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sábado, 20 de enero de 2018

La calle y el ocaso parlamentario

http://larepublica.pe/politica/1172781-la-calle-y-el-ocaso-parlamentario
La República
La mitadmasuno
19 de enero de 2018
Juan De la Puente
PPK es un presidente débil. Pero a esta hora del día el Congreso es aún más débil todavía. Insospechadamente, el primer gran efecto de la ecuación vacancia+indulto es la pérdida de la centralidad del Parlamento en el juego de poderes, y salvo un nuevo embiste del fujimorismo en favor de la vacancia presidencial, lo que tendremos será un Congreso minimalista de palabra y obra.
La revisión de las filas parlamentarias luego de las batallas de diciembre arroja un cuadro calamitoso. Demasiados muertos y heridos, con generales curándose las heridas en conveniente silencio, en un posconflicto que muestra algunas bancadas devastadas, y a una institución que se había preparado pacientemente para derribar al Gobierno, desarmada. Como sucede luego de toda guerra, algunos soldados desquiciados aún se pasean en los sets de TV afirmando que la batalla no ha terminado. Claro que ha concluido, y las noticias no son buenas para este poder del Estado.
Las tensas relaciones Congreso/Gobierno han pasado en los últimos meses por las siguientes etapas: 1) más cooperación general que confrontación, desde el 28 de julio del año 2016 hasta la censura del ministro Jaime Saavedra, en diciembre de ese año; 2) más confrontación política que cooperación económica, desde la caída de Saavedra hasta el voto de desconfianza del gabinete Zavala, en setiembre del año 2017; 3) confrontación directa con PPK, una oposición que obvió al gabinete Aráoz, y que acabó en el pedido de vacancia, que PPK derrotó con ayuda de la facción albertista de Fuerza Popular, en diciembre pasado; y 4) la etapa actual, de cooperación de baja intensidad o vergonzante, que implica por ahora una defensa tibia de la presidencia matizada con alusiones a la corrupción.
Por ahora, el Congreso no tiene otro camino que asimilar la vuelta de tuerca de cara al Gobierno. Durante el debate de la vacancia, las opciones en liza eran la vacancia o renuncia de PPK impulsada por Fuerza Popular, el Apra y el Frente Amplio, seguida de cerca por el humor de la calle que demandaba que se vayan todos y elecciones generales, y aún más lejos del pedido de retorno a la convivencia forzada. Luego de diciembre, los dos elementos nuevos en escena son el pacto tácito de fuerzas parlamentarias contra la vacancia (FP, Apra, APP y AP), y la demanda de renuncia de PPK, una opción que opera en la calle y que no se esfuerza ahora por contar el número de votos en el Congreso.
Estos son solo algunos cambios que relativizan al Congreso. En términos tácticos, los sucesos de diciembre han realineado las fuerzas, debilitando a la más poderosa (el fujimorismo) y fortaleciendo a otras débiles (Nuevo Perú y la izquierda extraparlamentaria). Este reparto presenta un panorama más fragmentado de la crisis, con opciones más plurales y, al mismo tiempo, una crisis más larga, con actores menos capaces de imponerse y legitimarse.
En este nuevo momento, la calle, es decir, la sociedad, es un elemento vital para la acumulación de fuerzas, aunque allí no se resolverá la crisis. De las batallas de diciembre es lo único que queda en pie, e hizo bien Nuevo Perú al pugnar por la dirección de las movilizaciones contra el indulto (aunque Gregorio Santos es un pasivo y no un activo en la lucha contra la corrupción), sacando un pie de la fortaleza averiada del Congreso. El otro grupo con potencialidades para recurrir a la sociedad es Fuerza Popular, el único que puede protagonizar una campaña electoral regional y municipal de alcance nacional y con más probabilidades de ganar el pulso interno del fujimorismo. En este esquema, las dinámicas fujimorismo/antifujimorismo y PPK/antiPPK harán que la crisis se empantane aún más, un escenario ideal para el Gobierno interesado en ganar tiempo.

La larga crisis nos seguirá suministrando actores débiles, pero a diferencia del año pasado, hay un país en movimiento en clave política, aunque no se sabe hasta cuándo. No nos confundamos, solo una parte de los actores protagonizan una lucha agónica y lenta, aburrida con el paso de los días; el culebrón de la familia Fujimori, que una parte de la prensa recrea por morbo, ya no reporta mucho rating.

La primera etapa del posindulto

http://larepublica.pe/politica/1166712-la-primera-etapa-del-posindulto
La mitadmasuno
La República
5 de enero 2018
Juan De la Puente
La crisis generada por la no vacancia y el indulto, constituidos en un solo momento, permanece latente, con todas las opciones abiertas, en un escenario que, sin embargo, se encuentra suspendido en el aire. Al silencio del presidente y de Keiko Fujimori, se suma el silencio específico del ala albertista del fujimorismo respecto a su colaboración con el Gobierno; la incertidumbre sobre el anunciado nuevo gabinete; y la permanencia de Fujimori en la clínica hasta ayer, un limbo territorial que no le permite tomar grandes decisiones. La reciente declaración de Fuerza Popular no altera lo señalado.
Más que nunca es vigente la imagen de una elite que sobrevive en una nube; una evidencia más de una crisis a la que le falta guion, una situación en la que sobran las contradicciones, pero escasean las soluciones. La clave reside en el viejo mal de todas nuestras últimas crisis: la debilidad de las partes.
La ecuación se alarga en busca de desenlaces. No vacancia/indulto, más fraccionamiento de Fuerza Popular, más debilidad del gobierno, y más indignación ciudadana en las calles, han trastocado el (des) orden de cosas heredados de las elecciones del 2016. No obstante, quien creía que estas explosiones continuadas se iban a transformar en una llamarada uniforme, intensa y vasta, se equivocó.
A casi dos semanas del indulto, la crisis que generó este hecho no es febril. La indignación ha disparado 10 puntos la oposición al indulto, y ha rebajado en otros 10 puntos el porcentaje a favor de la libertad de Fujimori. De hecho, ha equilibrado las memorias, la memoria autoritaria y la memoria democrática, y desembocado en una movilización viva, la segunda de ellas en las calles, liderada prometedoramente por los jóvenes. No obstante, las dos fuerzas organizadas alrededor de Fujimori –anti y pro- poseen vanguardias, pero ellas tienen dificultades de pasar de una limitada agitación porque la opinión pública erizada, está de espaldas a la política.
Existe un reagrupamiento de fuerzas en proceso. Que no se tengan grandes masas en las calles no significa que no existan grandes ideas en pugna. La opinión pública está dividida con relación a Fujimori en dos mitades -el indulto (impunidad) y la prisión (justicia)- y con relación a Kuczynski en tres bloques desiguales, entre la no vacancia (38%), la vacancia con sucesión de los vicepresidentes (29%) y el adelanto de elecciones (24%), haciendo de las dos últimas opciones, juntas, las mayoritarias.
En la elite, en cambio, la tercera opción no existe, y en las alturas la no vacancia es muy predominante. Respecto al poder, las masas están en modo off y la elite en modo on; en esta crisis, el segmento social que pide cambios es más radical que sus líderes (otra vez la falta de guion).
En este escenario suspendido en el aire, los movimientos menores reducen el impacto del indulto a la espera de grandes hechos. El acto llamado a realinear las fuerzas es el nuevo gabinete, a partir del cual se empezará a jugar la primera etapa del posindulto. Por ahora, el tiempo corre en favor de PPK y contra el resto. Solo una mayor movilización ciudadana, ya no solo contra el indulto sino contra la permanencia en el poder de PPK, o una nueva revelación explosiva, podrían bloquear rápidamente este primer tiempo del posindiulto. El Perú ya ha perdonado grandes traiciones en la democracia reciente, por lo menos dos: la de Fujimori y el shock (1990) y la de Humala y la gran trasformación (2011).

La falta de guion de la crisis y la debilidad de sus adversarios podrían salvar a PPK en el corto plazo. Pero que PPK transite el posindulto sin caerse del caballo es una cosa, y que siga cabalgando más adelante, es otra. Si reconstruye su gobierno con alianzas sociales (Fujimori 1990) y alianzas parlamentarias, aunque sea intermitentes (Humala 2012), su esperanza de vida será mayor. El fujimorismo dividido y el antifujimorismo en la encrucijada, atrapado entre las opciones de reducir su acción a la lucha contra el indulto y la salida de PPK del poder, favorecen la tendencia a la continuidad del presidente.

sábado, 30 de julio de 2016

El fujimorismo en tres tiempos

http://larepublica.pe/impresa/opinion/787610-el-fujimorismo-en-tres-tiempos
La República
La mitadmasuno
22 de julio 2016
Juan De la Puente
En la discusión sobre el fujimorismo se diferencian hasta tres visiones; 1) la que afirma que no ha cambiado, mayoritaria en la elite política; 2) la versión propia de Fuerza Popular, que sostiene que ha evolucionado, puesta en duda por lo sucedido antes de la segunda vuelta electoral; y 3) la que reconoce lentos cambios, en el largo plazo, sobre todo hacia afuera y en su relación con la sociedad, una visión que se abre paso en la academia.
Este debate se traslada al interior del fujimorismo como dilemas y crecientes matices; el corte entre albertistas y keikistas es solo uno de ellos y no parece ser ya el más importante; otros dos cortes son muy sugerentes: el primero entre los fujimoristas de abajo más conservadores y resistentes al cambio, y la elite más permeable al juego político; y el segundo corte, entre los fujimoristas institucionalistas, militantes o no de Fuerza Popular, y los recién llegados a los comités partidarios y al Congreso, con un juego muy propio.
Estos cortes relativizan la presentación del fujimorismo como un todo pulido y acabado, un objeto ya conocido al que solo hay que redescubrirlo cada 5 años, cuando en realidad es un proyecto inacabado, claramente en tránsito, un proceso acentuado en las últimas elecciones. Estos dilemas viejo/nuevo o cuanto viejo/cuanto nuevo serán cruciales en el próximo quinquenio en el que los seguidores de Keiko Fujimori tendrán la mayoría del Congreso y sin duda gravitantes para sus expectativas el 2021.
Si el fujimorismo fuese una formación partidaria cohesionada de acuerdo con los estándares clásicos estos temperamentos serían menos gravitantes. Resulta sin embargo que más que un partido es un movimiento, una pesada cruz que deben de cargar los grupos herederos del autoritarismo y/o populismo, obligados siempre a rendir tributo a la tendencia social que encarna y condiciona discursos y programas.
Estos cortes internos están jalonando a Fuerza Popular. La designación de Luz Salgado, un claro punto de unidad interna, como Presidenta del Congreso, fue la apuesta por una conducción al mismo tiempo opositora y abierta del Parlamento, una visión macropolítica de la relación con el gobierno. Pero esta decisión ha sido seguida por dislates personales arriba y desbordes abajo, como la marcha por el indulto a Alberto Fujimori.
El fujimorismo se debate entre la macro y micropolítica; algunos de sus voceros expresan lo segundo, como el que acaba de protagonizar un enfrentamiento con el Frente Amplio acusándolo de terrorista. Sin embargo, más allá de los insultos, la tensión macro vs micro también legitima el juego propio y la narrativa autónoma que han empezado a construir las nuevas tendencias de su numerosa bancada.
El carácter conservador y plebeyo del fujimorismo es incuestionable, pero parece estar en disputa su relación definitiva con el régimen político vigente y con el modelo, o con una parte sustantiva de este. Las narrativas que se abren podrían llevar a caminos irreversibles; he leído por lo menos dos columnas (Cecilia Valenzuela y Patricia Teullet) horrorizadas por la crítica fujimorista a PPK por su relación con las grandes empresas; al mismo tiempo, otros parlamentarios de Fuerza Popular han militado los últimos años en la ortodoxia económica, y no son pocos los que respaldan el proceso de descentralización y se integran en otro de los cortes que exhibe su bancada, entre provincianos y capitalinos.
Ante la ausencia de un estado mayor fujimorista esta evolución tiene plazo fijo porque estará condicionada al desempeño del Parlamento en el próximo quinquenio. Las opciones de este proceso son todas posibles, desde una reivindicación simple y llana del pasado hasta los parecidos con el peronismo. En cualquiera de las opciones, el fujimorismo y el Congreso necesitan orden, tanto como para colaborar como para oponerse al gobierno y el primer llamado a garantizar ese orden es Fuerza Popular. El exceso de micropolítica puede ser su perdición; puede gratificar al protagonista, pero siempre pasa factura a los partidos.