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martes, 14 de agosto de 2012

Invasores, indignados e indiferentes

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/invasores-indignados-e-indiferentes-14-08-2012
La República
La mitadmasuno
14 de agosto de 2012
Juan De la Puente
El enojoso episodio del pueblo Bora insultado por periodistas chilenos generó un chispazo mediático que, junto a la justa solidaridad, rompió por segundos el velo informativo que desde hace siglos cubre a la cultura amazónica. La circunstancia, sin embargo, no será suficiente para abordar desde los medios la agenda que demandan las comunidades nativas peruanas y su principal problema: su sobrevivencia acosada por actividades extractivas y por la falta de un Estado que los incluya con criterios de equidad y justicia.
En la Amazonía peruana viven 13 familias etnolingüísticas que hablan más de 60 lenguas. En la mayoría de casos, la prensa los retrata en el estilo informativo llamado mosaico (Martínez-Salanova y Peralta), es decir, con una presentación intermitente, seccionada, que promueve de ellos una sola mirada y un acercamiento ficticio a la realidad, donde las palabras, fotografías e imágenes solo entregan información y no motivan un compromiso ético. Pasado el episodio Bora, el Estado ha vuelto a lo suyo, es decir, al olvido; y los medios, al mosaico. Hasta la próxima vez.
En tanto, por ejemplo, 15 mil habitantes de los pueblos Awajún y Wampis, asentados cerca de la Cordillera del Cóndor, en la región Amazonas, son afectados por las operaciones de la empresa minera Afrodita. Las comunidades nativas de la zona denuncian que en la Cordillera del Cóndor existen 103 concesiones mineras. Allí se tala ilegalmente decenas de hectáreas y se daña la cabecera de cuencas, los ríos y las cataratas. No solo para el Estado sino para la prensa debería ser más indignante el asunto si se considera que esto sucede en el Parque Nacional Ichigkat Muja, un área protegida.
En más de un caso, la indignación sobre los Bora es una tragicomedia si se tiene en cuenta, otro ejemplo, la demonización que sufriera en el 2009 Alberto Pizango, profesor bilingüe del pueblo nativo shawi, procesado todavía por sedición, conspiración y rebelión, acusado de azuzar a las comunidades nativas en los sucesos de Bagua de ese año. El informe del Congreso pone las cosas en su sitio, pero en el país no se construye todavía la verdad oficial sobre tales sucesos. Solo habría que recordar que en ese año los pueblos nativos declararon una huelga luego de varios meses de peregrinaje inútil a Lima demandando la derogatoria de la llamada Ley de la Selva, un decreto legislativo tramposamente dictado so pretexto del TLC Perú-EEUU. La huelga, desde el 23 de abril, duró más de 40 días con la indiferencia oficial y ciudadana. Luego de los 33 muertos, la norma fue derogada, se reconoció la justa demanda, los culpables no han sido sentenciados, hubo una débil disculpa y todo ha regresado a la normalidad.
En el contexto de este caso que ha tocado las fibras de una indiferencia que de vez en cuando descubre la existencia de pueblos nativos, conviene recordar que la Amazonía peruana tiene 78 millones de hectáreas, de las cuales el 60% tiene concesiones de hidrocarburos, 16 de ellas superpuestas sobre 12 áreas naturales protegidas.

martes, 7 de agosto de 2012

Majaz a la parilla

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/majaz-la-parrilla-07-08-2012
La República
La mitadmasuno
7 de agosto 2012
Juan De la Puente
Mi entrañable relación con la Amazonía peruana me impulsa a cuestionar el video de la campaña interna de la Marca Perú titulado “Loreto, Italia”. Sus realizadores evidencian un desconocimiento de la Amazonía y una visión pobre de ella que bien podría haberse resuelto fácilmente con la asesoría técnica del mismo Estado y con una pequeña dosis de respeto.
Teniendo en cuenta que el objetivo es atraer potenciales turistas, extraña sobremanera el uso ligero de especies protegidas sobre las cuales el mensaje no puede ser otro que la permanencia en su hábitat. La búsqueda de turistas no puede realizase reiterando usos depredadores en los que incurre el video, por ejemplo, en aquellas escenas que simulan la tala de un árbol al que se invita al visitante y que ni siquiera puede ser justificado, más aún en el caso de la Amazonía, con las razones del costumbrismo colono. Los realizadores debieron informarse sobre el daño de la biodiversidad y hábitat animal por la tala de un solo árbol. También deberían saber que la caza de majaz está prohibida y que es ilegal desde hace varios años ofrecer platos típicos con esa especie.
El video expone la innegable visión del colono, la cultura que más daño le ha causado a la Amazonía y que la considera un lugar casi vacío, apto para el saqueo, con pobladores poco avisados y mujeres fáciles, es decir, un espacio de evasión. Por eso, mientras se reseña en escasos segundos las bondades de sus frutas, se dedican minutos a recrear el mito de las raíces fértiles y sus preparados estilo “rompe calzón”, confundiendo las plantas medicinales con los tragos supuestamente eróticos. Sucede lo mismo con el contraste clásico/festivo de las pinturas europeas y amazónicas, presentando a las últimas como un remedo burlesco y de mal gusto de las primeras.
Se entiende perfectamente la necesidad de incorporar a la Amazonía al circuito turístico y enriquecer la autoestima nacional con la apropiación de esta parte del territorio. El concepto Marca Perú es valioso y sirve mucho a este propósito, aunque debería quedar claro que vender la Amazonía en el sentido más turístico de la palabra significa que debe ser visitada con el mismo respeto que demandan la sierra y la costa. Ya se tienen gruesos problemas con la tala y minería ilegal, la contaminación sonora de las ciudades y la pobreza como para agregar un turismo depredador y desenfrenado. En ese punto, recordemos los escasos avances en la lucha contra el turismo sexual infantil en Loreto.
Nuestra Amazonía no merece simplificaciones tan ligeras. Posee otros valores que la hacen atractiva, especialmente una cultura diversa que sintetiza la modernidad citadina con elementos ancestrales abundantes en religiosidad y leyenda. El video sacrifica esta síntesis, resultado del cual es la presentación no de un mundo sino de un submundo. Vendamos la Amazonía, claro, pero que no la malogren.