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viernes, 1 de noviembre de 2013

Larga peruanidad gastronómica

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/larga-peruanidad-gastronomica-01-11-2013
La República
La mitadmasuno
1 de noviembre de 2013
Juan De la Puente
La publicación del voluminoso trabajo de Elmo León, 14 mil años de alimentación en el Perú (USMP 2013), introduce nuevos y reveladores datos sobre cómo se alimentaban los antiguos peruanos, alejando los horizontes conocidos hasta ahora y acercándonos a través de la historia y la arqueología a un tiempo biodiverso y sorprendente que nos ratifica como una cocina a la vez propia y fruto de la trashumancia, agresiva en la domesticación de plantas y tempranamente aficionada a la combinación de elementos.
El primer aporte del texto es la referencia a las formas de reconstrucción científica de los alimentos prehispánicos, especialmente la modificación de los fechados radiocarbónicos mediante la calibración del Carbono 14 que permite una data más precisa de la antigüedad, y que supone situar el consumo de alimentos en un período más lejano. En el libro se presentan más de 4.000 fechados de los recursos alimenticios comidos por los antiguos peruanos en base a datos hallados en excavaciones arqueológicas, el  estudio de coprolitos y otros procedimientos químicos.
Sobre los alimentos vegetales descubre el consumo extendido de tubérculos, rizomas, cereales y legumbres cuyo uso actual es menos frecuente, no se ha extendido como otros o ha sido abandonado. Son los casos de la achira, la arracacha, el yacón, la oca y la jíquima, y de otros alimentos cuya recuperación urbana es muy reciente como la maca, la mashua y la kiwicha. León documenta dietas perdidas como la ingesta de papas, camotes y achira en los mismos platos o combinados, 3.000 años a. C.; o el consumo de yuca en Tacna hace casi 10 mil años.
El libro reitera que el proceso de domesticación de la papa se inició hace 10 mil años sobre los 4.000 msnm, entre Puno y Bolivia, aunque es cierto que otro centro de domesticación se registra más al sur, en Chile. El texto reintroduce el debate acerca de la peruanidad del maíz, ya planteado por el desaparecido arqueólogo Duccio Bonavia (El maíz: su origen, su domesticación y el rol que ha cumplido en el desarrollo de la cultura, USMP 2008). León insiste en que si bien es originario de México es cultivado en Perú casi simultáneamente que en esa región, hace 8 mil años.
El autor evidencia un consumo profuso de frutas en nuestro pasado. Sobresalen en antigüedad variedades de ingesta ahora poco común. Los peruanos comíamos calabazas y lúcumas hace 10 mil años, aunque la fruta más consumida en el Perú prehispánico fue la guayaba, hace más de 7 mil años. Nuestra antigua dieta en frutas rebosa de variedades de escaso consumo actual, como la ciruela, el pepino dulce, el aguaymanto y el tomate silvestre. Tampoco nos limitábamos en el consumo alimenticio de animales (cuy, llama, venado, vizcacha, perro, zorro, batracio, lagartija, lobo marino y ballena), aves (perdiz, guanay, piquero, gaviota, pelícano y pato) y peces (sardina, pejerrey, mojarrilla, entre otros). Es preciso mencionar el caso de la anchoveta, cuya tenaz reintroducción en la dieta peruana es contestada con igual apatía; su consumo se inicia hace casi 13 mil años en la costa sur y se extiende hacia los valles de la costa centro y norte, al extremo de que en Chincha, en el período inca, se tenían depósitos para almacenamiento, para el consumo e intercambio.
No es el caso preguntarse si los antiguos peruanos comían más y mejor que ahora, sobre todo si el concepto mejor alude a la evolución de los sabores. No obstante, a pesar de tener menos conocimiento de las propiedades de lo que consumían se alimentaban de un modo más sano. Es cierto que se han documentado enfermedades de carácter parasitario pero no se ha podido acreditar si fue el resultado de la ingesta de alimentos.
El libro de León se muestra como la apertura de una caja de sorpresas y la introducción de la historia y la arqueología en el mágica escena que vive la cocina peruana, que a menudo suele dar la impresión de estar suspendida en el tiempo, con preparados que aspiran a la novedad desconociendo el valor del insumo, de la memoria del sabor, de la fecha y el calendario.

lunes, 13 de septiembre de 2010

120 restaurantes de comida peruana en Buenos Aires y el caso de AGAPE ARGENTINA

Paloma, peruana y Gabriel, argentino, me dejaron sorprendidos la semana pasada. Me revelaron que solo en Buenos Aires habían más de 120 restaurantes de comida peruana, entre los populares y de barrio como los de zonas exclusivas. Descontando las ciudades de EEUU donde nuestra migración tiene registros históricos, la capital argentina sería la de mayor número de restaurantes de comida peruana en el mundo.
Ambos son antropólogos, Paola Oliver estudió en La Católica y fue allá en el misma ruta de miles de compatriotas. Ambos fundaron hace poco AGAPE ARGENTINA, es decir, la Asociación de Gastronomía Peruana y Afines en Argentina hace un año. La ONG fue presentada en la embajada del Perú en Argentina en mayo de este año y a la fecha ya tienen asociados a 18 restaurantes, entre ellos Astrid & Gastón, Bardot, Carlitos (1y 2), y la bebida Chola de Oro.
Esta iniciativa hecha con mucha dedicación se define como un espacio de acción conjunta de la gastronomía peruana y empresas afines en la Argentina, para generar estrategias comunes tendientes a consolidar la comida peruana definitivamente dentro del circuito gastronómico turístico y local, expandiendo las fronteras del público interesado, y a su vez generando una marca identitaria propia que permita el reconocimiento por parte del público general de la oferta gastronómica peruana en la Argentina.
Mi universidad, la USMP, a través del decano Jhoan Leuridan llevará a cabo un proyecto de investigación con AGAPE en torno a este desarrollo gastronómico en Argentina. El Fondo Editorial de la USMP exhibirá en esos restaurantes su producción de gastronomía.
Hoy, Jorge Luis Cerda publica una nota de AGAPE en La República:


“Pareja difunde y promueve la comida peruana en ArgentinaPlan. Harán ferias gastronómicas en Buenos Aires. Joven peruana y su novio argentino crearon asociación de restaurantes peruanos en Buenos Aires que ya cuenta con 18 socios.Jorge Luis Cerda.
Paloma Oliver Málaga es una peruana a quien el destino llevó a Buenos Aires. Allí conoció a Gabriel Rotdmaun y tiempo después este joven argentino no solo se enamoró de ella sino también de la comida nacional. Ya como pareja, ambos “cocinaron” la idea de asociar a los restaurantes peruanos de la capital argentina para que nuestra gastronomía pueda difundirse y reinar en esa ciudad. Su plan ha dado frutos y actualmente presiden la Asociación de Gastronomía Peruana y afines en Argentina (Agape), la cual tiene 18 miembros que conquistan el exigente paladar de los bonaerenses.Un dato más, ninguno tiene un restaurante, pero dicen cocinar bien. “Soy antropóloga y Gabriel trabajó en el municipio”. Ambos recibieron el respaldo de los socios pues comparten un mismo ideal.
Difundirla y promoverla“Nuestro objetivo es que argentinos y migrantes saboreen la comida peruana y reconozcan toda la riqueza de su cultura”, expresó nuestra compatriota.Por esta razón en cada evento gastronómico dan charlas y hacen degustar platillos peruanos. Además, compran alimentos por mayor para todos los socios, reduciendo así los costos.
Toda esta motivación por nuestra comida tiene ahora un ingrediente que puede ayudarlos a que sea una realidad. Resulta que han conversado con Gastón Acurio y han quedado en coordinar intercambios de chefs y hacer una pequeña Mistura en Buenos Aires, además de llevar libros de cocina peruana. Buen provecho”.
El likn de AGAPE ARGENTINA es: