domingo, 30 de junio de 2013

Brasil, barbas en remojo

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/brasil-barbas-en-remojo-27-06-2013
La República
La mitadmasuno
28 de junio de 2013
Juan De la Puente
El eje de la política en A. Latina ha cambiado sorpresivamente por la emergencia del movimiento reformista brasileño. La región miraba con embeleso su auge económico que lleva una década y sostenía una discusión trepidante sobre los estándares democráticos en un grupo de países, y si tenía alguna prevención esta era la desaceleración del crecimiento y las sombras que echan en esta parte del mundo la crisis internacional.
El institucionalismo, nuevo o clásico, vivía su mejor momento; había logrado persuadir de que lo crucial de los cambios residía en los aspectos formales de las instituciones, es decir, las constituciones, el sistema de partidos y las reglas de acceso al sistema político, reduciendo el foco de atención sobre la ciudadanía social y económica y la cultura política. En este esquema Brasil había hecho la tarea, con la Asamblea Nacional Constituyente de 1988, el plebiscito de 1993 y decenas de reformas constitucionales y leyes reglamentarias del sistema político que tuvieron relativo éxito en moderar una excesiva apertura del sistema. En los años ochenta, Brasil tuvo 13 partidos representados en el Parlamento, luego pasaron a 20 y con la nueva ley de partidos de 1995 quedaron en 9.
Lo acontecido en las calles brasileñas expone el límite de un modelo que apuesta por la reforma de las instituciones sin correlato con la sociedad y específicamente con los ciudadanos y el mercado. En la explicación de lo sucedido, un sector de analistas ha simplificado las causas apuntando al asistencialismo y a la corrupción. No obstante, si se nombra como asistencialismo las políticas sociales exitosas de los últimos años, estaríamos ante un grave error de percepción. Las calles se han poblados de ciudadanos que ciertamente recusan la corrupción, que no rechazan las políticas sociales ni el activismo del Estado en la reducción de la pobreza pero que sí cuestionan al Estado en otros ámbitos.
El malestar brasileño tampoco puede reducirse a las clases medias. Al contrario, es creciente la percepción de que se trata de un movimiento más social que político que pugna por profundizar la democracia y el bienestar, transversalmente. En la mayoría de las ciudades, el costo de un pasaje promedio tiene un valor de 4,5 soles peruanos y puede llegar a constituir el 30% de los salarios más deprimidos. El Movimiento Pase Libre (MPL) también demanda reformas en la educación, salud y vivienda y respalda a otros grupos ciudadanos que el mundo oficial mira de reojo, como Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST) y Periferia Activa, que exige mayor inversión en infraestructura.
Este fenómeno que exige un mejor Estado Social cuestiona que los gastos para la organización del Mundial de Futbol 2014 superen los 13 mil millones de dólares con notas graves de despilfarro. Protesta contra el costo de vida ante una inflación que si bien se situó en los últimos años entre el 5% y 7%, moderado para la región, ha elevado la canasta familiar en 22% en los últimos 12 meses a pesar de que el salario se incrementó solo el 9%. En Sao Paulo, cuna de las protestas, entre el 2000 y 2013, el índice de precios al consumidor subió 135% y el aumento de los pasajes fue del 200%.
Por donde se le mire, las demandas en Brasil llevan el sello de reclamo contra la injusticia. Claramente, es un movimiento de la calle por la reforma democrática y social y solo se saldará desde ella. La calle ha sido allí un elemento decisivo de las reformas; fue en ellas donde se inició en 1984 la demanda para elecciones directas (“Diretas Já”) para que no sea el Congreso sino los ciudadanos lo que eligieran al Presidente de la República, lo que ocurrió en 1989, y desde donde en 1992 (los “cara pintada”) se forzó la dimisión de Fernando Collor de Melo por corrupción.
Sin ilusiones, salvo aspectos muy puntuales, las razones de la protesta brasileña tienen más similitudes con lo que ocurre en el Perú, de modo que suena forzada la afirmación de que lo que está explotando allí es un “otro” modelo. Más vale poner las barbas en remojo.

Más allá de las recetas

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/mas-alla-de-las-recetas-20-06-2013
La República
La mitadmasuno
21 de junio de 2013
Juan De la Puente
No es frecuente en el Perú que una universidad reconozca la labor de otra y los logros específicos de sus investigadores. No obstante, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), en el marco de sus 462 años de fundación, otorgó hace poco la distinción de doctor honoris causa a Johan Leuridan Huys, decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología (FCCTP) de la Universidad de San Martín de Porres (USMP).
La razón de este reconocimiento es relevante en el contexto de una discusión muy actual sobre la ubicación y el valor de la investigación universitaria, sus horizontes y problemas. En el caso de Leuridan, la UNMSM ha reconocido a un notable investigador e impulsor de un modelo de investigación en el ámbito de la gastronomía, una relación sin la cual no es posible entender el auge económico y social actual de los sabores peruanos.
Bajo el impulso de Leuridan, la FCCTP ha realizado centenares de investigaciones en una diversidad amplísima que desborda y enriquece la gastronomía con y desde la perspectiva histórica, sociológica, lingüística, antropológica, arqueológica y artes plásticas. En ese afán se dibuja un sólido recorrido etnogastronómico de por lo menos dos décadas que ha rescatado tradiciones alimenticias, sabores, colores y quehaceres sociales.
El rescate y difusión de la cocina es mucho más que el trío del cocinero, la receta y la mesa, como a ratos parece, habida cuenta de la simplificación de los mensajes. En este proceso ha sido reivindicado el insumo/producto, en notables trabajos publicados por la USMP sobre el maíz (Duccio Bonavia, en El maíz, su origen, su identificación y el rol que ha cumplido en el desarrollo de la cultura), la papa (Sara Beatriz Guardia en La flor morada de los Andes), las algas (Cristóbal Noriega en Algas comestibles de Perú, el pan del futuro) o la alimentación y nutrición (Fernando Cabieses en Cien siglos de pan; 10 mil años de alimentación en el Perú).
También importan el discurso, la palabra y la forma como expresión del quehacer alimenticio y, en ese sentido, son deliciosos los hallazgos sobre la materia que subyace en las palabras quechuas afines a la cocina (Julio Calvo, en La cocina peruana: análisis semántico del léxico de la cocina en lengua quechua); las artes reflejadas desde la comida (Mirko Lauer en Bodegón de bodegones, comida y artes visuales en el Perú); las cartografías gastronómicas regionales con contenido histórico y lingüístico, entre ellas el Valle del Mantaro, Moquegua, Áncash, Cajamarca, Cusco, Arequipa, entre otros; y los estudios sobre las cocinas étnicas como la de los ashánincas (Pablo Macera y Enrique Casanto en La cocina mágica asháninca) y aimara (Hernán Cornejo en La cocina aimara). Solo en el área de gastronomía, la FCCTP ha publicado 74 libros, de los cuales más de 20 han sido reconocidos en el Gourmand World Cookbook Awards.
Es válido reparar en el sistema que origina este desarrollo. Es cierto que una de las razones es el financiamiento, un argumento hostil a la investigación en las universidades públicas y en varias de las privadas. Sin embargo, el financiamiento no lo es todo; el sistema obliga a una estrategia que defina líneas, procesos, reclutamiento y formación de los investigadores y una persistente vigilancia de la calidad de las investigaciones. Esto es crucial en el país de las monografías repetitivas y de un vibrante facilismo académico carente de organización y supervisión de la calidad, ante lo cual la falta de recursos no puede ser una explicación cabal.
El reconocimiento de la UNMSM a Leuridan es también sugerente en la dirección de los desafíos. La USMP es la única universidad de América Latina que posee un programa amplio y sostenible de investigaciones en gastronomía, alimentación y enología. Bien podría replicarse esta experiencia en universidades regionales que ostentan algunos recursos provenientes, por ejemplo, del canon y que son invertidos en vanidades de la vida universitaria.

sábado, 15 de junio de 2013

Universidades, el orden frío

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/universidades-el-orden-frio-13-06-2013
La República
La mitadmasuno
14 de junio de 2013
Juan De la Puente
El debate sobre el futuro de la Asamblea Nacional de Rectores es falso, burdo y demasiado fácil en relación a la crisis de las universidades. Convertida en la piedra angular de la discusión de la Ley Universitaria que se realiza en el Congreso, pareciera que su destino lleva atada la disyuntiva entre esta crisis y su solución. De pronto, todas las dificultades y expectativas de la educación universitaria se depositan en esta disputa.
Quizás sea posible enderezar esta discusión para centrarla en una larga crisis cuyo último ciclo se origina probablemente hace 44 años cuando el gobierno de Juan Velasco dispuso la creación de una Comisión de Reforma (1969-1972) cuyo resultado fue la Ley Orgánica de la Universidad Peruana (Decreto Ley 17437) luego de un debate y movilización sin precedentes. Estas tres iniciativas sugerentes, es decir, debate abierto, comisión de reforma y ley, se estancaron por el intento de imponer el llamado Consejo Nacional de la Universidad Peruana (CONUP) que pretendía inmolar la autonomía universitaria en el altar de la reforma. Este proceso agudizó la crisis a niveles igualmente sin precedentes; una norma posterior en 1977 no pudo conjurar esta situación al igual que la actual Ley Universitaria que data de hace 30 años (Ley 23733) con ligeras modificaciones.
La cierto es que el proceso CONUP de los años setenta fue también una respuesta a la crisis universitaria surgida con la modernización de los años cincuenta que jalonó cambios sociales importantes, entre ellos la urbanización del país que precipitó a las nuevas generaciones al sistema educativo superior e intensificó una presión popular por el acceso a la educación. En 1950, en las universidades se tenían 16 mil estudiantes, una cifra que creció vertiginosamente a 110 mil en 1970. En 1980, cuando varias universidades empezaron a ser agitadas por el discurso senderista, la universidad peruana era ya un gran estacionamiento de alumnos: en sus aulas se concentraban 260 mil estudiantes. Al mismo tiempo, la demanda creció raudamente; en 1960 terminaron la secundaria 19 mil estudiantes, de los cuales postularon a la universidad 14 mil. En 1980, esta relación se invirtió dramáticamente: egresaron de la secundaria 153 mil y postularon a las universidades 240 mil.
El Estado cree desde hace 44 años que la crisis universitaria se resuelve con un marco jurídico superior. Solo en una parte esta convicción es certera: que la educación universitaria necesita consolidar un sistema que supere la dispersión e incoherencia de pequeñas islas incomunicadas. Sin embargo, este sistema no puede afirmarse desde una visión intervencionista que ahogue la autonomía universitaria con el argumento de la fiscalización y el incremento de la calidad educativa. Como en los años setenta, el principal riesgo es que el intervencionismo agudice la crisis en lugar de resolverla.
El Estado debe responder a los desafíos de esta etapa de la crisis. Nuestro país, con una economía emergente y un reposicionamiento de las clases medias, que pugnan más que hace 50 años por el acceso a la educación superior, demanda de aquel más que una ley o un diseño general. En el actual sistema, por ejemplo, ni las autoridades, docentes o alumnos son responsables de la pauperización de las universidades públicas a las que se les demanda la calidad de las privadas con rentas miserables y a las que solo se les mira con cierto interés cada vez que es necesario conjurar la presencia subversiva en sus aulas.
No hay duda que la universidad demanda una nueva ley. Sin embargo y sobre todo, demanda una reforma profunda, especialmente en las universidades públicas. Parte de esta reforma se relaciona con el aumento de la calidad y la acreditación de esta. No obstante, estas demandas no pueden alcanzarse desde una lógica supervisora que aprisione las libertades. El orden frío y sin alma, que algunos llaman academicismo, termina siendo un orden mediocre. Al contrario, la libertad y la autonomía son los presupuestos del cambio sin los cuales ninguna reforma tendrá futuro.

viernes, 7 de junio de 2013

Servicio militar, mirada de desprecio

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/servicio-militar-mirada-de-desprecio-06-06-2013
La República
La mitadmasuno
7 de junio 2013
Juan De la Puente
La sociedad y el Estado lograron recabar dos consensos en torno al servicio militar luego del largo fuego cruzado entre las FFAA, que demandan cubrir 36 mil plazas de reclutas cada año, para mantener operativas las instituciones de la defensa nacional, y los jóvenes que de modo creciente se desinteresan por el servicio en  los cuarteles. Esos dos consensos se resumían en: 1) La sociedad tomaba debida nota del déficit de personal como un serio problema de la defensa; y 2) El Estado se disponía a hacer más atractivo y útil el servicio militar voluntario para los jóvenes.
La publicación del Reglamento del Decreto Legislativo Nº 1146 rompe esos consensos, especialmente el segundo, con un sentido militarista. El Estado he decidido privilegiar medidas discriminadoras y coercitivas contra los jóvenes de mayores carencias materiales, aquellos que no cuentan con 1.850 soles para pagar su libertad de movimiento o que no cursan estudios universitarios en un contexto de déficit de oferta universitaria pública.
Es reconocible, al mismo tiempo, que el esfuerzo de atracción haya empezado. Se anuncia que quienes concluyan el servicio podrán: 1) acceder a mil becas del Programa Beca 18 para estudios en el SIMA, SENATI y SENCICO; 2) adquirir a préstamos en el Banco de la Nación; 3) obtener bonificaciones para postular a las escuelas de las FFAA y la PNP, 20% de cuyas vacantes se reservarán para licenciados del servicio militar; y 4) acceder a descuentos en las pensiones en instituciones de educación superior, entre otras ventajas.
Este esfuerzo de persuasión es aplastado por el privilegio de un enrolamiento obligatorio disfrazado de sorteo que expresa un desprecio por el proyecto de vida de los jóvenes y que revela la ausencia de una política pública frente a ellos. Habría que preguntarse si este sistema plutocrático de servicio militar –si tienes dinero ejerces tu libertad– fue consultado con la Secretaría Nacional de la Juventud (SENAJU), ente rector de las políticas en materia de juventud, adscrita al Ministerio de Educación.
El discurso oficial expone una concepción deformada del servicio militar. Afirma que el llamamiento por sorteo servirá para encausar a los jóvenes desocupados o en situación vulnerable, cuyas actividades están acerca del delito, como si el servicio militar fuera una sanción o una medida correctiva de conducta, una suerte de reformatorio, fábrica de hombrecitos y de extirpación de vicios públicos.
Los jóvenes requieren de una política coherente en un paradójico contexto de crecimiento económico con empobrecimiento de sus derechos. Su principal problema es el acceso a la educación y al empleo calificado con remuneraciones justas y equidad. En el reciente examen de admisión para la Universidad Nacional Mayor de San Marcos postularon 29 mil jóvenes para 4.500 vacantes, a razón de 6,4 aspirantes por cada vacante. Los centros especializados son más restrictivos; en el examen de admisión a la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) de febrero pasado postularon 7.200 jóvenes para 600 vacantes, a razón de 12 postulantes por cada vacante.
La educación técnica, una alternativa sugerente y en alza a la educación universitaria, está en camino de estrecharse por el incremento de la demanda laboral calificada que colisiona con la oferta formadora. En el reciente examen de admisión para la Escuela Tecnológica Sencico, orientada a la actividad de la construcción postularon 1.500 jóvenes para 576 vacantes. El mercado nacional demanda 300 mil técnicos industriales de los cuales SENATI solo cubre 10 mil por año y una cifra similar el resto de centros.
En ese universo de expectativas, el Estado debe responder con políticas que, sin obviar las necesidades de la defensa, tenga una visión de conjunto. En ese entendido, el gobierno debe derogar la norma injusta del sorteo y legalizar expresamente los incentivos de atracción, profundizando los mecanismos de promoción para lo cual se requiere más recursos y más diálogo social. Las FFAA necesitan llevar a los cuarteles a los mejores jóvenes del Perú.

miércoles, 5 de junio de 2013

Lula, un hombre global

http://www.larepublica.pe/05-06-2013/lula-da-silva-un-hombre-global
Un apretado perfil del ex Presidente de Brasil que publiqué en La República a propósito de su visita a Lima.
 
La República 5 de junio de 2013
Juan De la Puente
En 1980, luego
de ser liberado tras permanecer 31 días preso, Luiz Inácio da Silva, el líder sindical metalúrgico del cordón industrial de Sao Paulo, se dirigió a su casa y lo primero que hizo una vez en ella fue abrir la jaula de los pajaritos que tenía en una habitación. Este doble acto de libertad fue el colofón de la histórica huelga de más de 100 mil obreros de Sao Bernardo do Campo e Diadema a favor de la jornada laboral de 40 horas semanales que consolidó el prestigio de Lula y lo catapultó a la política.
No fue la única ni la primera gesta de “Lula” (diminutivo de Luiz, vocablo que uniría luego legalmente a su nombre). Pero tanto en los pequeños como en los grandes actos de su vida sobresalen su vocación colectiva y su solidaridad, como su ingreso al sindicalismo en 1968 luego de que su hermano Frei Chico, dirigente sindical, fuera arrestado por el gobierno militar; o la fundación del Partido de los Trabajadores (PT) en 1980, luego de que se hiciera patente la necesidad de una organización socialista democrática que reúna a los nuevos movimientos sociales del Brasil que empezaban a empujar a los militares a sus cuarteles; o la creación de la Central Única de los Trabajadores (CUT), en 1983, luego de que las huelgas y otros movimientos sindicales de la década anterior produjeran un sindicalismo independiente que superara a las antiguas centrales burocráticas, llamadas en Brasil “pelegas”.
La vida de Luiz Inacio Lula da Silva es la de un incansable movilizador de conciencias. Nació en 1945 en Garanhuns, en el estado de Pernambuco, en el nordeste brasileño, la región más pobre de Brasil. La suya era una familia de agricultores. Fue el penúltimo de ocho hermanos. Su familia cultivaba frijoles, maíz y mandioca para su propio consumo. A los siete años la familia viajó durante 13 trece días en un camión hacia Guarujá, la tercera mayor isla del litoral de Sao Paulo y finalmente al barrio popular Villa Carioca del mismo Sao Paulo. Según el teólogo Frei Beto sus primeras vivencias en la ciudad más poblada de Brasil fueron en extrema pobreza: vivía en un cuarto, al fondo de un bar. Lula empieza a trabajar a los doce años como limpiabotas, ayudante de una tintorería y vendedor de frutas. A los catorce años se hace obrero en una fábrica de tornillos cuando el gobierno de Juscelino Kubitschek iniciaba su política de apertura y desarrollismo. En 1966 se traslada a Sao Bernardo do Campo, donde desde entonces vive y se inicia luego en el sindicalismo.
Candidato a la presidencia de Brasil en cinco ocasiones, ésta le fue esquiva en las segundas vueltas electorales donde, se dice, no se vota a favor, sino en contra. En la primera postulación, en 1989, compitió contra Fernando Color de Mello. Obtuvo 31 millones de votos, cuatro millones menos que su rival. Otras dos veces compitió para la primera magistratura contra Fernando Cardoso, en 1994 y en 1998, siendo derrotado. El 2002 fue elegido presidente con 57 millones de votos, el 62%, siendo el primer obrero elegido para ese cargo en América Latina. Antes, en 1986, fue elegido diputado e integró la Asamblea Constituyente que restableció la votación libre y directa del presidente de la República.
Lula gobernó dos períodos, entre el 2002 y el 2010. Ejerció un gobierno alejado de las recetas del llamado Consenso de Washington, aunque en su primer mandato tuvo fuertes cuotas de continuismo respecto de Cardoso. Sin embargo, en sus ocho años de gobierno incentivó la demanda interna aumentando los salarios, incrementó el gasto público y amplió los programas sociales en una perspectiva de universalización de los derechos, fomentó el crédito para el consumo y para la producción. Lula se resistió a una política agresiva de privatizaciones y en cambio fortaleció el papel del Estado. En su gobierno, Brasil se convirtió en un actor global en lo económico y político.
Los resultados de su gobierno son tangibles. En ocho años salieron de la pobreza 28 millones de brasileños, se crearon más de 15 millones de empleos, el consumo creció siete veces, sobre todo en los sectores populares; 45 millones se bancarizaron y se redujo la desnutrición en 73% y la mortalidad infantil en un 45%.
Lula no está retirado. Es un actor decisivo, un garante de la gobernabilidad y propulsor de la integración de América del Sur. Su centro de operaciones es el Instituto Lula ubicado en el distrito de Ipiranga, al sudeste de Sao Paulo. Superada la dolencia detectada el 2011 ha retomado su agenda y, sobre todo, su activismo internacional.
Su estrella está intacta. En marzo realizó una gira por África, que lo llevó a Guinea Ecuatorial, Ghana, Benin y Nigeria. En noviembre estuvo en Sudáfrica, Mozambique y Etiopía, y en abril en Chiapas (México) y Londres. Esta semana inicia una gira que lo llevará a Colombia, Perú y Ecuador.
Habla del mundo, de Brasil y de América Latina con profundidad; es un hombre global que se expresa en clave de mediano y largo plazo. Sus preocupaciones son la integración y la gobernanza mundial.
Lula recibió a La República en Sao Paulo hace poco pero fue él quien primero indagó por el Perú en una amena charla. Recordó a su entrañable amigo Javier Diez Canseco y comentó con cifras en la mano los logros y desafíos de la relación Brasil/Perú que fomenta desde su visita en agosto del 2003, y sus relaciones con los gobiernos de Toledo, García y Humala.

domingo, 2 de junio de 2013

Reforma política,¡ahora!



He publicado en el último mes en La República, en mi columna habitual de los viernes, cuatro artículos sobre la reforma política. Señaló en ellos la necesidad de darle curso a un imperativo del que depende, directamente, la vigencia del sistema político, aun en su formalidad democrática, crecientemente vaciada y viciada por la crisis de los partidos y de la representación.

K. León, E. Vega, M. Cucho, F. Távara, R. Arias, G Távara y P. Medina
La realización el pasado 29 de mayo del Primer Dialogo por la Reforma Política y Electoral, organizado por el PNUD, la Asociación Civil Transparencia, IDEA Internacional, el Consejo de la Prensa Peruana y la Defensoría, junto a los organismos electorales JNE, ONPE y RENIEC, una iniciativa en la que estuve directamente involucrado, es un paso decisivo.
 
Los artículos son:
G. Távara y J. De la Puente, conclusiones del Primer Diálogo
La contrarreforma política. (10 de mayo de 2013)
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-contrarreforma-politica-09-05-2013
Partidos y representación, marcha atrás. (17 de mayo de 2013)
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/partidos-y-representacion-marcha-atras-16-05-2013
Política sin reformas, fin de ciclo. (24 de mayo de 2013)
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/politica-sin-reformas-fin-de-ciclo-23-05-2013
La reforma política, un movimiento. (31 de mayo 2013)
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-reforma-politica-un-movimiento-30-05-2013
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La contrarreforma política. (10 de mayo)
 
Se anuncia el recojo de firmas para presentar al Congreso una iniciativa legislativa que permita instalar la revocatoria de los parlamentarios. La iniciativa, a cargo de uno de los promotores de la revocatoria a la alcaldesa de Lima, es presentada como un esfuerzo serio por la reforma política. Y no lo es.
En el Parlamento y en la sociedad se debate hace dos años iniciativas de reforma política que abarcan varias áreas: el fortalecimiento de los partidos, incluyendo la democracia interna; el financiamiento público; los requisitos para el ingreso y la salida del sistema político; el proceso de selección de los candidatos, los distritos electorales; el voto preferencial; la alternancia de género en las listas a cargos de elección popular; la responsabilidad de los postulantes y de los elegidos; la pérdida de la investidura parlamentaria; las incompatibilidades; y la rendición de cuentas, entre otros.
El proceso se tramita con lentitud pero avanza y se espera que este año, considerado crucial para la reforma, se concreten algunos cambios en la formación de la representación y en la gestión de los partidos y de los procesos electorales. Para el efecto, dos sucesivos grupos de trabajo de la Comisión de Constitución elaboraron informes y recomendaciones y, en ese contexto, dicha comisión aprobó hace poco el financiamiento público de los partidos. Existen otras decisiones en camino y en el horizonte el Congreso se prepara para un amplio debate del Código Electoral presentado por el JNE.
Puede afirmarse que aún a trompicones, el debate de la reforma ha empezado y ciertamente un tema en él es la renovación del mandato congresal. Una variante de esta figura es la que se propondría en la iniciativa de cuyo inicio se informa.
La iniciativa ciudadana es un mecanismo dispuesto por la Ley de los Derechos de Participación y Control Ciudadanos, Ley N° 26300, que permite presentar al Parlamento un proyecto de ley acompañado del 0,3% de firmas del padrón nacional. De hecho, desde el año 2001, la ONPE ha vendido kits para la presentación de 147 iniciativas ciudadanas. Con los estimados actuales se requerirían 60 mil firmas que, debidamente verificadas, obligarán al Parlamento a debatir un proyecto de ley.
Siendo la iniciativa legislativa el mecanismo ideal para promover desde la sociedad el debate de normas, no es cierto que la reforma política por excelencia sea la revocatoria parlamentaria. Empezar por la renovación del parlamento a mitad del mandato, sea por tercios o por mitades, sería acometer el problema de la crisis de los partidos poniendo énfasis en el resultado de la elección de la representación y no en la formación de esta representación.
No es una distinción adjetiva. La clave de la crisis que afecta a los elegidos y a las instituciones que ellos conforman se relaciona con incentivos nefastos que aparecen mucho antes de que el parlamentario se siente en el escaño. El más importante de ellos es el voto preferencial, el mecanismo que más contribuye al empobrecimiento de la representación y a la crisis de los partidos. A ello se agregan otros estímulos del caos como el financiamiento privado de las campañas, los distritos electorales demasiado amplios, la designación antidemocrática de los candidatos, la marginación de las mujeres de las listas, entre otros.
Empezar la reforma haciendo más precario el ejercicio de la labor parlamentaria, en un congreso unicameral, un mandato ya debilitado en la Constitución vigente, no sería una reforma sino un bloque de los cambios que se debaten, es decir, una contrarreforma, un diversionismo que hace más compleja la labor legislativa y que corre el riesgo de volverse contra el mismo sistema. Esa fue una de las razones para que la Constitución de 1920 suprimiera la renovación por tercios. Si se trata de la resistencia parlamentaria a purgar a quienes han cometido delitos, el derecho constitucional comparado ha establecido otros procedimientos. El más cercano es la figura colombiana de la pérdida de investidura congresal por mandato externo.
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Partidos y representación, marcha atrás. (17 de mayo)
La Comisión de Constitución aprobó algunos cambios a la legislación partidaria en contra de la tendencia sugerida para la reforma de los partidos. Uno de ellos es la relativización del padrón de afiliados. El cambio aprobado permitiría que los partidos no presenten este padrón una vez al año, como lo dispone el artículo 18° de la Ley N° 28094, Ley de Partidos Políticos. Es cierto que la elaboración y mantenimiento del padrón es oneroso en un contexto de escasez de recursos en períodos no electorales. Aun así, al retiro de esta disposición dejaría a los partidos políticos sin un valioso instrumento de organización, gestión y democracia. Las desventajas son serias: a) Sin un registro actualizado por lo menos una vez por año, el ingreso y salida de afiliados sería más difícil de detectar; y b) Los partidos carecerían de un documento ordenador de la democracia interna. En este punto habría que recordar que según el artículo25° de la Ley de Partidos Políticos,  la elección de las autoridades internas, de alcance regional o departamental, se realiza al menos una vez cada cuatro  años.
Otro tanto sucede con el acuerdo de cancelar la inscripción de las organizaciones políticas nacionales por no participar en dos elecciones generales consecutivas en lugar de una, como se establece actualmente. En un sistema político en construcción, solo se entiende la abstención de participar como resultado de un cálculo electoral que afecta el derecho de sufragio –de elegir y ser elegidos–, de los afiliados al partido, además de los costos políticos por la ausencia en el debate de las ideas. En algún momento se propuso establecer un mínimo de distritos electorales en los que los partidos deberían presentar candidatos en los comicios nacionales, regionales y locales. El cambio reciente fomentaría el abandono de los partidos de la competencia política, una de sus razones de existencia.
Del mismo modo, otro cambio que debilitará a los partidos políticos es elevar de 20% a 25% el porcentaje de candidatos designados al margen de las elecciones internas; es decir, los invitados por las direcciones nacionales. Desde la aprobación de la Ley de Partidos, esta disposición fomenta, particularmente en las listas para el Congreso, el reclutamiento de candidatos que disponen de cuantiosos recursos para las campañas electorales en desmedro de la elección de los afiliados que, además de competir con las reglas de juego de la democracia interna, son castigados por el dinero extrapartidario. A este vicio se suma el hecho cierto de que la informalidad en los partidos conduce a que en las elecciones internas compitan postulantes que no califican como militantes.
La cuota de candidatos designados directamente y la informalidad en las elecciones internas trae el encarecimiento de las campañas, una suerte de democracia plutocrática, y el empobrecimiento de la representación. El actual, es un parlamento en el que predominan los invitados y aliados, y si a esta situación se añade que una buena parte de legisladores considera que el voto preferencial los ha llevado a sus escaños antes que su esforzada pertenencia partidaria, no habría que sorprenderse demasiado por los casos de transfuguismo, los problemas internos de las bancadas y la falta de coherencia para desempeñar el encargo de los representados. El incremento de invitados a 25%, agravaría un defecto de la democracia en lugar de eliminarlo.
Estas modificaciones indican que la percepción de los legisladores es distinta a la planteada por los partidos, los militantes y los especialistas, orientada en recuperar la centralidad de los partidos en la formación de la representación. Si las decisiones anteriores, de favorecer el financiamiento público y elevar la valla electoral a 2,5% por cada partido adicional en una alianza electoral, se orientan al fortalecimiento de las organizaciones partidarias, las más recientes implican una marcha en reversa y podrían señalar los límites de la actual legislatura en materia de reforma política.
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Política sin reformas, fin de ciclo. (24 de mayo)
Si el sistema político no se reforma, las elecciones del 2016 serán las últimas del ciclo iniciado el 2001, caracterizado por una política antipolítica, es decir, un conjunto de reglas, instituciones y relaciones que toleran la predominancia decisoria de los caudillos sobre sus débiles colectividades políticas, en el marco de un proceso que se presume democrático, y que armoniza con la fuerza de poderes políticos no partidarios que modelan el comportamiento de un poder político crecientemente frágil.
Llevamos 12 años sin enfrentar abiertamente dos fenómenos que, además del terrorismo y la crisis económica, debilitan la democracia: la crisis de los partidos surgida en los años ochenta y la solución disolvente de la antipolítica, aplicada en los noventa. La recuperación de las reglas de funcionamiento del sistema se produjo en clave de restauración con escasas muestras de renovación. Así, el Perú va en la región a la zaga de un proceso de reformas políticas y electorales de calado.
Las dos reformas políticas más importantes de la segunda mitad del siglo XX, las ordenadas por las constituciones de 1979 y 1993, están agotadas. La primera fue contestada por la segunda, que suprimió el bicameralismo, instaló el distrito electoral único, luego superado, mantuvo el voto preferencial y fomentó el independentismo. La Ley de Partidos y su posterior modificación desarrolló algunos elementos de la antipolitica como la discrecionalidad de los líderes y/o direcciones para invitar al 20% de integrantes de las listas a cargos de elección popular, favoreciendo el transfuguismo; la reducción del período de campañas electoral de seis a tres meses, fomentando la aparición de outsiders; y la adopción de un modelo de alianzas electorales que funcionan como cooptación de personalidades y de logos.
Las elecciones del 2011 fueron las primeras en que los presidenciables eligieron a sus partidos en lugar de que sus partidos los eligiesen a ellos. Fueron también las primeras elecciones donde, salvo una excepción, los presidenciables decidieron sobre las listas parlamentarias, con el resultado conocido. Se debate actualmente si a algunos de los grupos políticos le es aplicable la definición de partido. Actualmente, dos de ellos tienen por mandato estatutario presidentes vitalicios y otro más, de origen municipalista, cuenta con operadores rentados por el líder, poseedor de cuantiosos recursos financieros, de modo que se dice, en broma y en serio, que en ese partido no hay expulsados sino despedidos.
El localismo fue durante una década una suerte de remedio a la crisis. En una primera etapa, los movimientos independientes municipales remplazaron a los partidos nacionales y en una segunda los movimientos regionales hicieron lo propio con los grupos locales y nacionales. No obstante, el remedio se agotó y salvo excepciones fácilmente reconocibles, el localismo es un fenómeno en descomposición. Solo hay que revisar la lista de alcaldes y presidentes regionales denunciados, acusados, procesados o perseguidos por la justicia, sin ingresar a las tramas corruptas que castigan a decenas de territorios
Es increíble que haya empezado la campaña electoral presidencial, a tres años del 2016, pero que al sistema no le inquieten las elecciones del 2014, para las que solo falta un año. En el camino, un reciente informe del JNE da cuenta del abandono de locales partidarios y acefalías de los comités partidarios en tanto que los partidos nacionales se preparan para escenificar una resonante abstención en las elecciones del 2014.
Aún hay espacio para la reacción de las direcciones partidarias, para tomar en serio este agotamiento de reglas y de ciclo. La realización del Primer Diálogo por la Reforma Política y Electoral, el 29 de mayo, es una oportunidad para sacar este debate del parlamento hacia la sociedad, los dirigentes y militantes de los partidos y los medios, luego de la adopción de algunas decisiones en la Comisión de Constitución que sugiere que se camina en un sentido contrario.
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La reforma política, un movimiento. (31 de mayo)
Han empezado a sonar las alertas sobre la posibilidad de que la reforma política y electoral no se concrete este año. Las previsiones indican que el Parlamento carece de fuerza y/o de interés para abordar en toda su complejidad cambios que incidan en la reconstrucción del sistema de partidos y solventen una mayor legitimidad de la representación. También se advierte la aparición de una temprana brecha entre los congresistas y sus partidos en torno a temas cruciales como la eliminación del voto preferencial, la alternancia de género en los cargos de elección popular y las primarias internas para la designación de candidatos.
No obstante, en otro ángulo del escenario, la convicción de la necesidad de cambios se convierte en un movimiento que sienta raíces hasta ahora insospechadas. Un dato nuevo es la alianza tácita de los tres organismos electorales, JNE, ONPE y RENIEC, para impulsar la reforma electoral, un acto de madurez plena luego de 20 años de creada la institucionalidad electoral vigente. Es probable que la ausencia de reformas en la última etapa haya tenido relación con las tensiones ahora superadas.
Otro elemento es el lento pero creciente afán reformista de los medios de comunicación, la mayoría de los cuales había permanecido hasta ahora indiferente bajo el supuesto de que la crisis de los partidos “es la crisis de ellos”. El nuevo temperamento que considera que los efectos de una mala política no son distintos a los de una mala economía conduce a que la reforma se convierta en un problema de todos. Esta avocación de los medios es fundamental luego de una década de cultura crítica muy parcial a la precariedad partidaria y a la representación, sin develar las razones de fondo y anotar las soluciones. En ese entendido, el eslabón que falta es el de los gremios empresariales presentes en el debate de los predios estrictamente económicos.
Aunque embrionariamente el país se está dotando de un movimiento por la reforma política, responsable y convergente en vías de amplitud. Lamentablemente este movimiento se nutre de los retrasos parlamentarios para abordar las iniciativas planteadas los últimos años y de la omisión de los grupos políticos que, sin embargo, desde hace tiempo dan cuenta de la crisis que los afecta y postulan soluciones fuera del Parlamento.
Los datos suministrados hace poco por el JNE son serios: sólo el 20% de los locales partidarios se encuentran operativos en las capitales de departamento, en tanto que en Huaraz, Abancay y Pasco ninguna organización política tiene un comité activo. La información detalla que de los 309 comités que los partidos consignaron al momento de su inscripción, solo 62 se encuentran en actividad. Del mismo modo, 2 de los 16 partidos políticos inscritos no tienen comités en ninguna capital de departamento y otros tres (Perú Posible, Unión por el Perú y Somos Perú) solo mantienen una sede partidaria en funcionamiento. El PPC, un partido central de eje nacional, tiene dos sedes abiertas. Al localismo partidario no le va mejor: de los 144 comités que los movimientos regionales declararon tener, solo 49 se encuentran activos.
Este movimiento reformista emergente debe ser potenciado con responsabilidad. El primero obligado a darle curso es el Congreso, para lo cual se ha sugerido extender la legislatura que culmina el 15 de junio. Realistamente, no obstante, es probable que el entrampamiento alrededor de los temas cruciales impida los acuerdos. En respuesta a ello, las instituciones y grupos políticos comprometidos con la reforma deberían sacar el debate de esta a la sociedad porque se requiere una reflexión extendida respecto de las condiciones en las que el sistema político encarará las elecciones regionales y municipales del 2014 sin cambios, acompañando e impulsando los esfuerzos que realizan los partidos en materia de organización, comunicación, educación y designación de candidatos.

Lula en Sao Paulo, habla del progesismo en A. Latina, del Perú y de la integración.

El pasado jueves 24 de mayo entrevisté para La República al ex presidente Lula en Sao Paulo. Junto a mi colega Michel Solís de LR digital tuvimos una amena charla con uno de los líderes de A. Latina más globales en el sentido político de la palabra. Volví a ver al Presidente Lula luego de varios años, desde cuando el 2003 llegó Lima en una histórica visita que dio inicio a una intensa cooperación.
Lula habla del mundo, de Brasil y de América Latina con profundidad; es un hombre global que habla en clave de mediano y largo plazo. Sus preocupaciones son la integración y la gobernanza mundial. Al recibirnos fue él quien primero entrevistó, en una amena charla. Recordó a su entrañable amigo Javier Diez Canseco y comentó con cifras en la mano los logros y desafíos de la relación Brasil/Perú que fomenta desde su visita en agosto del 2003, y sus relaciones con los gobiernos de Toledo, García y Humala.
La República publica hoy la entrevista a la que agrego algunas fotos.
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Lula Da Silva. Ex presidente de Brasil durante dos periodos consecutivos, desde 2003 hasta 2010. Fundador y líder histórico del Partido de los Trabajadores. Fue dirigente de los obreros metalúrgicos de Brasil y tenaz opositor a la dictadura del general Ernesto Geiser en los años setenta.
Texto: Por Juan De la Puente.
Foto: Ricardo Stuckert / Instituto Lula.
 
A pocos días de venir al Perú, el ex presidente Lula nos recibe en la sede del Instituto Lula, una casa de dos plantas en el distrito de Ipiranga, al sudeste de Sao Paulo. Lula predica con convicción la integración sudamericana y defiende el legado de sus ocho años en el poder: el diálogo social, las reformas y la gobernabilidad. Con soltura y escogiendo las palabras con detalle, se ubica en la escena regional exponiendo un discurso que marca amistosos matices sobre Venezuela y en menor medida Argentina, sin salir del campo del progresismo. Habla de Chávez, Maduro, Piñera, Santos, Humala, Toledo, Alan García y Cristina Fernández de Kirchner.
Para ir a tono con los tiempos es usted un ex presidente global.
Es muy difícil que un ex presidente cree las condiciones para ser ex presidente y dejar al que fue elegido que gobierne. Cuando dejé de ser presidente tomé una decisión: trabajar el tema de América del Sur y las relaciones entre Brasil y África. Para ese mandato de la integración trabajamos y con ese espíritu iré al Perú.
Las relaciones Perú/Brasil de los últimos 10 años fueron más intensas que en los 180 años anteriores, y eso que nos ha visitado menos.
¡Noo! Yo creo que fue muy equilibrado; he ido más a Venezuela porque era necesario ir. Luego de las elecciones del Perú iba a ir pero hubo circunstancias que me lo impidieron.
¿Expone la integración o la visión de Brasil de la integración?
Yo creo que si Brasil quiere ser un actor global debe tratar con mucho más cariño a sus vecinos. Y no solamente con cariño sino con una integración real y una real asociación comercial. En este mundo globalizado tenemos que tener en cuenta que nadie le va a dar espacio a otro, y esta crisis ha demostrado que cuanto más diversificadas son las relaciones comerciales un país sufrirá menos con la crisis. Si solo dependes de un socio comercial y ese país entra en crisis, te perjudicas. El asunto es cómo diversificar.
¿Funciona una integración jalonada por el comercio?
Tenemos que trazarnos metas en el comercio multilateral. Lo más importante es el potencial de crecimiento y de comercio entre los países sudamericanos, es decir, qué les vende Brasil a sus vecinos y que les compra. Todavía tenemos un comercio muy limitado y pienso que establecer metas para llegar a niveles superiores de comercio es difícil, y no se puede concluir en el mandato de un solo presidente. Por ello debe ser una cuestión de Estado. Recuerdo que cuando asumí la presidencia el comercio de los países del Mercosur era muy limitado, de unos 5 mil millones de dólares; hoy es de 48 mil millones. Con Argentina era 7 mil millones y lo llevamos a 39 mil millones. Con Uruguay era poco más de 200 millones de dólares y hoy día son 2 mil millones de dólares. Cuando la gente comercia, aumentan las posibilidades concretas. Y claro que si no tenemos capacidad de producir no podemos plantearnos metas.
UN BALANCE DEL PROGRESISMO
Este año ha sido especialmente electoral en América Latina, con comicios en Ecuador, Paraguay y Venezuela, y vienen los de Chile y las elecciones legislativas en Argentina. ¿Qué balance haría sobre esta hora del progresismo latinoamericano? Uno de estos procesos, Venezuela, confirmó una fractura y caminamos a otra, en Argentina.
Yo tuve la suerte de gobernar 8 años Brasil cuando los sectores más progresistas de América del Sur empezaban a ganar terreno. La elección de Piñera en Chile salió un poco de la tendencia que se había generado, sin embargo, su comportamiento más conservador en Chile fue distinto a su actitud en Unasur, con respeto y dignidad. Una sorpresa agradable fue la victoria de Santos en Colombia por la desconfianza, porque había sido ministro de Defensa de Uribe, y se pensaba que podía ser más duro con Venezuela. Alan García me alertó de que íbamos a tener una gran sorpresa con Santos porque con él sería más fácil de tratar, como en realidad ha sucedido. No es una sorpresa desde el punto de vista ideológico sino en relación con su comportamiento.
Lo sucedido en Venezuela, no obstante, no confirma esa tendencia regional.
En Venezuela se ha producido una situación sui géneris. Primero, por la victoria de Chávez en octubre como un hecho indiscutible y, luego, la elección de Maduro. Resulta muy difícil desde Brasil hacer una evaluación de lo sucedido; desde hace tiempo la sociedad de Venezuela está muy dividida y sobre eso conversé varias veces con el presidente Chávez en la perspectiva de reducir las tensiones.
¿Hay espacio para rebajar la tensión o la ruta es irreversible?
La sorpresa en la última elección de Venezuela es que, considerada la conmoción en el pueblo venezolano por la muerte de Chávez, la elección de Maduro iba a ser más fácil, y eso lo decían las encuestas. Ni las encuestas captaron la evolución; sucedió el proceso electoral y ahora el presidente Maduro tiene que imprimir un nuevo ritmo a su gobierno, tendrá que esforzarse para construir su propia imagen y para presentar las propuestas post Chávez. Él lo hará más fácil con un discurso para ampliar la base social, principalmente para ganar a los sectores de clase media y a los empresarios, para consolidar un proceso de paz.
Para definir a un país dividido en dos mitades usted usa el término sui géneris. ¿Este nuevo momento no solo pasa por ampliar la base social del gobierno sino por resolver una fractura vasta y profunda?
Precisamente para eso debe ampliarse la base social, para llegar a otros segmentos porque es muy difícil gobernar una sociedad donde el 50% está a favor y el 50% en contra; puede gobernarse pero con mucha tensión y por eso me parece necesario aliviar esa tensión para poder gobernar con tranquilidad. Hay que decir qué se va a hacer los próximos años, decirlo claramente en la economía, la actividad agrícola, la producción de alimentos, la energía, la infraestructura, y qué ha de suceder en las relaciones políticas con la sociedad.
La fractura, sin embargo, es política y social.
Quiero decir que tengo un compromiso profundo con Venezuela. Ahora, puedo hablar de mi experiencia propia: mi primer mandato no fue fácil, tuvo mucha tensión y yo estaba seguro de que era posible construir cierta tranquilidad para gobernar. Creo que el pueblo venezolano desea esa tranquilidad. Maduro tiene una chance extraordinaria, no para repetir las cosas que hizo Chávez sino qué hará más adelante y cómo la sociedad estará involucrada.
LAS REELECCIONES
Es un desafío complejo por los últimos sucesos en el parlamento. El progresismo latinoamericano ha construido mayorías sólidas para darles estabilidad a Ecuador, Uruguay y Bolivia, pero cuando tiene dificultades como en Venezuela y Argentina abandona prácticas democráticas, hostiga a la prensa y afecta las libertades. ¿Cuánto hay de progresismo en este abandono?
Otra vez hablo con mi ejemplo. En Brasil un presidente nunca antes tuvo la posibilidad de aprobar un tercer mandato como lo tenía yo, pero yo no quise. Creo que un principio elemental de la democracia es saber que lo que es válido para nosotros también es válido para los demás. Si quiero tres mandatos, alguien va a querer cuatro o cinco, y vamos a tener una pequeña dictadura. La democracia es la única garantía, utilizando la alternancia de poder para garantizar que el pueblo participe libremente en la elección y en la ejecución de las políticas de gobierno.
Pero puede haber progresismo sin alternancia. En Argentina…
Yo pienso que Argentina vive un proceso democrático que hace tiempo no vivía. Vive su mayor periodo de crecimiento continuo y el gobernante tiene su forma de ser y recogerá lo que dice la gente. Si no cumple, no lo van a reelegir; y si acierta, lo van a reelegir. Cristina (Fernández de Kirchner) tendrá este año elecciones legislativas y va a depender mucho e importa mucho esa elección para que ella conserve la mayoría. El problema de Venezuela no es ese, porque –en el Congreso– Maduro tiene la mayoría. El problema allí es saber utilizar esa mayoría para ejercer la democracia y no usar esa mayoría para aumentar el poder personal.
Está en debate también la relación entre el progresismo y la libertad de prensa.
Este es un reto que debemos tener en cuenta. En toda la historia de América Latina, nunca la izquierda vivió un momento como el de ahora; nunca ocupó tantos gobiernos en tantos países, y tenemos que saber que si hacemos las cosas bien el pueblo seguirá respaldándonos. Si nos equivocamos, el pueblo nos sacará del gobierno como sacó a la derecha. Pero por eso tenemos que garantizar la democracia, y eso vale para la prensa. Aquí en Brasil tengo un pequeño problemita. Cuando critico a la prensa ellos me dicen que los estoy atacando, y cuando ellos me atacan dicen que me están criticando, pero igual me siento muy a gusto porque pocas veces Brasil ha tenido un presidente republicano actuando republicanamente. Nunca ningún diario o canal de televisión dejó de recibir publicidad del gobierno simplemente porque me criticaban, y me parece que ese comportamiento debe ser universal en el ejercicio del poder. Sin embargo, los compañeros de la comunicación deben también comprender que un canal de TV es una concesión del Estado y no puede utilizarse una concesión para actuar como si fuese un partido político. Si todos actuamos de manera republicana será perfecto para la democracia.
DIÁLOGO SOCIAL Y GOBERNABILIDAD
Ahí marca usted una diferencia con otros procesos en la región.
Quiero decir algo: soy una persona que trabaja incansablemente su proceso democrático. Una vez fui a dar una charla y unas personas muy ricas de Perú me preguntaban quién es mejor para Perú, Keiko o Humala. Sin ninguna duda dije que Humala será mejor para el Perú, y me puse muy feliz cuando él ganó las elecciones. Obviamente se dio ese primer paso; ahora, espero que él esté construyendo la gobernabilidad peruana de la forma más democrática posible. Una de las cosas a las que le di mayor valor en Brasil, el mayor legado que yo quería dejar, era la relación que el Estado construyó con la sociedad y al mismo tiempo la relación con las organizaciones de la sociedad. En 8 años de gobierno convoqué a 74 conferencias de alcance nacional que discutían los temas indígenas, raciales, discapacidad, educación, seguridad, salud pública, minorías sexuales, ambiente, cultura, comunicación. Convocamos conferencias que estaban precedidas por el nivel municipal y estadual hasta llegar al federal/nacional. He participado en casi todas ellas y allí oía muchas críticas contra mí, pero todo tenía un valor y a partir de eso construimos las políticas públicas que luego adoptamos. Por eso, cuando me preguntan cuál es el principal legado, yo siempre digo: mi relación con la sociedad, el diálogo social, es decir, hacer exactamente lo que yo había prometido en la campaña.
Las políticas sociales redujeron la pobreza en Brasil y en varios países, entre ellos el Perú, pero se debate el futuro de los programas de transferencia condicionada y la focalización, porque la desigualdad es resistente y porque se universaliza poco los derechos. ¿Estamos tocando el límite?
No, y espero que mi amigo Alan García lea la entrevista porque voy a contar una divergencia que hubo entre nosotros, porque yo pensaba que podríamos empezar a distribuir a través de políticas sociales al mismo tiempo que la economía crecía. Alan creía que primero era necesario que la economía creciera para distribuir. En Brasil, el resultado concreto es este: nosotros logramos sacar a 16 millones de la pobreza extrema y 40 millones de personas ascendieron a la clase media de las clases llamadas D y E, creando alrededor de 20 millones de empleos formales en 10 años. Ese es el resultado de la combinación de políticas públicas que no esperó el crecimiento de la economía sino que fue haciendo las cosas al mismo tiempo.
Es nuestro caso también: con Toledo y García se creció y distribuyó, más con el segundo, y en 10 años de democracia bajamos 30 puntos de pobreza. Pero la desigualdad es resistente.
No creo que sea resistente. Si se toman los datos se verá que en mi gobierno los más pobres tuvieron un aumento de ingresos en 68% y el de los ricos 10%, y en 10 años los trabajadores tuvieron aumento general de salarios, un aumento del salario mínimo cada año, es decir, aumentó el poder adquisitivo de la sociedad. No hay agotamiento porque no estamos hablando de una sola política sino de varias políticas que van desde la producción, el salario, hasta el crédito. En Brasil no había crédito y en 10 años hemos expandido el crédito del 25% al 50% del PBI. ¿Dónde radica el milagro? Es que nosotros pusimos a los pobres en el presupuesto nacional.
LA CRISIS MUNDIAL Y América LATINA
Se aprecia una desaceleración del crecimiento de la región, ya sea provocada para evitar la inflación, por la caída de la demanda de otras regiones o de los precios de algunos commodities. Considerando que Europa y Asia razonan colectivamente, ¿qué deberá hacer América Latina?
Creo que la crisis europea está durando mucho tiempo porque los líderes políticos y sociales se han demorado en tomar decisiones. La crisis de Grecia pudo resolverse a tiempo con 30 mil millones de dólares, pero ahora no se resuelve ni con 200 mil millones. Si al comienzo de la crisis se hubiese detectado correctamente la causa de esta y se hubiesen tomado decisiones, se habrían evitado lo que se vive ahora. Hay un problema que toca a la propia organización de la Unión Europea. Yo creo que es el momento de discutir el potencial de cosas que podemos hacer juntos. Yo estaba viendo el flujo del comercio entre Brasil y Perú y es muy poco para el tamaño de nuestras economías. Esta crisis demanda que, si el comercio tradicional está cayendo, intentemos fortalecer nuestra relación con nuestros socios de la región.
Es natural que se tienda a diversificar, pero no se aprecia una respuesta colectiva a la crisis.
El desafío es dentro y fuera. Nosotros tomamos el 2010 la decisión de frenar un poco la economía porque el volumen del comercio era muy grande y podría traer inflación. Yo les digo siempre a los empresarios que ni deben existir dudas respecto al crecimiento económico de Brasil y que antes del 2016 seremos la quinta economía del mundo porque tenemos un programa de inversiones y porque la sociedad tiene cada vez más poder adquisitivo. Cuando digo esas cosas, les digo a las personas: vamos a enfrentar la crisis haciendo propuestas de futuro y no quejándonos del pasado. Si no le vendí a Europa el año pasado y no le vendo este año, en vez de lamentarme busco otros socios comerciales para venderles a ellos lo que no le vendí a Europa.
La reflexión regional colectiva frente al desarrollo y el comercio para el corto y mediano plazo no llega. Europa y Asia debaten cada cual colectivamente pero una propuesta económica latinoamericana consistente no la tenemos desde los 50, desde la sustitución de importaciones.
A veces llego a pensar que tenemos complejo de inferioridad, y quizás por nuestro pasado colonial. No hemos constituido instituciones multilaterales sólidas para encarar nuestros problemas. Vamos a La Haya cuando podríamos tener una corte regional propia, y cuando tenemos crisis decimos que los europeos tienen la solución para nosotros. Ahora ellos tienen la crisis y no saben nada. Tenemos que construir un proyecto de comunidad; tenemos que agotar la exploración de las semejanzas entre nosotros y decir qué queremos ser y qué queremos producir. Si definimos eso y si establecemos una política de financiamiento propio, podremos dar un extraordinario salto de calidad. Tenemos que ser un bloque: Europa es un bloque, EEUU es un bloque por sí mismo. Si eso ni se entiende, seremos siempre un grupo de pequeños países tratando de sobrevivir.
LA GOBERNANZA DEL MUNDO
Este proyecto de bloque ya dio algunas batallas. Una de ellas es la reforma del Consejo de Seguridad de las NNUU y del FMI que usted impulsó. ¿Cómo ve la perspectiva a estas dos reformas?
No es fácil hacer un cambio. Queremos establecer un nuevo Consejo de Seguridad que represente a la nueva geopolítica del mundo. En 1948 había un escenario pero en el siglo XXI tenemos un escenario distinto. No es posible que allí estén los mismos cinco países desde 1948, claro salvo China. No es posible que África y América Latina no estén representados, que no estén la India, Alemania o Japón, pero cuando se discute eso todo el mundo dice que Japón sí, pero China no lo permite; dicen Brasil sí, pero México se opone; todos quieren a Alemania pero Italia se opone; todos hablan de Sudáfrica pero Nigeria se opone. No queremos discutir qué país va a representar, porque si discutiéramos por qué África tiene un representante y no tres, por qué América Latina no tiene a México y Brasil, que actúen colectivamente y que voten por América Latina y no sean decisiones de cada uno de ellos, es decir, ejercer una representación.
La crisis de ese gobierno del mundo está, no obstante, a flote.
El mundo a pesar de estar globalizado no tiene una gobernanza global, no tiene cómo implantar decisiones. El G20, igual: si les echas un vistazo a la reunión de Washington (noviembre de 2008) y a las de Pittsburgh (setiembre de 2009) y Londres (abril de 2009), verás que de ellas tomamos todas las decisiones pero no se ejecutó ninguna porque cuando regresamos a nuestros países predominan las decisiones del Estado nacional.
¿En qué medida estos resultados tienen que ver con la falta de una relación mejor enfocada de Brasil con EEUU?
Pienso que no tiene que ver con la falta de conversación ni porque no hubo diálogo. Brasil tiene una excelente relación con EEUU pero creo que ellos no pueden ver como socios a Brasil. No nos ven como un aliado sino como un adversario, piensan que somos una competencia. Lo que siempre hemos pedido es que nos traten en igualdad de condiciones en lo político, cultural y comercial. Ese era el sentido de la Ronda de Doha. En el 2008 estaba listo el acuerdo pero las elecciones del 2008 en EEUU no permitieron que se concrete.
Hay cariño pero no amor, y esa ausencia es estructural, ¿no?
La crisis mundial de hoy necesita más comercio justo, precisamente para los países en vías de desarrollo porque mientras más crezcamos nos convertiremos en consumidores. Esa es la lógica que no vemos hoy debido a las discusiones políticas tan frágiles. En Europa, por ejemplo, la política fue tercerizada, la crisis la discutían los funcionarios y nunca se discutió el comercio al más alto nivel, se debatía en los foros donde los tecnócratas eran los que mandaban. Por eso digo que a la discusión de la crisis económica mundial le falta un poco de política y por ello he hablado con las presidentas Dilma y Cristina porque es necesario agilizar el tema de Unasur.
 
LAS RELACIONES PERÚ/BRASIL
 
¿Cómo aplicar esa lógica de integración directa a la actual relación Brasil/Perú?
Un ejemplo sencillo: Brasil tiene frontera con Perú, y del lado peruano se producen muchas cosas pero el Estado de Acre se lleva cosas desde Sao Paulo. Desde el punto de vista comercial de que tienen que integrarse resulta imposible que cualquier ciudadano pueda entender eso. Podemos comprar del Perú productos en general más baratos. Es algo lógico.
Imagínate que el primer puente construido entre el Perú y Brasil demoró 500 años. Cuando se reconoce que lo que sucedió en 10 años no había sucedido en centenares de años, solo podemos considerarlo como un inicio y saber que nos queda mucho por hacer.
Nuestra transoceánica está hermosa pero hay que llenarla de personas y de comercio.
Parte de este futuro es nuestra carretera transoceánica por la que yo todavía no he viajado. Se lo prometí a Toledo, a Alan García, a Humala y a Tião Viana (gobernador del Estado de Acre, frontera con Madre de Dios) para juntos recorrerla y llegar a Lima. Nos falta, pero una cosa importante es que hubo un incremento de las exportaciones del Perú a Brasil; en el 2002 el Perú exportaba a Brasil 217 millones y ahora exporta seis veces más, sobre los 1.200 millones de dólares, y las exportaciones de Brasil a Perú crecieron cuatro veces.
¿Qué reflexión le provocan las relaciones bilaterales tras 10 años de su visita de Estado en el 2003?
Pienso que hubo un avance considerable que no nos imaginamos. Nuestro flujo comercial era menos de 700 millones de dólares y lo aumentamos a casi 4 mil millones. Tenemos un primer puente entre Brasil y Perú; ahora tenemos la interoceánica construida con esfuerzo de integración con el gobierno de Toledo. Pienso que hemos avanzado más de lo que avanzamos hace 50 años, pero todavía tenemos mucho que hacer. Yo trabajo con la idea de establecer asociaciones entre empresarios brasileños y peruanos. Yo no quiero que vaya un empresario brasileño a Perú y compre una fábrica sino que se asocie con los empresarios peruanos y aumente la capacidad productiva y de comercio.
EL CORINTHIANS, Y PAOLO GUERRERO
Sé que usted es hincha del Corinthians, y en esa integración tienen aquí a Paolo Guerrero. ¿Lo ha visto jugar?
Tenemos dos peruanos... trato de acordarme del otro nombre.. ahh, Ramírez, que está prestado al Ponte Preta. Yo vi el partido cuando Ramírez se estrenó en el Corinthians porque fue en mi ciudad, San Bernardo, contra el equipo de mi ciudad; fue un empate 2 a 2. Fui con la camiseta mitad y mitad del Corinthians y de San Bernardo. Yo pienso que Ramírez pudo ser mejor aprovechado por el Corinthians. Paolo Guerrero

es un suceso, marcó goles en los momentos más importantes, es un tipo muy capacitado. Ahora, el fútbol brasileño tiene pocos jugadores latinoamericanos. Guerrero es un gran jugador y debe quedarse en el Corinthians porque el club tiene grandes ambiciones.

domingo, 19 de mayo de 2013

La contrarreforma política

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-contrarreforma-politica-09-05-2013
La República
La mitadmasuno
10 de mayo de 2013
Juan De la Puente
Se anuncia el recojo de firmas para presentar al Congreso una iniciativa legislativa que permita instalar la revocatoria de los parlamentarios. La iniciativa, a cargo de uno de los promotores de la revocatoria a la alcaldesa de Lima, es presentada como un esfuerzo serio por la reforma política. Y no lo es.
En el Parlamento y en la sociedad se debate hace dos años iniciativas de reforma política que abarcan varias áreas: el fortalecimiento de los partidos, incluyendo la democracia interna; el financiamiento público; los requisitos para el ingreso y la salida del sistema político; el proceso de selección de los candidatos, los distritos electorales; el voto preferencial; la alternancia de género en las listas a cargos de elección popular; la responsabilidad de los postulantes y de los elegidos; la pérdida de la investidura parlamentaria; las incompatibilidades; y la rendición de cuentas, entre otros.
El proceso se tramita con lentitud pero avanza y se espera que este año, considerado crucial para la reforma, se concreten algunos cambios en la formación de la representación y en la gestión de los partidos y de los procesos electorales. Para el efecto, dos sucesivos grupos de trabajo de la Comisión de Constitución elaboraron informes y recomendaciones y, en ese contexto, dicha comisión aprobó hace poco el financiamiento público de los partidos. Existen otras decisiones en camino y en el horizonte el Congreso se prepara para un amplio debate del Código Electoral presentado por el JNE.
Puede afirmarse que aún a trompicones, el debate de la reforma ha empezado y ciertamente un tema en él es la renovación del mandato congresal. Una variante de esta figura es la que se propondría en la iniciativa de cuyo inicio se informa.
La iniciativa ciudadana es un mecanismo dispuesto por la Ley de los Derechos de Participación y Control Ciudadanos, Ley N° 26300, que permite presentar al Parlamento un proyecto de ley acompañado del 0,3% de firmas del padrón nacional. De hecho, desde el año 2001, la ONPE ha vendido kits para la presentación de 147 iniciativas ciudadanas. Con los estimados actuales se requerirían 60 mil firmas que, debidamente verificadas, obligarán al Parlamento a debatir un proyecto de ley.
Siendo la iniciativa legislativa el mecanismo ideal para promover desde la sociedad el debate de normas, no es cierto que la reforma política por excelencia sea la revocatoria parlamentaria. Empezar por la renovación del parlamento a mitad del mandato, sea por tercios o por mitades, sería acometer el problema de la crisis de los partidos poniendo énfasis en el resultado de la elección de la representación y no en la formación de esta representación.
No es una distinción adjetiva. La clave de la crisis que afecta a los elegidos y a las instituciones que ellos conforman se relaciona con incentivos nefastos que aparecen mucho antes de que el parlamentario se siente en el escaño. El más importante de ellos es el voto preferencial, el mecanismo que más contribuye al empobrecimiento de la representación y a la crisis de los partidos. A ello se agregan otros estímulos del caos como el financiamiento privado de las campañas, los distritos electorales demasiado amplios, la designación antidemocrática de los candidatos, la marginación de las mujeres de las listas, entre otros.
Empezar la reforma haciendo más precario el ejercicio de la labor parlamentaria, en un congreso unicameral, un mandato ya debilitado en la Constitución vigente, no sería una reforma sino un bloqueo de los cambios que se debaten, es decir, una contrarreforma, un diversionismo que hace más compleja la labor legislativa y que corre el riesgo de volverse contra el mismo sistema. Esa fue una de las razones para que la Constitución de 1920 suprimiera la renovación por tercios. Si se trata de la resistencia parlamentaria a purgar a quienes han cometido delitos, el derecho constitucional comparado ha establecido otros procedimientos. El más cercano es la figura colombiana de la pérdida de investidura congresal por mandato externo.

viernes, 3 de mayo de 2013

La guerra política

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-guerra-politica-02-05-2013
La República
La mitadmasuno
3 de mayo de 2013
Juan De la Puente
El escenario peruano ha experimentado en las últimas semanas una inesperada modificación, al anticiparse la campaña electoral que a pesar de encontrarnos a tres años de los comicios del 2016, contiene elementos de creciente polarización y deterioro de las relaciones entre los actores públicos.
El principal afectado en este proceso es el gobierno, al que se le abre nuevos y vulnerables flancos; el resto de actores también sufrirá pérdidas sensibles, por las dificultades para construir coaliciones electorales sólidas y por el abandono del centro político, una ubicación privilegiada que les permitió en su momento a Toledo, García y Humala ganar las elecciones presidenciales.
El curso abierto parece irreversible; en algunos meses extrañaremos el escenario sobre el que el gobierno operaba con cierta comodidad, ante una oposición mediática, parlamentaria y empresarial que atacaba puntos específicos del Ejecutivo conservando un buen talante frente al gobierno en su conjunto. En el nuevo ciclo se esfuman los espacios intermedios y se difuminan las funciones bisagra que permitían la actuación de una mayoría política, prestada pero mayoría al fin y al cabo: el PPC y Solidaridad Nacional en la directiva de Parlamento; Perú Posible, el aliado retrechero; Mario Vargas Llosa, el garante vigilante; y los gremios empresariales, los impacientes acompañantes del manejo económico oficial.
El desenlace de este proceso es impredecible por los rasgos poco clásicos de quienes actúan en la trama peruana. No obstante, debe descartarse una ruta brasileña como la que construyó Lula y el Partido de los Trabajadores (PT) en la primera presidencia de aquél, inaugurando un proceso democrático que dura más de 10 años. El Perú no tiene un sistema de partidos que acompañe y equilibre al partido de gobierno porque, paradoja peruana, el gobierno no tiene partido de gobierno propiamente dicho, carece de una sociedad civil organizada en diálogo dinámico con el gobierno y, más aún, el país adolece, a diferencia de Brasil, de una sociedad racionalmente abierta al cambio democrático.
Tampoco parece posible un escenario venezolano como el que inaugurara Hugo Chávez en 1999. El gobierno peruano carece de voluntad política para alterar las reglas del juego de la economía a pesar de las críticas que se le han realizado desde la empresa y los medios. A lo sumo, se propone una ligera innovación de modelo heredado, fortaleciendo el papel del Estado en algunos sectores sin reverdecer el estatismo. Un giro chavista implicaría un manejo más decisivo de los resortes políticos y militares del poder, improbables ahora, y sobre todo la movilización de las masas. Al contrario, el gobierno carece de operadores y de la voluntad ideológica chavista. Si hubo signos tempranos de Ollanta Humala, estos fueron su divorcio de la izquierda y su adhesión al pragmatismo. Algo más nos diferencia del escenario chavista: la alta legitimidad del mercado y el consenso nacional respecto a que el crecimiento económico debe ser defendido resueltamente.
El escenario de riesgo reside en que la pérdida de la mayoría y la guerra política aíslen al gobierno y generen un clima de tensión tanto en las alturas como en la calle, poniendo fin a los seis meses de relativa paz social. Si se fuerza una comparación, esta sería lo que vivió Ecuador entre el 2003 y 2005, cuando el presidente Lucio Gutiérrez, sin mayoría parlamentaria propia construyó un gobierno basado en una alianza con los sectores indígenas y la oposición displicente de los partidos. La ruptura de las alianzas y sus errores aislaron al gobierno que cayó por una asonada; la crisis fue conjurada por una sucesión constitucional precaria, el antecedente del actual régimen de Rafael Correa.
Para impedir ese escenario, el juego gobierno oposición no puede derivarse en una guerra política que use todos los medios al alcance incluyendo la amenaza de vacancia presidencial levantada por un partido con arraigo democrático. Nuestro sistema no resistiría 3 años de extrema polarización.