de técnicos. Fuera de los “puros”, tenemos políticos cooptados para cada elección; políticos sociales-demandantes, activos en la base del sistema; políticos intelectuales-reflexivos que en el esquema de Antonio Gramsci serían los intelectuales no orgánicos, y los tecnócratas-hacedores, que son los tecnopolíticos.
Estos últimos gobernarán desde el 28 de julio y PPK es su emblema; él es una especie de padre de la tecnocracia peruana que ha evolucionado a tecnopolítica y que ha llegado a la presidencia con audacia y suerte, usando como vía una especie de alianza público-privada, un grupo que más que una facción, es una ecuación.
Dicho esto, es cierto que el próximo período demandará cualidades especiales a los líderes del gobierno, entre ellas tratar con un Congreso mayoritariamente opositor y una sociedad demandante de derechos. No creo sin embargo que estas habilidades requeridas sean las de los llamados “operadores políticos”, término llegado de Argentina y que designa a quien actúa por encargo, no es elegido, trabaja en las sombras y ejerce el toma y daca con discreción.
Considerando las demandas acumuladas, no necesitamos esa forma de hacer la política sino una gestión de acuerdos en público. Al nuevo gobierno no se le debería pedir maña sino transparencia. Por lo mismo, aparece como una primera gran omisión que PPK no realizara el llamado a un acuerdo explícito y preciso sobre tres o cuatro grandes temas de la agenda pública y prefiera jugar exclusivamente en la cancha del Congreso.
El desafío para los economistas en el gobierno, y por supuesto no solo para ellos, es ponerle fin al piloto automático de la economía y reconciliar un nuevo ciclo de crecimiento con la vigencia de instituciones reformadas y eficaces. Es un desafío paradójico que se le impone a un conjunto de especialistas que, precisamente, sostuvieron lo contrario los últimos 16 años, aunque también es cierto que los políticos al frente de gobiernos y gabinetes no han cumplido esa tarea durante tres gobiernos constitucionales. Será como poner a los militares a desmilitarizar, una función que en algunas experiencias de la región ha sido cumplida a cabalidad y en otras no.

Profecías sobre el Congreso y el Gobierno

http://larepublica.pe/impresa/opinion/783689-profecias-sobre-el-congreso-y-el-gobierno
La República
La mitadmasuno
8 de julio de 2016
Juan De la Puente
El venidero gobierno de PPK ya es objeto de análisis en posición adelantada con juicios muy debatibles sustentados en sentidos comunes que merecerían más rigurosidad y método. Dos de estas profecías que deberían ser revisadas son:
1.- El Parlamento bloqueará al Gobierno. Esta aseveración se basa en la supuesta existencia del Check and Balances en nuestro modelo político, capaz de inmovilizar a uno de los poderes. La verdad es que tenemos separación de poderes, pero sobre este no opera un sistema puro de frenos y contrapesos, una realidad en la mayoría de países de la región. Desaparecido el bicameralismo, el equilibrio y el contrapoder se han deteriorado y lo que existe es un modelo de colaboración forzada de ambos poderes en el que siempre es posible una política agresiva, pero no durante todo el tiempo y en todo, como lo demuestran los períodos 2004-2005 (Ántero Flores) y 2015-2016 (Luis Iberico).
En nuestro modelo, el poder de veto del Presidente es muy moderado, al punto que solo la mitad más uno de congresistas puede validar una norma observada por el Jefe de Estado (Ley del retiro del 95% de AFP, por ejemplo). Al mismo tiempo, el Congreso debe aprobar el presupuesto enviado por el Gobierno so pena de que se ejecute el proyecto del Ejecutivo, el mismo que también tiene a la mano los Decretos de Urgencia. Luego, es muy limitado el número de censuras de gabinetes –dos– como condición para su disolución, y aunque el Congreso inventó el voto ámbar, que deja en el aire la investidura del gabinete, no puede abusar de este mecanismo “trucho”.
Quedan otros mecanismos de control político. El más frecuente es el control posterior; otras formas más letales como la interpelación y censura de ministros (control punitivo) y el control de los actos en el momento de su ejecución (control concurrente) no son frecuentes.
2.- El fujimorismo puede gobernar desde el Parlamento. Eso es imposible en términos positivos salvo que se arribe a un acuerdo bipartito expreso de Gobierno. Sí debe reconocerse que los congresos con mayoría opositora tienen la capacidad negativa de influir en la formación del Gobierno como de hecho sucede con la designación del primer gabinete de PPK, en el que se está cuidando de presentar ministros muy enfrentados a Fuerza Popular.
El asunto de fondo es la representación. El Presidente es elegido en segunda vuelta y el Congreso en la primera; ello define dos tipos de representación: la del Presidente, más plural y de intereses más integrados, y la del Parlamento, más directa respecto de intereses específicos.
Esto no impide que el Congreso apruebe las normas que considere y en el número que crea conveniente, aunque también es cierto que un exceso de leyes “muy propias” contrarias al Gobierno terminaría perjudicando a los dos poderes habida cuenta que ambos, y no solo el Gobierno, son débiles. A pesar de ello, la ejecución de un programa parlamentario propio y adverso al Ejecutivo siempre es posible, pero de modo limitado.
La verdad es que nuestro Congreso está hecho para colaborar y el rediseño que de él hizo el fujimorismo en la Constitución de 1993 eleva el costo político de una dictadura parlamentaria o la conversión del Gobierno en un protectorado del Congreso.
Nuestro modelo se acerca más al indirizzo político, el sistema italiano extendido en parte de Europa que consiste en confiar la dirección política del quehacer público al impulso del Ejecutivo, un sistema que en nuestro caso obligó a coaliciones de Gobierno tácitas o expresas en los casos de Toledo, García y Humala.
El fujimorismo usará obviamente la regla de mayoría contra el Gobierno y su oposición interna, pero este uso tendrá que ser extremadamente limitado; lo que podría salir de ese proceso, por lo menos en su primera etapa, son dos poderes moderados cuyos problemas estarán sobre todo en la calle. En pocos meses, el Congreso y el Gobierno quizás tengan el mismo problema de legitimidad social si no se atreven a las grandes reformas.

La prensa y los traidores a la patria

http://larepublica.pe/impresa/opinion/781622-la-prensa-y-los-traidores-la-patria
La República
La mitadmasuno
1 de julio de 2016
Juan De la Puente
Dedicado a Rosana Cueva y al equipo de Panorama.
Un viejo truco del poder es la denuncia por traición a la patria. Hace 20 años, el 7 de enero de 1996, publiqué en La República una denuncia contra el entonces Ministro de Defensa, Víctor Malca Villanueva. La nota resultó de una valiente información de un general de la FAP que a su vez me refirió a un abogado civil del Ministerio de Defensa que me proporcionó mayores detalles.
La nota denunciaba las presiones a la FAP por parte de Malca y de la cúpula militar, con Montesinos a la cabeza, para aligerar la compra aviones MIG29 a Bielorrusia. La denuncia develó la operación mafiosa. A las pocas horas, Malca fue cesado y enviado como embajador a México, y aunque la compra por 200 millones de dólares finalmente se hizo, la operación fue puesta bajo las luces de la prensa. La Unidad de Investigación de La República con la dirección de Ángel Páez se encargó del tema y durante tres años produjo la indagación más profunda sobre corrupción en la compra de armas en A. Latina.
Antes de su cese, a través de un periodista asesor de su despacho, Malca intentó seducirnos al suscrito y al editor del Suplemento Domingo, Roberto Ochoa, ofreciéndonos vuelos recreativos en aviones de guerra. Al ser rechazado, el ofrecimiento se trocó en amenaza: “Pueden ser denunciados por traición a la patria porque el conflicto con Ecuador no se ha cerrado”.
Los años siguientes, Páez fue hostigado por la llamada “prensa chicha” y motejado de traidor. Sin embargo, al final de la historia se demostró que ellos fueron los traidores. Varios militares fueron sentenciados por este caso, a Malca (prófugo desde el 27 de diciembre del 2000) se le detectaron movimientos bancarios por 17 millones de dólares y Nicolás de Bari Hermoza fue condenado por apropiarse por lo menos de 21 millones de dólares en la compra de armas. La Comisión Investigadora de Delitos Económicos y Financieros, designada por el Congreso y presidida por Javier Diez Canseco, concluyó en junio del 2002 que durante el conflicto con Ecuador –entre 1994 y 1998– cometieron actos de corrupción en la adquisición de armamento y equipo de las FFAA precisamente quienes eran los llamados a garantizar la Defensa y la Seguridad Nacional.
En una dimensión legal más grave sucede ahora con el equipo que produce el programa Panorama de Panamericana TV, dirigido por Rosana Cueva. El Ministerio de Defensa la ha denunciado por “revelación de secretos nacionales”, a ella, a Karina Novoa y a Jorge Ipanaqué, intentando que se les aplique un artículo del Código Penal que pertenece a un capítulo denominado Atentado contra la Seguridad Nacional y Traición a la Patria que un estudiante del primer curso de Derecho Penal sabe que no se aplica a la labor periodística.
Este delito, lo señala la doctrina, requiere de varios requisitos: 1) que haya un secreto; 2) que sea “nacional” (no todo lo militar es nacional); 3) que exista un interés real de la República por guardarlo; y 4) que sea evidente el propósito innoble o de lucro al momento de revelar la información, de modo que en efecto se ponga en riesgo el valor jurídico de la Seguridad Nacional.
Este valor jurídico es delicado y no resulta del capricho de rotular toda actuación castrense como secreto. Sobre este punto existe vasta jurisprudencia del Sistema Interamericano de DDHH, de nuestro Tribunal Constitucional (STC N°0012/2006/AI) y el fallo ejemplarmente doctrinario de la Corte Suprema respecto de la contienda de competencia sobre el caso del traidor suboficial de la FAP Víctor Ariza (Resolución N° 37/2009 Sala Penal Permanente).
Si no están acreditados los elementos de un delito tan reprobable, que requiere que los autores comprometan con su conducta la seguridad del Estado, la paz y la dignidad de la Nación, queda como sospecha que lo que se pretende es humillar, amedrentar, vengarse de la prensa por el efecto de otras denuncias y fijar precedentes para futuras investigaciones. Demasiado burdo.

miércoles, 6 de julio de 2016

Secreto, Defensa Nacional e interés público. El caso Panorama.

Por Juan De la Puente
Secreto no es lo que tú quieres, lo que yo quiero o lo que quiere el Estado o alguna autoridad. Los secretos son materia de regulación en un orden democrático. Son colectivos (nacionales) y privados. La ley establece procedimientos para resguardarlos y esta labor se hace más compleja en el caso de los secretos nacionales o mal llamados “de Estado”. Felizmente, a diferencia de hace 100 años, lo que es un secreto nacional ya no corresponde a la discrecionalidad de las autoridades y en eso el país ha avanzado de la mano del artículo 5° de la Constitución sobre la transparencia de la información del Estado y su ley de desarrollo constitucional.
El debate sobre la acusación de los periodistas de Panorama, de Panamericana TV, nos devuelve al debate sobre el “secreto de Estado”. El último reducto de ese secretismo son las FFAA que pretenden ensanchar el natural secreto que rodea a la Defensa Nacional a casi todos los actos castrenses.
Tengo un respeto patriótico por las FFAA y por eso creo que las perjudicadas con esa tendencia a absolutizar el secreto son ellas mismas. Si queremos ayudarlas librémoslas de las práctica corruptas que se esconden tras el secreto.
1.- Sostengo, en relación a la denuncia del Ministerio de Defensa (MINDEF) contra los periodistas Rosana Cueva, Karina Novoa y Jorge Ipanaqué por la supuesta infracción del artículo 330° del Código Penal, un artículo del Código Penal que pertenece a un capítulo denominado Atentado contra la Seguridad Nacional y Traición a la Patria, que es un claro abuso de poder y reitero que un estudiante del primer curso de Derecho Penal sabe que ese artículo no se aplica a la labor periodística.
2.- El mencionado artículo 330° señala en su tipo básico: “El que revela o hace accesible a un Estado extranjero o a sus agentes o al público, secretos que el interés de la República exige guardarlos, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de cinco ni mayor de quince años”.
3.- El tipo objetivo de este delito, es decir, sus características reclama varias condiciones: 1) que exista un secreto definido de acuerdo a las leyes vigentes; 2) que este secreto sea “nacional”; y 3) que exista un interés de la República porque permanezca como tal. Estos elementos no son caprichosos. El Comercio publica hoy (6.7.2016) información relevante proporcionada por especialistas que abundan en el concepto de “secreto”, siendo el requisito esencial de su existencia que una resolución lo considere como tal y se inscriba de ese modo en un registro correspondiente.
4.- Queda claro que la condición de secreto no lo decide ni siquiera discrecionalmente una autoridad sino que adquiere esa condición en base a un procedimiento pre establecido. Preciso ahí que desde el artículo 5° de la Constitución, el secreto es una excepción y que la información pública es la regla general.
5.- Hay más sobre la relación entre el secreto y la defensa. No todo secreto militar es secreto nacional, no todo secreto está relacionado con la Defensa Nacional, no es lo mismo Defensa Nacional que orden interno, y finalmente no todos tenemos las mismas restricciones ante los tópicos reservados. El Tribunal Constitucional, cuando el año 2006 analizó una demanda de inconstitucionalidad interpuesta por el  Colegio de Abogados de Lima contra el Decreto Legislativo N.° 961, Código de Justicia Militar Policial (STC N°0012/2006/AI) dejó sentada jurisprudencia sobre varios aspectos de este norma y del Código Penal.
6.- En la disputa planteada en este caso entre el CAL y el MINDEF, este interpreta el artículo 330° del Código Penal así: “Secretos de Estado, revelación: aquella conducta mediante la cual el agente obra por lucro o cuando hace accesible a un Estado extranjero secretos que el interés de la República exige guardarlos. El TC no contradice esta definición y en cambio precisa que el orden interno es concurrente, complementario y subsidiario tanto del orden público como de la Defensa Nacional, que consiste en aquella situación de normalidad ciudadana que se acredita y mantiene dentro de un Estado, y que el orden interno es sinónimo de orden policial. Como se ve, aquí no hay una visión de sinónimo automático entre el secreto y Defensa Nacional y que el artículo 330° está hecho para las FFAA.
7.- Hay más, en la contienda de competencia sobre el caso del traidor suboficial de la FAP Víctor Ariza (Resolución N° 37/2009 Sala Penal Permanente), la Corte Suprema define como secreto militar el ámbito referidos a los medios de defensa del país. No todo secreto es sobre la defensa.
8.- ¿A quienes se aplicaría el artículo 330° según esta jurisprudencia? De hecho no a los militares y policías que ya tienen su fuero para los delitos de función como lo ha demostrado el caso Ariza, sino a civiles que revelen un secreto que la República –no un sello- crea que lo es con arreglo a ley. ¿Quiénes son la República? Supongo que no se me dirá que es el MINDEF; la Republica son sus órganos constituidos (antes llamados poderes) que proceden de acuerdo al pacto republicano; gobierno elegido, gobierno alternado, gobierno previsible y gobierno responsable.
9.- Sería un retroceso para la legalidad que triunfe la idea de que en el Perú el secreto es automáticamente militar y su determinación solo depende de una orden no registrada legalmente.  Al contrario, ceo que los colegas de Panorama han procedido en función del interés público y más aún si es que como ya está acreditado no hubo ánimo de lucro y si desde el propio Ejército se ha levantado la reserva del caso cuando el oficial a cargo respondió a una entrevista.
10.- El interés público es un valor básico para la defensa de la legalidad y de la transparencia. El TC ha desarrollado el concepto de interés público (Exp. N° 1797/2002/HD) como una figura que fortalece el ejercicio de las libertades informativas. En relación al acceso a la información del Estado, señaló tempranamente que este tiene la obligación de probar que existe un apremiante interés público por mantener en reserva o secreto la información pública solicitada y, a su vez, que sólo manteniendo tal reserva se puede servir efectivamente al interés constitucional que la justifica. De manera que si el Estado no justifica la existencia del apremiante interés público para negar el acceso a la información, la presunción que recae sobre la norma o acto debe efectivizarse y confirmarse su inconstitucionalidad. También significa que la carga de la prueba acerca de la necesidad de mantener en reserva el acceso a la información ha de estar, exclusivamente, en manos del Estado.
11.- Cuando se debatía la Ley de la Mordaza, el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS) sistematizó el ámbito del interés público del siguiente modo: “Califican como materias de interés público: 1)Asuntos o materias que inciden en el funcionamiento irregular del Estado, 2) Materias que afectan derechos o intereses generales; 3) Aspectos relacionados con el ejercicio de las funciones públicas; 4) Asuntos que incidan o afecten a funcionarios, servidores públicos o personas que bajo cualquier modalidad laboran o prestan servicios para el Estado, a propósito de sus funciones, 5)  Asuntos que incidan o afecten a personas que sin ser funcionarios o servidores públicos ni prestan servicios o laboren para el Estado, desempeñan cargos, profesiones o actividades de relevancia públicas, siempre que exista relación con tales cargos, profesiones o actividades; y 6) Asuntos sobre los que la sociedad en su conjunto tiene un legítimo interés en mantenerse informada, como por ejemplo, la comisión de delitos o conductas de manifiesta contrariedad ética.

sábado, 2 de julio de 2016

Seis resultados electorales inéditos

http://larepublica.pe/impresa/opinion/779669-seis-resultados-electorales-inéditos
La República
La mitadmasuno
24 de junio de 2016
Juan De la Puente
Una campaña electoral está hecha de grandes y pequeños actos y procesos. No todos son decisivos, pero se eslabonan y catalizan en grandes resultados. Anotarlo es conveniente porque la victoria de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) es explicada desde un solo fenómeno o a lo sumo dos, el antifujimorismo y el caso Ramírez/Chlimper.
Tengamos cuidado con las explicaciones monocausales. En el análisis político abusar de la agregación o desagregación lleva a dejar caer razones cruciales; la idea de que los hechos políticos “se producen” y no solo “acontecen” no es un capricho semántico.
Hay que pelar la cebolla. El Perú acaba de pasar una pequeña gran revolución; en apenas ocho meses ha terminado de morir un viejo sistema político nacido hace 35 años con las elecciones de 1980 y que, herido, se restauró el año 2000 luego de la caída de Alberto Fujimori. Al sistema de 1980 lo han matado millones de votos y una política emergente, un tipo no clásico de hacer la política que instauró Fujimori en 1992, la antipolítica.
Este es el momento más feliz de esa antipolítica, aunque algunos académicos han buceado bastante para entregarnos una imagen distinta, idealizando una épica entre el fujimorismo, una formación grande, organizada y compacta, y el resto de grupos precarios. La forma como acabaron las dos vueltas electorales indican que la precariedad es común a todos y que lo que tuvimos ante nosotros fueron grandes movimientos y/o coaliciones sociales más que formaciones partidarias, en una elección azarosa donde la casualidad ha ido de la mano con la racionalidad.
Con su victoria total, la antipolítica podría haber llegado a su límite y carecer de fuerza para definir las reglas de una gobernabilidad marcada por los vacíos. Si se recomienda estudiar fenómenos, sugeriría partir de uno: durante las elecciones la crisis de la política se ha expresado a través de varias identidades “antis” –no solo una– poderosas y en algunos casos convergentes, ineludibles de cara al futuro. Antifujimorismo, antiizquierdismo, antialanismo, antisistema, antielitismo, anticorrupción, anticentralismo, antiprivatismo, antiestatismo son expresiones que en distinta identidad han definido la micropolítica electoral y la macropolítica, la de la gran escena.
En ese contexto, una épica antifujimorista permitió la irrupción del Frente Amplio, y otra épica antiizquierdista impidió que este pasara a la segunda vuelta. Una tercera épica que podría rotularse como democrática/antifujimorista (en ese orden) impulsó a PPK a ganar la elección en una pasajera polarización electoral.
No existe en el escenario una política programática y afirmativa sino una política contestataria. El reto hacia el 2021 no es incrementar los antis sino desarrollar las identidades. Curiosamente, ese es el desafío de la derecha y de la izquierda, aunque la identidad populista en su sentido más amplio es la principal tentación en ambas.
El resultado electoral deja un cuadro de efectos nuevos. Sabemos lo que está muriendo pero no lo que está naciendo. Son tiempos inéditos: 1) Nunca, en las cinco veces en las que se llevó a cabo segundas vueltas electorales, el candidato que obtuvo poco más de 20% de votos válidos en la primera vuelta había derrotado a quien obtuvo el 40%; 2) Nunca antes, la izquierda había sido tan decisiva para que una facción de la derecha le ganara a otra facción de la derecha; 3) Nunca antes, los herederos políticos de un golpe de Estado estuvieron 24 años después de ese hecho a las puertas de recuperar el gobierno por la vía democrática; 4) Desde hace 60 años, cuando se eligió a Manuel Prado, un candidato orgánico del mundo financiero no había ganado unas elecciones; 5) Desde ese año, las elecciones construyeron mayorías políticas, a excepción de la de 1963 (Fernando Belaunde) y del reciente proceso electoral; y 6) Nunca antes, el grupo que perdió las elecciones se había quedado con el 56% de los escaños parlamentarios, más allá de la mayoría absoluta, y el grupo ganador solo con el 13% del Congreso.

Nuevo dilema, pacto o proyecto

http://larepublica.pe/politica/777701-nuevo-dilema-pacto-o-proyecto
La República
La mitadmasuno
17 de junio de 2016
Juan De la Puente
El Perú no tendrá un gobierno de coalición entre los que ganaron y perdieron la segunda vuelta. No tendrá un gobierno minoritario sobrellevado por la mayoría parlamentaria fujimorista. Y tampoco tendrá un gobierno respaldado por los otros grupos que perdieron en la primera vuelta, a excepción quizás de Alianza para el Progreso.
La futura gobernabilidad es hasta ahora una adivinanza cuya respuesta empieza apenas a elaborarse, un modelo a organizarse hasta que se constituya el gabinete y acuda al Congreso a reclamar el voto de confianza. En el proceso destacan por ahora tres elementos: 1) Fuerza Popular ha empezado a dejar de poner condiciones para el diálogo; 2) El Frente Amplio no será parte del gobierno y es probable que pasa a la oposición en el primer tramo del partido; y 3) sobran mediadores y bisagras para los pactos arriba/arriba.
El temor respecto de una cerrazón inicial del fujimorismo, que haga débil el inicio del gobierno de PPK, se ha conjurado en parte. Un simple saludo en pocos días entre el Presidente Electo y Keiko Fujimori podría no resolver ningún contenido por ahora pero habrá desbloqueado el proceso político.
En adelante, el gobierno que se instalará el 28 de julio puede tener ante sí hasta cuatro alternativas para procesar consensos: 1) el acuerdo de “líneas rojas”, una especie de pacto expreso sobre grandes temas públicos, luego de lo cual cada grupo tendría vía libre para oponerse o aprobar el resto; 2) la colaboración “llave en mano”, es decir, la delegación de facultades para políticas de inicio de gestión que podrían referirse a los temas sobre los que trabaja actualmente el equipo de PPK (reactivación y formalización, anticorrupción, seguridad e inversión social); 3) la colaboración “express” sobre temas específicos, puntuales y de consenso rápido; y 4) el consenso “a palos”, es decir, los acuerdos alcanzados luego de tensas negociaciones y roces en los que la mayoría del Congreso recorte y lime las iniciativas del Ejecutivo.
Es evidente que al gobierno entrante le serían convenientes las dos primeras fórmulas de relacionarse con el fujimorismo y con el resto de la oposición. En cambio si el proceso desembocara en las otras dos modalidades, el Ejecutivo tendría que buscar más apoyos sociales que le permitan enfrentar mejor su relación con el Parlamento. Más política de cara al país y a los medios.
En cualquier caso, debe tenerse en cuenta que en el Perú los pactos expresos y tácitos son moneda corriente y que especialmente en los últimos 15 años se han acordado pequeñas y grandes normas e instalados mecanismos de concertación, sobre todo sectorial. No obstante, el foro más concertador que desde el año 2001 se llama Congreso y es poco probable que desde el 28 de julio haya veda de acuerdos.
Es justo decirlo que en nuestra política también existe vergüenza por el pacto aunque no parece ser la marca de los partidos sino de los caudillos. Esta vez sin embargo, dos realidades del posconflicto electoral condicionarán los acuerdos arriba/arriba: 1) el dilema entre pacto vs proyecto que toca al fujimorismo y al Frente Amplio; 2) y la necesidad por ahora insatisfecha de que los acuerdos sean para el cambio y no para la continuidad.
La rápida reubicación de Keiko Fujimori, que reorienta su relación con PPK con una mirada puesta en el 2021 y no en el 5 de junio hace prever que el fujimorismo ensayará una oposición pendiente de las demandas sociales, menos condescendiente con la inspiración económica del nuevo gobierno. En la misma línea, el Frente Amplio condicionará su relación con el Ejecutivo a la agenda social ahora poco visibilizada. En ese contexto, serían los grandes temas que la política se resistió a abordar los últimos 15 años  los determinantes de los alcances y límites de la gobernabilidad, los únicos que sirviendo para el consenso político también permiten a los actores políticos ganancias para el mediano plazo.

El país de las tres mitades

http://larepublica.pe/impresa/opinion/775597-el-pais-de-las-tres-mitades
La República
La mitadmasuno
10 d junio de 2016
Juan De la Puente
La división electoral del Perú en dos es una realidad. Toda segunda vuelta tiene ese efecto pero la reciente fue especial porque partió al electorado en dos mitades casi exactas y desafiantes. Keiko avanzó poco desde el 40% obtenido en la primera vuelta y PPK lo hizo en una mayor medida, desde el 22% alcanzado el 10 de abril. A ello se debe que la mitad vencedora sea más heterogénea que la que perdió.
Luego de las elecciones, el hecho es que las dos mitades no son enteramente dueñas de los votos alcanzados. La división electoral ha sido transitoria considerando el abismo de representación y puede ser engañosa a la hora de la búsqueda de la gobernabilidad. Visto el proceso en su conjunto, la división electoral ha dado paso a la división política que es la que contará en adelante, es decir, un país dividido en tres mitades (con el perdón de Pitágoras y Euclides): 1) la que ha ganado; 2) la que ha perdido; y 3) la que expresa los intereses de otros ámbitos del Estado, los otros grupos políticos y las expectativas sociales vastas y heterogéneas en juego, expuestas en brechas sociales, territoriales y generacionales, cuya magnitud se empieza a estudiar.
Seria inexacto afirmar que las candidaturas de PPK y Keiko no representaron una parte de esas expectativas, pero sería igualmente equívoco sostener que esa representación fue total y que entre ambos grupos cierran con candado la gobernabilidad. Una visión tan absoluta no consideraría el inédito escenario electoral, la cobertura de ambas formaciones, la escasez de sus militancias, la atípica elaboración de las listas parlamentarias, el clientelismo en la campaña y el decisivo peso de las contracampañas.
Repartirse la gobernabilidad entre las primeras dos mitades obviando a la tercera sería muy riesgoso. La viabilidad de los pesos y contrapesos elegidos no está garantizada en un país que ha perdido músculo institucional y donde todos los grandes conflictos sociales han terminado en capitulaciones del Estado. Un consenso arriba/arriba sin mirar a la sociedad sería una ofrenda a la crisis de representación.
Lo que el país tiene al frente es una nueva transición o la promesa de ella, ya no la que operó el 2001 desde el autoritarismo a la democracia –cancelada bruscamente por Humala– sino desde la precariedad hacia la institucionalidad, aunque la que pueda recobrarse sea mínima. Ese es el sentido de las reformas que entraron por la ventana al proceso electoral, ausentes en los iniciales planes de gobierno.
El modelo de gobernabilidad no podrá prescindir del juego gobierno-oposición y de allí que los llamados a hacer un “gobierno de hermanos” o un “gobierno de primos” integrando al fujimorismo al gabinete tienen pocas probabilidades de éxito.
En este modelo caben en cambio otras figuras del diálogo político sobre el que ya se refirió PPK. La primera es el pacto nacional sobre cuatro o cinco grandes temas de la agenda pública (acaso seguridad, crecimiento, corrupción, desarrollo sostenible y descentralización) planteados de cara al país y discutidos ante él, y que involucre a todo el arco partidario parlamentario, a los otros ámbitos del Estado y a la sociedad civil. Por ejemplo, un acuerdo por la seguridad no puede prescindir del P. Judicial y del Ministerio Público, en tanto que el relanzamiento de la descentralización no puede alcanzarse sin los gobiernos locales y regionales. El espacio ideal para procesar este pacto arriba/arriba/abajo es el Acuerdo Nacional.
El Perú necesita un pacto republicano, un acuerdo que incluya líneas rojas que no deben ser cruzadas y es lo mínimo que se les puede pedir a los grupos que perdieron las elecciones sin que esto signifique que renuncien a su papel opositor al que tienen derecho. Un pacto nacional no le impedirá al nuevo gobierno intentar luego acuerdos específicos con la fuerza mayoritaria en el Congreso o integrar al gobierno a grupos que desean asumir posiciones en el gabinete.