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domingo, 4 de marzo de 2018

Las regiones no hacen política

http://larepublica.pe/politica/1201492-las-regiones-no-hacen-politica
La República
La mitadmasuno
23 de febrero de 2018
Juan De la Puente
Nos aprestamos a iniciar la campaña electoral regional y municipal más pobre desde que se eligieron los primeros alcaldes, en 1963. El auge de la corrupción regional/local ha hecho que el único aspecto decisivo de las elecciones de octubre próximo sea evitar que se elijan autoridades comprobadamente corruptas o sospechosas de serlo.
Este empobrecimiento de la democracia confirma del extravío de la agenda subnacional; denuncia un espantoso minimalismo y un abandono de lo público en un contexto en el que, paradójicamente, se les pide a los políticos nacionales que “hagan política”. Las demandas de transparencia electoral, inclusive, han abandonado aspectos cruciales del proceso como la democracia interna de partidos y movimientos, y los sospechosos gastos de la pre campaña electoral.
Debería ser otro momento. El proceso de descentralización tiene 15 años de vigencia, gran parte de los cuales está suspendido en el aire. No está claro qué le ha hecho más daño al proceso, si la liquidación de las elites regionalistas que pugnaron por iniciar esta etapa, el colapso de los partidos nacionales en las regiones o la reconversión mafiosa de las nuevas élites mercantilizadas. Sea cual fuese la respuesta –podrían ser todas ellas, una tras de otra- tendremos este año las elecciones más centralistas que hayamos imaginado en un contexto de regiones y municipios desnudos, descarnados y abandonados por dentro y por fuera. 
Sin proyecto regional más allá del diseño de carreteras, hospitales y mercados, un grupo de regiones (Apurímac, Ayacucho, Cusco, Junín, Madre de Dios, entre otras) crecieron en la última década varios años por encima del promedio nacional sin que esta evolución significase el fortalecimiento de sus instituciones y el mejoramiento de la relación entre el poder y los ciudadanos.  En este punto, el mal centralista de buena economía combinada con mala política contagió a la mayoría de regiones. Probablemente en ellas exista actualmente más fragmentación, más políticas de fuerza, de exclusión y liquidación del adversario que en la política nacional.
Las regiones y municipios se han debilitado como un conjunto capaz de equilibrar la dinámica de las relaciones políticas nacionales al extremo que la mayoría de grandes conflictos sociales se gestionaron sin las regiones o contra ellas. Las políticas de identidad son el último refugio de este descentralismo que se bate en retirada; ellas pueden ser una respuesta a las crisis internas (Tacna vs Moquegua es el caso más caracterizado) pero ya no sirven para fijar la atención en el futuro.
Parece que el ideal descentralista sobra. Su horizonte originario se ha diluido. Fue primero reemplazado por el paradigma constructor. El eje de las dos últimas campañas electorales (2010 y 2014) fueron las obras de infraestructura que reemplazaron los problemas de fondo que llevaron a la recusación histórica del centralismo, el poder y el progreso social. Ahora, en la campaña que se inicia, no existe paradigma; el reino del taper, el polo y el helado ya es absoluto y abierto.
Me pregunto por las estrategias y rutas para revertir esta situación y aprecio más de lo mismo; un fuerte interés por evitar que los indeseables accedan o retornen al poder, acompañados de una oferta electoral tradicional que reproduce el centralismo nacional en el centralismo regional. Es probable que esta tendencia no sea revertida por los partidos nacionales que han empezado a fraccionarse gracia a la ley que permite las candidaturas de quienes no viven en la circunscripción electoral, la del domicilio múltiple.

Puede sonar raro pero la única salida es la recuperación de la unidad regional, la búsqueda de un horizonte común por quienes participarán en las elecciones de octubre, el cese de las políticas de exclusión adelantadas que son el antecedente del fracaso de quienes ganarán los municipios y regiones. La idea de un nuevo horizonte regional reclama una agenda pública renovada. Honradez sí, claro, pero también calidad y proyecto común. La crisis de la gran política nacional es una oportunidad para las regiones y municipios.

sábado, 29 de abril de 2017

Ancash corrupción más corrupción (I, II y Final)

Ancash  corrupción más corrupción (I, II y Final)
http://larepublica.pe/impresa/opinion/865131-ancash-corrupcion-mas-corrupcion-i
http://larepublica.pe/impresa/opinion/867596-ancash-corrupcion-mas-corrupcion-ii
http://larepublica.pe/impresa/opinion/870070-ancash-corrupcion-mas-corrupcion-final
La República
La mitadmasuno
14, 21 y 28 de abril de 2017
Juan De la Puente
Lo que sigue es una seria de tres artículos publicados en La República los días 14, 21 y 28 de abril, respectivamente, en los que abordo el desenlace de la corrupción post corrupción en Ancash, como una caso de la escasa utilidad de la movilización anti corrupción sin pactos y soin cambios en la formación de la representación y en el juzgamiento de las tramas de crimen político organizado.
(14 de abril de 2017)
El 15 de marzo del 2014 fue asesinado el ex consejero regional de Áncash, Ezequiel Nolasco. Nueve meses después, el 7 de diciembre de ese año, en la segunda vuelta de las elecciones regionales y municipales, fue elegido como gobernador regional Waldo Ríos. Entre ambas fechas se realizó una intensa movilización en favor de la transparencia pública que no evitó el triunfo de Ríos, ex convicto de corrupción.
El de Áncash es un laboratorio del fracaso de las políticas de transparencia pública. Lo que se registra allí es un auge de prácticas públicas ilegales que ha logrado superar la caída y desarticulación del grupo criminal liderado por César Álvarez y reconstruir redes mafiosas que, aunque menos organizadas, definen una forma de gestionar los bienes públicos y las relaciones del poder con la sociedad.
Nunca como luego del asesinato de Nolasco se llevó a cabo en Áncash una denuncia tan indignada y detallada del poder venal. Los ciudadanos se enteraron de las actividades ilegales organizadas alrededor del Movimiento Regional Cuenta Conmigo que bajo la dirección de Álvarez tejió una red que sedujo a la justicia, la policía y la prensa, y cuyos tentáculos llegaron al Congreso, el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), el Ministerio Público. Los reportajes sobre esta red, la detención de decenas de personas, las audiencias públicas, las marchas ciudadanas y la publicidad de las investigaciones judiciales y del Parlamento, dieron forma a un escenario anticorrupción inédito.
Esa movilización no obstante fue débil ante los desafíos. En mucho fue más indignación que acción; no significó la formación de alianzas para recuperar el sentido creador de la gestión pública en ese territorio, ni implicó cambios en la oferta política a los ciudadanos. Situada esta movilización en una etapa de dura resistencia a los cambios, no se benefició de una reforma electoral sencillamente porque esta fue burlada.
Ese escenario posibilitó el retorno de Waldo Ríos: él fue sentenciado a 4 años de prisión por recibir 10 mil dólares de Vladimiro Montesinos para pasarse a la bancada fujimorista el año 2000. De retorno a las canchas, formó el Movimiento Regional Puro Áncash con el que ganó las elecciones regionales del año 2014 prometiendo entregar 500 soles a cada ancashino de los recursos del canon minero, del presupuesto de la región de las provincias y de los distritos para que los ciudadanos “se compren refrigeradoras, cocinas, televisores, laptops, bicicletas, y juego de dormitorio”, tal como rezaban sus consignas de campaña.
Por supuesto que no cumplió su promesa y los ciudadanos –entre ingenuos y burlados– realizaron en noviembre de 2015 un paro exigiendo que se concrete. Luego, el gobierno de Ríos fue escandalosamente corrupto y aunque purga ahora prisión por un delito cometido cuando fue alcalde de Huaraz en los 90, tiene varias causas abiertas por su reciente gestión. Su vicepresidente, Enrique Vargas, acaba de ser condenado a 5 años de prisión por mentir en su hoja de vida.
En Áncash la corrupción es más institucional que la política, y es más competitiva que ella, especialmente más que los partidos políticos. En las elecciones regionales y locales de 2014 compitieron 18 listas y las que pasaron a la segunda vuelta electoral no sumaron ni el tercio de votos emitidos. El Movimiento Ande Mar obtuvo 14% y el de Ríos, Puro Áncash, el 13.6%.
Esa elección ya evidenciaba una virtual inviabilidad del modelo de competencia electoral como mecanismo de reproducción de la democracia; hubo 17% de ausentismo electoral y entre los votos blancos y viciados sumaron 21%. Entre los 8 movimientos independientes que compitieron sumaron el 53% de votos emitidos, en tanto que los 10 partidos nacionales solo alcanzaron el 23% de votos, y salvo las provincias de Asunción Corongo y Huarmey, ningún alcalde de las 17 restantes fue elegido con más de 30% de votos. El récord lo batió la provincia de Raimondi cuyo alcalde fue elegido con el 14% de votos emitidos, un ausentismo del 25% y el 30% de votos blancos y nulos.
………..
(21 de abril 2017)
Las elecciones regionales y municipales del 2014 consagraron en Áncash poderes precarizados por bajas adhesiones, alto ausentismo y votos nulos. Si se suman las ausencias y los votos viciados y blancos se tiene que el 38% de los ciudadanos de esa región dejaron de expresarse a favor de la oferta electoral.
Asimismo, salvo las provincias de Asunción, Corongo y Huarmey, ningún alcalde fue elegido con más de 30% de votos. El récord lo batió la provincia de Raimondi cuyo alcalde fue elegido con el 14% de votos emitidos, un ausentismo del 25% y el 30% de votos blancos y nulos. Los alcaldes de las dos provincias más pobladas, Santa (Chimbote) y Huaraz, se hicieron con el sillón municipal apenas con el 19% y 22% de votos emitidos, respectivamente.
En esa elección, 11 de las 20 provincias fueron ganadas por los partidos nacionales (APP 5, Somos Perú 3, UPP 2 y Perú Posible 1) con votaciones igualmente bajas aunque en la mayoría de distritos triunfaron los movimientos regionales y listas independientes. Por la segunda vuelta regional compitieron dos movimientos.
No se podría afirmar que en esa región se sustituyó el viejo sistema de partidos por uno “nuevo” a cargo de las expresiones partidarias posteriores al año 2000 (Fuerza Popular, PNP y Perú Posible). Al contrario, lo más consistente en la política regional en la última etapa han sido movimientos locales con escasa estructura y caudillistas, como Cuenta Conmigo del ex presidente regional César Álvarez; y el Movimiento Acción Nacionalista Peruano (MANPE), del ex alcalde de Huaraz Lombardo Mautino.
Como en la mayoría de regiones, en Áncash se ha instalado un sistema de representación híbrida donde lo regional y local es copado por identidades políticas no partidarias en tanto que la representación nacional es negociada entre los actores regionales y nacionales con gradual predominio de los segundos.
Desde 1978 hasta 1990 la región fue escenario de una competencia de partidos políticos con predominio del Apra, Acción Popular y la izquierda. En las elecciones de 1980 de 9 diputados, AP obtuvo 5 y el Apra 4; en 1985, el Apra ganó 7 diputaciones y la izquierda 2; y en 1990, el Apra ganó 4, Cambio90 2, el Fredemo 2 y la izquierda 1, en un contexto de bajas votaciones preferenciales. En esa etapa la mayoría de municipios estaba en poder de los partidos.
Desde el año 2001, los políticos de escasa tradición partidaria han hegemonizado la representación de Áncash. Ese año de 5 legisladores, el Apra obtuvo 2 y Perú Posible 3; el 2006, el Apra 2, Unidad Nacional 1 y UPP-PNP 2; el 2011, Perú Posible 2, PNP 1, el fujimorismo 1 y Solidaridad Nacional 1; y el 2016, el fujimorismo 3, la izquierda 1 y Alianza para el Progreso 1. En las dos últimas elecciones fue evidente que los partidos nacionales cooptaron liderazgos regionales extrapartidarios, de modo que 9 de los 10 legisladores elegidos los años 2011 y 2016 un año antes de las elecciones no pertenecían a los partidos por los que fueron elegidos. Desde 1995, Huaraz y Chimbote eligen alcaldes independientes, salvo un período en este último caso, en tanto que Casma, una de las provincias más violentas, ha tenido seis alcaldes desde 2007, uno de ellos revocado y otro asesinado.
Podría decirse que la política ancashina ha creado sus propias franquicias que se relacionan exitosamente con las franquicias partidarias nacionales para efectos de una representación compartida. Es esa política antipolítica la que se ha agotado al expresar sus límites e imposibilidad de gestionar el poder con un mínimo de eficacia.
El costo de esa experiencia es alto: cinco gobernadores regionales en tres años y tres de ellos en la cárcel, varias autoridades asesinadas, otro tanto vacadas y revocadas y una ausencia absoluta de proyecto regional. Entre el 2007-2010, el 10% de las autoridades distritales fueron vacadas y en las elecciones del 2010 se anularon las elecciones en 11 distritos, un récord que no lo consiguieron los paros armados de Sendero Luminoso en los años ochenta.
(28 de abril 2017)
Áncash tuvo cinco gobernadores regionales en tres años, ahora tres de ellos en prisión, autoridades asesinadas, vacadas y revocadas, y una ausencia de proyecto regional. Entre los años 2007 y 2010, el 10% de alcaldes distritales fueron vacados y en las elecciones del 2010 se anularon las elecciones en 11 distritos, un récord que no lo consiguieron los paros armados de Sendero Luminoso en los años ochenta.
Áncash es el laboratorio de un modelo donde lo que sigue a la corrupción es más corrupción, una realidad parecida a varias regiones y municipios, y que si nos descuidamos terminará siendo la forma natural e irreemplazable de la política peruana.
Comparto la idea de que la primera medida para impedir la corrupción de los políticos es prevenirla. En tal sentido, en Áncash como en otras regiones han fracasado las estrategias preventivas, incluidas las más recientes, como la Hoja de Vida y la Ventanilla Única. Esta ausencia de prevención se condiciona con los incentivos a la corrupción, a saber: 1) el incremento del costo de las campañas, 2) la facilidad para la formación de la oferta electoral; 3) el fácil retorno al poder de los políticos sancionados; y 4) la destrucción de las capacidades de control social y público y de rendición de cuentas.
Como respuesta, requerimos abordar seriamente las siguientes soluciones, ahora que empiezan a debatirse las reformas electorales: 1) debe rebajarse el costo de las campañas, con topes a los aportes y prohibiciones de reparto de dádivas –incluidos alimentos– y el establecimiento de un piso mínimo de campaña, prohibiendo al mismo tiempo la publicidad en TV y fijando techos financieros a otras formas de publicidad; 2) la política debe retornar al poder y reemplazar al negocio. De hecho, los políticos que aspiran a representarnos tengan que ser eso, políticos, de modo que se exija un tiempo mínimo de militancia en una organización para postular a un cargo de elección popular, que se acabe el fichaje de independientes –la mayoría por su dinero– y que los partidos y movimientos se formen por lo menos tres o cuatro años antes de los procesos electorales; 3) las autoridades revocadas y vacadas no deberían volver al poder, además de los sentenciados por determinados delitos; y 4) innovar la rendición de cuentas y la transparencia para hacerla vinculante, sancionable, y ágil, reformando y descentralizando la Autoridad Nacional de Transparencia y Acceso a la Información Pública creada por el D. Leg. 1353, que ha quedado claro que no sirve para luchar contra la corrupción. Al mismo tiempo, si el Sistema de Control no es eso, un sistema, financiado y respetado, no habremos avanzado mucho.
También comparto la idea de que la mejor ofrenda a la corrupción es la impunidad, la misma que asume varias dimensiones: 1) tramas corruptas “tocadas” pero no disueltas; 2) investigaciones y enjuiciamientos largos; 3) resistencia a juzgar la actividad criminal organizada, disolviendo los casos emblemáticos; y 4) sanción a los corruptos pero no a los corruptores.
Como respuesta, requerimos abordar las siguientes soluciones: 1) disolver las tramas corruptas, prohibiendo a las empresas y personas implicadas contratar con el Estado, directamente a través de fondos generados e impedir que el funcionario sancionado retorne al Estado a través de otras modalidades informales; 2) reducir los plazos de investigación fiscal, especialmente en los casos de lavado de activos y crimen organizado; 3) impedir la subdivisión de los casos que llevan al juzgamiento del crimen organizado; y 4) sanción a los corruptores, lo que implica de plano cambiar las bases para la formación de las hipótesis delictivas.
Finalmente, estoy convencido en la utilidad de los pactos sociales. En Áncash, como en Cusco, Loreto, Huánuco, Pasco o Tumbes, regiones castigadas severamente por la corrupción, hubo movilización en favor de la integridad de sus políticos pero no pacto, de modo que no se concretó una ruptura clara con el sistema imperante. Nunca más movilización sin pacto.

viernes, 30 de mayo de 2014

La corrupción y la "otra cosa"

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-corrupcion-y-la-otra-cosa-30-05-2014
La República
La mitadmasuno
30 de mayo de 2014
Juan De la Puente
Me pregunto cuál será el destino de esta cada vez más intensa demanda contra la corrupción cuya rotundidad han empezado a recoger los sondeos de opinión. Como hace 14 años la sociedad es sacudida por un indignado repudio a un sistema tramposo que se descompone por capítulos. Como aquella vez, una entrega tras otra, se va formando un macizo sentido común que llama a otra cosa.
Esa “otra cosa” sin embargo no aparece con claridad, sobre todo por las diferencias entre la indignación de hace 14 años y la de ahora. Aquel momento fue especial debido a la confluencia de factores que definieron un discurso social y una práctica política alternativa.
Estos factores fueron: 1) la crítica de los partidos democráticos al autoritarismo; 2) las audaces revelaciones de la prensa independiente contra el poder oscuro; y 3) el activismo político de una sociedad civil movilizada, cuya mayoría poco antes se había emancipado del fujimorismo.
Tampoco es posible imaginarse ese período sin el escandaloso despliegue de recursos extremos y abusivos en favor de la reelección que expusieron ante la opinión pública la asociación corrosiva entre el autoritarismo y la corrupción, y que generaron una reacción ética.
La actual indignación anticorrupción carece de esos atributos. La primera ausencia es la de una política democrática opuesta a la corrupción, sea porque varios partidos aparecen asociados a ella, o porque los que aparentemente no lo están guardan un silencio enfático; en líneas generales, salvo una que otra declaración, se tiene la impresión de que la corrupción es un problema del Estado pero no de la democracia, de sus partidos y de sus hombres, una emanación maligna que pertenece a otro mundo, a excepción del monotema sobre que la descentralización fue apresurada.
Luego, siendo relevante el desempeño de los medios en los destapes de sonados casos y con mayor diligencia que algunas instituciones, es también evidente que buena parte de la prensa trata este crucial momento desde una perspectiva policial/penal y poco rigurosa para ahondar en el descalabro de los sistemas de control nacionales y en el fracaso de la representación vía el fraude de los elegidos.
A la prensa le debemos la “chimbotanización” de este momento, a pesar de que 19 presidentes regionales están comprendidos en 158 casos de corrupción, y el olvido de sonadas denuncias “nacionales”, entre ellas de 5 parlamentarios pillados con las manos en la masa. Luego de 70 días del asesinato de Ezequiel Nolasco, el hecho que despertó al país, no tenemos un mapa de la corrupción pública.
A esta indignación ciudadana le falta pueblo y movimiento o, para ser precisos, una sociedad civil activa y decidida en su demanda de transparencia. La falta de epopeya se debe a la falta de actores sociales, más allá de la figura emblemática de Fiorella Nolasco, significativamente solitaria. Sin duda los ciudadanos están molestos e indignados con la corrupción pero en su conjunto el país carece de una razón motivadora.
Sería prematuro afirmar que este síntoma nos remite al fin de la ilusión democrática. No obstante, para los efectos contables esta corrupción va a la cuenta de la democracia cuyos líderes, partidos e instituciones emergieron o reaparecieron hace 14 años como una alternativa superior al autoritarismo con destellantes ofertas entre las que se encontraba la ética pública.
No me ilusiono demasiado; bajo estas premisas es comprensible que el actual humor de la opinión pública no se provea de mapas, faros y rutas, no se dirija a la otra cosa y se mueva en un escenario delimitado por los enfoques legalistas y controlistas de la mayoría de políticos y por una gestión informativa nada crítica de los procesos, instituciones y liderazgos.
Con un escenario cuyo eje es la ausencia de un juicio al modelo que genera la corrupción, la indignación con este formato “sin ilusión no hay movilización” podría terminar en un tsunami, algo violento y pasajero, pero que se lleve solo algunas personas y edificios institucionales.

viernes, 23 de mayo de 2014

Políticos, salgan del clóset

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/politicos-salgan-del-closet-23-05-2014
La República
La mitadmasuno
23 de mayo 2014
Juan De la Puente
De pronto, la corrupción regional y municipal se ha transformado en un asunto de jueces, fiscales y contralores, y a ellos se les ha empezado a encargar el futuro de la descentralización, el cambio más importante en el ejercicio del poder en los últimos 50 años. Las palabras más usadas: delito-control-sanción forman un trío mágico que políticos, periodistas y analistas manosean con descaro, como un remedio infalible contra la avalancha de denuncias y pruebas del uso ilícito de los recursos públicos.
Mienten y se mienten. Su receta es casi microscópica frente a un problema gigantesco; esa respuesta mínima es tan dañina como el problema mismo, un minimalismo que esconde una apreciación hipócrita y centralista trasnochada: así como nunca importó el atraso de las “provincias” hoy tampoco importa su corrupción. Total, no es la de Lima.
La descentralización ha empezado a podrirse y a oler mal, y el punto de partida de una alternativa eficaz es considerar la corrupción regional y municipal más como un problema de la democracia que de jueces y auditores, un asunto de organización y de actores más que de licitaciones, un problema de la política antes que de la ley penal; es decir, de proyecto antes que de comportamiento.
Asumirlo cuesta, especialmente en un país donde todo defecto de la descentralización es la coartada soñada para el manotazo centralista. No obstante, así como la disyuntiva centralismo honrado vs descentralización corrupta es falsa, no es válido responder a la realidad atrincherados en la idea de que el centralismo es también corrupto. El debate no es sobre el viejo modelo centralista sino sobre su alternativa, es decir, lo nuevo, y en ese afán la mejor defensa de la descentralización es una franca revisión del proceso y que esta venga, precisamente, del espacio social que propugna consolidarla.
Una segunda toma de posición consiste en aceptar que la descentralización está suspendida en el aire, una de las conclusiones a las que arribaron el año pasado un panel de especialistas convocados por el PNUD. Esta incertidumbre que interroga sobre la dinámica del proceso, es decir, si avanza o retrocede, o si se consolida o se debilita, es revelada con la verdad: no se mueve. No obstante, si seguimos negando la realidad blandiendo el incremento del porcentaje de soles que ahora gastan regiones y municipios, el crecimiento económico de algunas regiones y la reducción de sus índices de pobreza perderemos la valiosa posibilidad de un nuevo impulso.
La importancia de abrir un segundo y nuevo momento en la descentralización es una ineludible tercera toma de posición que nos remite a la política, ante la que palidece la letanía de “el problema es el control”. No obstante, no se aprecia una reacción del sistema en esa dirección. Esta debería ser la hora de la política en y para las regiones pero es la hora de la Policía; debería ser la hora de la Constitución pero es la hora del Código Penal. Lamentablemente es la hora de los políticos que hacen audiencias pero no hacen política, o que solo hacen “política nacional”, es decir, limeña.
No deja de ser exigible y justo el papel de contralores, policías y magistrados para combatir las mafias regionales y municipales que se reproducen con facilidad. Sin embargo, el régimen democrático no debería quedarse en el control de plagas. Por ejemplo, el Congreso no tiene visos de encarar el sistema de elección y el período de gobierno de presidentes regionales y alcaldes, los mecanismos de rendición de cuentas, las funciones de los consejos regionales o el reforzamiento de los consejos de coordinación regional y local.
De hecho, ningún partido “nacional” ha rectificado su decisión de minimizar su participación en las elecciones del 5 de octubre, en tanto que la sociedad civil organizada sigue fomentado pactos de desarrollo local y regional en los que no figura la corrupción. ¿Cuántos presidentes regionales más deberían ser imputados o encarcelados para que los políticos salgan del clóset y hagan lo que se supone deben hacer, es decir, política?

viernes, 20 de septiembre de 2013

Huánuco, hay trigo limpiio

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/huanuco-hay-trigo-limpio-20-09-2013
La República
La mitadmasuno
20 de setiembre de 2013
Juan De la Puente
El político y literato Esteban Pavletich (1906-1981) escribió en 1957 que “solo el Huallaga, nuestro río fugitivo dicta una cátedra de dinamismo y celeridad”, refiriéndose a Huánuco. No obstante, por lo menos en esta oportunidad parece no tener la razón. Un resonante paro regional de 72 horas ha quebrado, hasta ahora formalmente, la terca desidia limeña.
Como una auténtica aparición del pasado que se proclama superado, miles de pobladores se han expresado en demanda de elementales condiciones para relacionarse con el resto del país. La plataforma del paro puede parecer surrealista, pero es verídicamente justa: el mejoramiento de la Carretera Central, la demolición de los peajes de Ambo y Chullqui, el ensanchamiento de la carretera Huánuco/La Unión, la construcción de la carretera al Codo del Pozuzo y la destitución de funcionarios de Provías.
Casi la mitad de los 558 kilómetros de la Carretera Central, desde Chicrín (Pasco) a Tingo María (Huánuco) está destrozada; sin embargo dos puestos de peaje operan desde hace 30 años en alevosa exacción. La integración departamental está vacía en una región que arrastra una división física y política compleja.
La región se ha expresado a pesar de la oposición de la cúpula municipal corrupta, probablemente la más corrupta del país. Las jornadas del 9, 10 y 11 de este mes fueron convocadas por un Comité de Gestión y Fiscalización de la Carretera Central, nacido casi de la nada, o mejor dicho solo desde la indignación. Los ciudadanos han reconstruido con entereza una sociedad civil casi muerta, debilitada por sucesivos malos gobiernos regionales, funestas alcaldías e infructuosas acciones contra la corrupción que también murieron en los tribunales.
De acuerdo al acta firmada, por la mediación de la Presidencia del Consejo de Ministros, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) se compromete al asfaltado en caliente en el tramo Cerro de Pasco/Tingo María de la Carretera Central y de las vías Huánuco/La Unión/Llata, Rancho/Panao/Chaglla, entre otras, además del cierre de los peajes. En la lógica de la burocracia peruana, un acta es eso, un acta, de modo que es preciso estar atentos para que el diálogo al que felizmente se ha arribado no sea un centro de estacionamiento de las expectativas.
Huánuco es un territorio bendecido por la naturaleza, hermoso, rico y diverso que, no obstante, fue y es castigado por partida múltiple: el boom de la coca y del narcotráfico que envilece a la sociedad con más pobreza y genera el abandono de cultivos; la violencia terrorista que desangró pueblos, fomentó la violación de los DDHH y generó el desplazamiento forzado de comunidades; el abandono del Estado; y la corrupción.
La región acompaña con avances y desafíos el proceso nacional de crecimiento económico y reducción de la pobreza. Ha visto multiplicarse por cinco su gasto educativo y ha mejorado la inversión en infraestructura y salud. Sin embargo, las carencias históricas la retienen en el sótano de los indicadores sociales. Según el Tercer informe de los Objetivos del Milenio elaborado por el PNUD y presentado esta semana, es tan evidente la desigualdad de la región frente a otras, que junto a Apurímac tiene los índices más bajos de producto por trabajador. Según el mismo informe, Huánuco forma parte del grupo de 5 regiones donde la pobreza sigue siendo superior al 50% (junto a Apurímac, Ayacucho, Cajamarca y Huancavelica), con una tasa de extrema pobreza superior al 20% de la población. Al mismo tiempo, es una de las 4 regiones con mayor desnutrición crónica infantil de niños menores de 5 años y una de las 3 regiones más alejadas de la generalización del acceso a la educación primaria.
Ese pueblo, que a pesar de los indicadores macromanufactureros, tiene al 53% de su población dedicada a la agricultura, donde un 1/3 es orgullosamente quechuahablante, donde ninguna campaña de alfabetización en los últimos años ha funcionado (la tasa se mantiene alrededor del 18%) y donde el 47,9% aún utiliza leña para cocinar, tiene trigo limpio.