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jueves, 29 de diciembre de 2016

Disolver, disolver o la guerra política

http://larepublica.pe/impresa/opinion/828982-disolver-disolver-o-la-guerra-política
La República
La mitadmasuno
9 de diciembre de 2016
Juan De la Puente
 
“La primera víctima de la guerra es la verdad”.
Esquilo
 
Cinco apreciaciones a la vena y sin filtros sobre la agenda política.
Nueva etapa. La interpelación e inminente censura del ministro Jaime Saavedra cancela el consenso a palos entre el gobierno y la oposición. Se abre, al parecer, otro período, el de palos sin consenso, cuyo efecto será el bloqueo de los poderes y su desconexión total con la sociedad. Este resultado traerá una gobernabilidad de muy baja intensidad que acelerará la descomposición de ese extraño “desequilibrio racional” instalado post colapso de los partidos. Este palos sin consenso no tiene salida y será más rechazado por la sociedad que la victoria de una de las partes. Si los poderes no vuelven a la convivencia forzada, la crisis que se abre no será nueva sino la conversión de la vieja crisis en colapso.
El gobierno debe gobernar. El principal problema del gobierno es la guerra política, parecida a otra guerra, la que destruyó al humalismo (2013-2016) y a casi todos sus contrincantes. La diferencia con la actual guerra es que el fujimorismo –mayoría clara en el Congreso– tiene ahora mucho que perder porque ya no puede colocarse tras la voluminosa personalidad política de Alan García, que se desgastó en la primera guerra con los efectos conocidos. Aun así, los gobiernos son elegidos para resolver problemas y si quieren, para pelearse, pero no para hacer lo segundo a costa de lo primero. Por esa razón, PPK no puede darse el lujo de quedarse sin gabinete a menos de cinco meses de su debut. Es extraño en ese escenario la despolitización de la defensa de Saavedra que se centra en #SaavedraNoSeVa en lugar de #ZavalaNoSeVa, si el argumento es que el fujimorismo quiere liquidar a PPK.
Mucho Juego de Tronos. En una crisis tan dinámica, las conspiraciones son limitadas, aunque en nuestro caso las partes explican la confrontación desde una narrativa conspirativa exagerada e infinita, para las que solo hay elites, poderes, medios y operadores, una política ruda y violenta, pero muy “netflix”, empaquetada al gusto y en la que se extraña sobre todo al pueblo. No tengo duda de que la interpelación ha afectado al fujimorismo –aunque no solo a él–, pero presumo que las encuestas venideras constatarán la demanda ciudadana contra el encono en las alturas y relativizarán los discursos complotistas. Como a la primera guerra, a esta le falta pueblo, al punto de que el Gobierno nunca recurrió a este a pesar de tener la mesa servida para la defensa de una reforma educativa de virtudes innegables.
Bien el Frente Amplio. El Frente Amplio (FA) hace bien en no mezclarse con la guerra en las alturas y elaborar una narrativa propia educativa y universitaria. No se puede pedir menos a una izquierda con casi un siglo de relación con los movimientos estudiantiles y docentes de base. No encuentro razón para que el FA ligue su destino a una causa que en el Congreso ni siquiera es defendida por la bancada oficialista y en cambio sí por Alianza Para el Progreso, una bancada auténticamente universitaria. Quizás lo que le falte allí al FA es más conexión social respecto de la etapa que se inicia.
Realismo político. Molesta la forma y el tono de la interpelación al ministro Saavedra y los argumentos usados contra él. No obstante, la discusión más importante no se refiere a los adjetivos y al tono. Saavedra no es todo el gobierno y con él no empieza o termina la necesidad de una mejor gobernabilidad. En los tres gobiernos anteriores, la tensión extrema entre los dos poderes por razón de un ministro ha terminado con el ministro fuera del cargo. Los casos más emblemáticos: de Rospigliosi y Diez Canseco en el gobierno de Toledo; de Pastor en el gobierno de García y de Figallo, Lozada, Adrianzén y Jara en el gobierno de Humala se saldaron con la salida del funcionario en un compás de tiempo en el que la demora del cambio debilitaba al gobierno. No encuentro razones para que ahora las cosas no evolucionen de ese modo y es la vía para que el gobierno salga de las cuerdas.

viernes, 4 de octubre de 2013

El regreso de "esto es guerra"

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/el-regreso-de-esto-es-guerra-04-10-2013
La República
La mitadmasuno
4 de octubre de 2013
Juan De la Puente
Los líderes políticos parecen haber decidido romper la tregua de setiembre y embarcarse en una nueva guerra política cuando el diálogo pasaba al detalle. No es que la oposición no deba ser oposición ni el gobierno deje de ser gobierno, pero la polarización marzo/agosto no fue edificante para unos y otros, de modo que quienes hacen (o deshacen) la agenda pública deberían auscultar la opinión pública si van a volver a trenzarse en una trifulca. El juego de esto es guerra podría terminar en nadie sabe para quien trabaja.
Los datos están a la vista. De acuerdo con la reciente encuesta de GfK, publicada por La República, la aprobación del Presidente Humala se ha estabilizado a la baja, con 26% de aprobación; esta ha crecido en Lima, en los sectores D/E y, por el contrario, continúa en descenso en las regiones, especialmente en el sur. Sería un exceso afirmar que la principal razón de la caída de Humala es la guerra política, aunque es esta la que ha desnudado los flancos débiles del gobierno y sus vacíos en la vocería y operación política.
La estabilidad a la baja se explica con dos argumentos que pueden ser concurrentes, que la aprobación ha tocado fondo y/o es el resultado de la despolarización política a la que ha inducido el diálogo impulsado por el premier Juan Jiménez Mayor. Coincidentemente, una de las pocas cifras gruesas de reconocimiento mayoritario que exhiben el gobierno y la oposición (52%) es dicho diálogo, aunque en este tema también se registra la misma brecha sectorial y regional: un rechazo mayor en el sector E y en el sur, y más entusiasmo en Lima y en el sector A/B.
Los datos confirman que el sur es la parte más caliente del Perú actual, el reducto contestatario que, a diferencia de las otras regiones, se resiste a desmovilizarse. En el reciente paro nacional la mayoría de sus ciudades fueron escenario de concurridas marchas, la más numerosa en el Cusco, donde 30 mil personas se manifestaron por demandas específicas. En cambio, la opinión pública en otras regiones tiene un comportamiento más matizado.
La encuesta incluye una sugerente pregunta sobre las características del Presidente Humala y compara las respuestas con las ofrecidas en julio del año pasado y en este año. Las respuestas indican que el presidente se habría graduado de político tradicional: es menos querido, menos creíble y menos firme, y de él piensan los peruanos que es poco enérgico y eficaz. Colocando en perspectiva estas respuestas y el temperamento que motivan, es probable que la opinión pública entienda que no puede pedirle más al gobierno, salvo algunos reductos sectoriales y regionales. En buena cuenta, el giro de Humala parece haberse consumado sin que, por ahora, nadie capitalice el rechazo al su desplazamiento a la derecha.
Los datos exhiben otras cifras en negativo. La oposición tampoco ha cosechado éxitos y este no es su mejor momento. Lo que tiene son sus peores resultados si se considera la caída de los índices oficialistas. A la oposición en su conjunto la desaprueban 2/3 de encuestados y su aprobación es la misma que Humala. Individualmente todos los líderes políticos nacionales tienen más desaprobación que aprobación y, como el Presidente, tienen más aceptación en Lima que en las regiones. Aunque se aprecia diferencias en las aprobaciones (PPK y Keiko cerca al 40%, AGP 29%  y Toledo 11%) es indudable que ninguno ha logrado mejorar la percepción que la opinión pública tiene de su desempeño.
Es difícil por ahora explicarse todos los elementos de un escenario donde todos o casi todos pierden. La medición de la aprobación de los políticos en el Perú es una variable independiente, a diferencia de los estudios de popularidad usados en otros países, de modo que la caída de unos no puede relacionarse con el desempeño de otros. No obstante, el modelo de guerra política ensayado este año, medido en varios sondeos, aconseja que los luchadores deban por lo menos elegir los temas, el discurso y los escenarios de una confrontación. El respetable puede cansarse o ver a los gladiadores con el mismo rostro.