Mostrando entradas con la etiqueta electores. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta electores. Mostrar todas las entradas

jueves, 7 de abril de 2011

El elector perezoso

La mitadmasuno
La República
Jueves 7 de abril de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/07-04-2011/el-elector-perezoso

Se ha escrito y debatido extensamente sobre el papel de los partidos y de los líderes en esta campaña pero muy poco sobre los medios y los electores, especialmente estos últimos, objetos de adulación populista y, al mismo tiempo, de exclusión política. Una apreciación de su rol actual quizás nos lleve a desnudar algunos mitos porque una de las razones de la fallas en los sistemas de predicción electoral se refiere al cambio de la racionalidad del votante, particularmente de aquél que deja de tener eso que se llama preferencia política. Sin embargo, la fragmentación como explicación de la volatilidad de nuestro electorado no parece completa; debería complementarse con otra: el alejamiento ciudadano de la política, es decir, la antipolítica.

Sobre el caso, algunas preguntas son mas fáciles de responder: ¿Por qué un elector no vota por el mismo partido que la vez anterior? Porque los elegidos no cumplen sus promesas, porque las ofertas han cambiado sustancialmente o porque los partidos no son los mismos de una elección a otra.

No obstante, hay otras preguntas más complejas frente a las cuales solo caben por ahora hipótesis: ¿Por qué la mayoría de electores no define su voto antes del inicio de la campaña electoral y, peor aún, espera las últimas semanas o días para escoger una opción? Entre las respuestas se puede encontrar una que rechaza la idea del elector ignorante, pobre, poco instruido y fácil de engañar (electarado): que al igual que muchos políticos la mayoría de electores no son políticamente correctos, y se comportan como una demanda populista que determina o se encuentra con una oferta igualmente populista.

En esa lógica no existe un “pobre” elector desinformado y un político avezado que lo seduce. Al contrario, es un negocio entre dos culturas populistas, resultado de una perversa asociación entre el sistema electoral y el mercado donde el voto es el dinero, los votantes los consumidores y los partidos las empresas, fenómeno estudiado desde la crítica al populismo (Echazarra; 2005).

En el ámbito de ese quién da más el elector tiene también una culpa. En su pereza ciudadana no le exige responsabilidad política a los políticos, acepta que su participación sea recortada y que el diálogo político sea cero y, al mismo tiempo gana, o cree que gana, estabilidad, empleo y obras. ¿Quién es más perezoso, el político que solo ofrece estabilidad o el elector que renuncia al cambio?

viernes, 18 de marzo de 2011

la democrcia portátil

La mitadmasuno
La República
Jueves 17 de marzo de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/17-03-2011/la-democracia-portatil

Estas elecciones, las primeras de la democracia sin partidos, ya cobraron una víctima; en realidad son millones: los ciudadanos. Nunca se había visto un nivel tan alto de desmovilización de los electores. Es también inédita su marginalidad del proceso electoral y su poca importancia para los candidatos y para los medios.

Los mítines concentran, en el mejor de los casos, pocos cientos de personas, en tanto que la campaña se reduce a recorridos por las calles en un modelo carnavalesco, es decir,  carros alegóricos, saludos desde lejos y el arrojo de regalos. Lo más cercano a un contacto directo son la visitas relámpago a los centros de concurrencia diaria. Por eso la mayoría de candidatos ha visitado los mismos mercados, ha cargado a los mismos niños y ha besado a las mismas mujeres.

El eje de las campañas anteriores, en línea decreciente, eran los militantes de los débiles partidos que pugnaban por ganar las calles, hablar con la gente, abrir locales y distribuir  propaganda. En esta etapa, han sido reemplazados por las llamadas “portátiles”, grupos de tarea rentados para toda actividad electoral y que pueden servir a destajo a uno o más postulantes.

Albricias, hemos tercerizado la militancia política y las emociones partidarias y hemos canjeado a los adherentes por barras bravas.
Lo más cercano al diálogo entre candidatos y electores es el que se produce desde la publicidad en radio, TV y diarios en un formato genérico que no diferencia a los emisores. La otra aspiración de diálogo son los paneles publicitarios, espantosa expresión de la Torre de Babel que es la política peruana: muchos mensajes, gran confusión y harto dinero. Es paradójico que, en ese contexto, algunos candidatos digan que su campaña se basa en escuchar a la gente.

Estos fenómenos agregados están produciendo cambios cruciales. La formación de un escenario con cinco candidatos principales evidencia una alta fragmentación y, al mismo tiempo, la baja legitimidad de los postulantes. En perspectiva, es un aviso de la dificultad de nuestro sistema para formar una mayoría política. Desde la sociedad, el mensaje es también directo, la fragilidad de la opinión pública, es decir, la poca cohesión de los juicios compartidos por los peruanos. Entre los peligros de una democracia débil como la nuestra, uno de los mayores es el espiral del silencio. Toda incertidumbre tiene un precio.