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sábado, 15 de octubre de 2016

No toquen mi curul

http://larepublica.pe/impresa/opinion/801310-no-toquen-mi-curul
La República
La mitadmasuno
9 de setiembre 2016
Juan De la Puente
Algunos análisis centran nuestro equilibrio de poderes en la distancia entre el Congreso y el Gobierno fijando un código que indica que a más distancia entre ambos habrá más inestabilidad. Esta semana, sin embargo, irrumpió una variable que influirá decisivamente en el juego de fuerzas: la distancia entre los congresistas y sus bancadas y partidos, y la de los congresistas entre sí.
Repitiendo lo que sucede desde el 2001, el Congreso no se emplazará exclusivamente desde su relación con el Ejecutivo sino también desde su drama íntimo. Por ahora, dos bancadas que pertenecen a grupos políticos nuevos, Frente Amplio y Peruanos por el Kambio, estrenan divergencias donde la sangre ha llegado al río; otra bancada, el APRA, no exhibe sus diferencias pero ha sido impactada por la extensión de choques externos; y una cuarta, Acción Popular, está unida en el Parlamento pero atraviesa fuera del Congreso una dura discusión sobre la legalidad de sus dirigentes partidarios.
Este fenómeno no obedece a razones exclusivamente parlamentarias. Los casos del Frente Amplio y el Apra tienen relación directa con la construcción del futuro, en tanto que lo que ocurre con la bancada del gobierno y AP son problemas propios de la comprensión del presente. Aun así, la primera expresión de estos problemas es la tensión entre el parlamentario y el partido.
En las nuevas bancadas se advierte la falta de dos de los incentivos para la unidad, la identidad política –muy poderosa en el fujimorismo y el Apra– y la reelección. En cambio asoman otros argumentos que en teoría no deberían colisionar con la lógica partidaria: la defensa del carácter individual de la representación y el voto preferencial.
Si no se acometen reformas electorales y de funcionamiento interno, el sino de este Congreso será la fragmentación. Lo que debilitó a los tres parlamentos elegidos desde el 2001 fue más su dispersión interna que su relación con los gobiernos (aunque en este último punto habría que anotar la crítica social a su seguidismo en materia económica).
En el Parlamento elegido el 2001 renunciaron a sus bancadas 36 de los 120 elegidos, y las 5 bancadas originales terminaron en 8; en el Congreso del 2006 se fueron 27 de los 120 elegidos aumentando las bancadas de 5 a 8; y en el Parlamento elegido el 2011 se fueron 39 de los 130 elegidos, incrementándose las bancadas de 5 a 9, aunque en este caso hubo dos disidencias en bloque, en los años 2012 y 2014 (Frente Amplio y Dignidad y Democracia, respectivamente).
En el actual Congreso, la tendencia al juego individualista se condiciona con una mayor debilidad de las bancadas y es hasta cierto punto entendible en un Parlamento en el que por lo menos 80 de sus 130 miembros no pertenecían un año antes de las elecciones a los partidos por los que fueron elegidos.
Se equivocan quienes creen que esta tendencia no daña al Congreso. De los 200 proyectos de ley presentados a la fecha (en 28 días de trabajo efectivo parlamentario, a razón de 7 proyectos por día), pocos pueden ser considerados “de bancada”. Llevan la certificación de los voceros por una formalidad reglamentaria pero reflejan una visión personal de la actividad legislativa y acaso local, pero carecen de visión general. Estas iniciativas están dominadas por los títulos “declárase de necesidad pública”, el nombramiento de personal del Estado y los parches en los códigos o leyes generales.
Los efectos del juego individual están a la vista; varias comisiones ya fueron atoradas por proyectos cazados al desgaire y que no figuraban en los planes de gobierno. La Comisión de Economía tiene en agenda 39 proyectos, Descentralización 27, Constitución 24, Justicia 24 y Presupuesto 20. Con este desorden en marcha, olvidémonos de las reformas institucionales y el juego virtuoso de las agendas país en debate de cara a los ciudadanos. Contra los anuncios de reubicar al Congreso como un poder controlador y eficiente tendremos un Legislativo individualista. Quizás bullicioso pero minimalista.

viernes, 5 de febrero de 2016

¡Mamita el Congreso!

http://larepublica.pe/impresa/opinion/735456-mamita-el-congreso
La República
La mitadmasuno
22 de enero de 2016
Juan De la Puente
El cierre del plazo para la formación de las listas parlamentarias promete un Congreso con una baja tasa de reelección, al punto que es probable que solo 1 de cada 6 legisladores se reelija, con el añadido de que buena parte de los que repetirán el plato lo harán por un partido distinto con el que postularon el año 2011 o cambiando de región.
Casi 110 congresistas nuevos, de un total de 130, serán la realidad de un Parlamento poco útil para el momento que atraviesa nuestro sistema político. Siendo precisos, será la consagración de la crisis de la democracia peruana; el formato combi con el que se organizan las listas parlamentarias dará como resultado una falsa renovación legislativa y un Congreso menos cohesionado que el actual, con menos vigencia de sus bancadas y renuncias más rápidas a los grupos parlamentarios.
Es cierto que la Ventanilla Única Electoral reducirá la presencia de candidatos procesados y no se repetirá el escándalo de los 33 parlamentarios enjuiciados penalmente electos el 2011, pero la movilización de dinero nos traerá al Parlamento a otros productos acabados del voto preferencial: representantes elegidos luego de costosas campañas ultrapersonales, la mayoría sufragadas con dinero ajeno no reportado y leales a ese financiamiento más que al partido por el que postularon o al candidato presidencial que los escogió. No es para menos: 5 de las 6 listas con más intención de voto están compuestas en más del 70% por invitados o militantes de última hora.
Dos preguntas por ahora no tienen respuestas precisas: ¿Por qué los candidatos presidenciales no empoderaron a su escasa militancia a sabiendas de que el modelo de listas combi explotará mañana o pasado? ¿Agrega mucho a las campañas presidenciales las listas parlamentarias de modo que se justifica el masivo fichaje de candidatos foráneos?
Es erróneo atribuir este caos a las escasas reformas electorales aprobadas el año pasado. Al contrario, este curso es el resultado de la ausencia de reformas, especialmente la eliminación del voto preferencial, las elecciones internas a cargo de los organismos electorales y la regulación eficaz del financiamiento privado.
Los hijos del voto preferencial de ese Congreso resistieron la demanda de reforma con el objetivo de garantizar su reelección. Paradoja y drama, la mayoría de ellos no logrará quedarse en el Congreso pero nos dejarán un legado nada deseable.
Otras interrogantes tienen respuestas rotundas. ¿Este modelo de Congreso combi podrá impulsar las reformas institucionales que el país necesita? ¿Podrá el nuevo presidente pactar fácilmente con un Congreso dominado por la falta de colectividades? No en cada caso.
La combinación de elegidos sin partido y reelección tránsfuga complicará la relación Ejecutivo/Legislativo, especialmente si como se prevé el Congreso tendrá por lo menos 6 bancadas parlamentarias al inicio de sus actividades, y si –como ha sucedido desde el año 2001– el gobierno carece de mayoría parlamentaria propia. Vista la composición de las listas es probable que la principal negociación del nuevo presidente sea con su bancada.
La tendencia que se abrirá con la elección de abril será la del deterioro de nuestro ya recortado presidencialismo y el cambio de facto de las reglas de juego constitucionales en la dirección de aumentar indebidamente la capacidad de obstrucción del Congreso, es decir, alterando el esquema separación/cooperación que estableció la Constitución de 1979 y que la actual Constitución no pudo alterar. Los votos color ámbar sobre los gabinetes de René Cornejo (febrero de 2014) y de Ana Jara (julio de 2014) ya nos pusieron en esa ruta.
Es obvio también que no todo está perdido y que se puede reducir la dimensión de este escenario sombrío. Por ejemplo, en manos de los electores está la decisión de votar en cada lista por candidatos de probada ejecutoria democrática o por militantes partidarios y, al revés, evitar el voto por desconocidos, por los invitados de última hora y por los que nos atosigan con publicidad electoral.