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jueves, 29 de diciembre de 2016

PPK, el fujimorismo y la izquierda

http://larepublica.pe/impresa/opinion/830975-ppk-el-fujimorismo-y-la-izquierda
La República
La mitadmasuno
16 de diciembre de 2016
Juan De la Puente
Algunas notas cortas sobre los efectos de la censura a Jaime Saavedra.
La guerra temprana. El fujimorismo dejó caer la rama de olivo que le entregó PPK y confiado en su mayoría censuró a Saavedra adentrándose en un terreno pantanoso cuya travesía asoma: el aislamiento en la élite del país que tendrá más éxito al decirle a la sociedad que el fujimorismo no ha cambiado, una narrativa que deberá enfrentar abajo y muy abajo y para la que sospecho no está preparado.
En este punto, el Mensaje a la Nación de PPK ha rendido frutos de modo más inmediato que la guerrilla legal por la cuestión de confianza. La censura marca al fujimorismo como un grupo autoritario diluyendo lo que queda del “discurso de Harward”. El antifujimorismo tiene una nueva baza a pesar de que el discurso de Fuerza Popular y el de sus opinantes cercanos perseguían un fin distinto. Mucho gasto y poco rédito.
Factura alta. FP se ha puesto a la defensiva y ha complicado la dinámica Gobierno/Parlamento; el primer efecto es colocar ahora mismo al fujimorismo en la disyuntiva de abandonar en definitiva la convivencia forzada o abrir un nuevo ciclo de extrema tensión, con resultados distintos pero igualmente desventajosos, uno más que otro. Si no quiere pagar una factura tan alta, el retorno a una convivencia forzada sin diálogo implicará la formación de un polo que denunciará esa convivencia, aun así sea solo en economía, en tanto que una mayor polarización llevará a que arrecie la acusación de que desean derribar al gobierno. El corolario es el deterioro de la fuerza controladora del Congreso que había adquirido cierta legitimidad. Cuando un grupo sabe que debe girar pero no sabe dónde, está en problemas.
La etapa post Saavedra. El episodio que queda atrás muestra la riqueza que toda crisis encarna. De hecho, fue una crisis sin manual reflejo de la inédita y excepcional gobernabilidad que nos está tocando vivir. Uno de los resultados es la redefinición de la relación entre los principales actores, la llamada “correlación de fuerzas”.
Con la censura de Saavedra ha concluido la bilateralidad de la dinámica Ejecutivo-Legislativo vigente desde el inicio del Gobierno, para instalar un nuevo escenario, el de un juego más propio de los grupos políticos. El áspero binomio que funcionó cuatro meses se ha desplegado en varias relaciones, complejizando algunas y facilitando otras en el mediano plazo.
Dejar a PPK. El caso Saavedra le ha permitido a la izquierda sincerar su relación con el Ejecutivo cancelando definitivamente la etapa del respaldo electoral a PPK en la segunda vuelta, liberando su potencial opositor. El Frente Amplio (FA) empezó el proceso diferenciándose del resto de la oposición aunque asumiendo una parte de las críticas a Saavedra. En el camino desarrolló una línea propia que defendía los avances de la reforma de la educación, recuperando la renovación de esa política, resultado de lo cual es su propuesta de Acuerdo por la Educación y el duro cuestionamiento al abuso de poder.
El FA y la izquierda fueron convocantes y partícipes de la marcha del 12 de diciembre y sus principales catalizadores; este gesto es práctico y simbólico, refleja la voluntad de sacar la gobernabilidad de los salones del Congreso a la calle dando vida a la primera oposición política a PPK en ese espacio. “Dejar” a PPK ha sido duro para varios sectores de la izquierda, algunos de los cuales pretendían convertirlo en un ariete de la izquierda, o por lo menos en un Kerenski nacional. Creyeron que el amor de la campaña era para siempre.
La pelota del diálogo está ahora en varias canchas al mismo tiempo y es una gran oportunidad para todos: para PPK, que puede recuperar aliados; para el fujimorismo, que puede regresar a la casa con menos roche; y para la izquierda, que puede legitimar parte de su agenda en un consenso múltiple. En cualquier caso sigue vigente la idea de que no hay vida fuera del consenso a palos en que se ha convertido nuestra democracia, solo que los términos de la convivencia han cambiado.

Disolver, disolver o la guerra política

http://larepublica.pe/impresa/opinion/828982-disolver-disolver-o-la-guerra-política
La República
La mitadmasuno
9 de diciembre de 2016
Juan De la Puente
 
“La primera víctima de la guerra es la verdad”.
Esquilo
 
Cinco apreciaciones a la vena y sin filtros sobre la agenda política.
Nueva etapa. La interpelación e inminente censura del ministro Jaime Saavedra cancela el consenso a palos entre el gobierno y la oposición. Se abre, al parecer, otro período, el de palos sin consenso, cuyo efecto será el bloqueo de los poderes y su desconexión total con la sociedad. Este resultado traerá una gobernabilidad de muy baja intensidad que acelerará la descomposición de ese extraño “desequilibrio racional” instalado post colapso de los partidos. Este palos sin consenso no tiene salida y será más rechazado por la sociedad que la victoria de una de las partes. Si los poderes no vuelven a la convivencia forzada, la crisis que se abre no será nueva sino la conversión de la vieja crisis en colapso.
El gobierno debe gobernar. El principal problema del gobierno es la guerra política, parecida a otra guerra, la que destruyó al humalismo (2013-2016) y a casi todos sus contrincantes. La diferencia con la actual guerra es que el fujimorismo –mayoría clara en el Congreso– tiene ahora mucho que perder porque ya no puede colocarse tras la voluminosa personalidad política de Alan García, que se desgastó en la primera guerra con los efectos conocidos. Aun así, los gobiernos son elegidos para resolver problemas y si quieren, para pelearse, pero no para hacer lo segundo a costa de lo primero. Por esa razón, PPK no puede darse el lujo de quedarse sin gabinete a menos de cinco meses de su debut. Es extraño en ese escenario la despolitización de la defensa de Saavedra que se centra en #SaavedraNoSeVa en lugar de #ZavalaNoSeVa, si el argumento es que el fujimorismo quiere liquidar a PPK.
Mucho Juego de Tronos. En una crisis tan dinámica, las conspiraciones son limitadas, aunque en nuestro caso las partes explican la confrontación desde una narrativa conspirativa exagerada e infinita, para las que solo hay elites, poderes, medios y operadores, una política ruda y violenta, pero muy “netflix”, empaquetada al gusto y en la que se extraña sobre todo al pueblo. No tengo duda de que la interpelación ha afectado al fujimorismo –aunque no solo a él–, pero presumo que las encuestas venideras constatarán la demanda ciudadana contra el encono en las alturas y relativizarán los discursos complotistas. Como a la primera guerra, a esta le falta pueblo, al punto de que el Gobierno nunca recurrió a este a pesar de tener la mesa servida para la defensa de una reforma educativa de virtudes innegables.
Bien el Frente Amplio. El Frente Amplio (FA) hace bien en no mezclarse con la guerra en las alturas y elaborar una narrativa propia educativa y universitaria. No se puede pedir menos a una izquierda con casi un siglo de relación con los movimientos estudiantiles y docentes de base. No encuentro razón para que el FA ligue su destino a una causa que en el Congreso ni siquiera es defendida por la bancada oficialista y en cambio sí por Alianza Para el Progreso, una bancada auténticamente universitaria. Quizás lo que le falte allí al FA es más conexión social respecto de la etapa que se inicia.
Realismo político. Molesta la forma y el tono de la interpelación al ministro Saavedra y los argumentos usados contra él. No obstante, la discusión más importante no se refiere a los adjetivos y al tono. Saavedra no es todo el gobierno y con él no empieza o termina la necesidad de una mejor gobernabilidad. En los tres gobiernos anteriores, la tensión extrema entre los dos poderes por razón de un ministro ha terminado con el ministro fuera del cargo. Los casos más emblemáticos: de Rospigliosi y Diez Canseco en el gobierno de Toledo; de Pastor en el gobierno de García y de Figallo, Lozada, Adrianzén y Jara en el gobierno de Humala se saldaron con la salida del funcionario en un compás de tiempo en el que la demora del cambio debilitaba al gobierno. No encuentro razones para que ahora las cosas no evolucionen de ese modo y es la vía para que el gobierno salga de las cuerdas.

La bala de plata

http://larepublica.pe/impresa/opinion/826965-la-bala-de-plata
La Republica
La mitadmasuno
2 de diciembre 2016
Juan De la Puente
No me encuentro entre quienes sugieren que el Gobierno haga cuestión de confianza por la permanencia del ministro de Educación y que esta sea el inicio de la disolución del Congreso y la convocatoria a nuevas elecciones congresales.
Desde el ámbito constitucional, no creo que sea suficiente solicitar la cuestión de confianza para que se echen a andar los nuevos comicios parlamentarios. En nuestro modelo de distribución de poderes el Parlamento tiene la potestad de aprobar la confianza del gabinete y al mismo tiempo continuar con la interpelación/censura de cualquiera de sus miembros, por una razón legal: censura y confianza son dos instituciones distintas que nacen de modo distinto y a cargo de poderes distintos. Los objetivos son también diferentes; la censura es un golpe al gobierno desde la oposición en tanto que la cuestión de confianza es un intento de este recuperar iniciativa política y de buscar alianzas para gobernar.
Algunas cuestiones de procedimiento constitucional también deben ser abordadas. Salvo que el premier Zavala decidiese someter solo su cargo a la confianza, el pedido al Congreso debe ser aprobado por el gabinete. De negarse la confianza deberá resolverse si la renuncia del gabinete obligaría al Presidente de la República a cambiar a todo el Consejo de Ministros. Eso no sucedió luego de la censura de Ana Jara en marzo del 2015 porque solo ella fue objeto de interpelación.
En el ámbito político, un juego en las alturas de ese volumen implicaría un bloqueo que ahora, precisamente, es necesario evitar. Creo que los cuatro meses de gobernabilidad compartida –o convivencia forzada o consenso a palos– no es un regalo del gobierno o de la oposición a los peruanos sino esencialmente una demanda que desde el primer día vino desde la sociedad, y es ella la que ha impulsado tanto la investidura del gabinete en agosto como la concesión de facultades en setiembre.
Es cierto que la demanda social de cooperación entre los poderes ha caído en las encuestas pero no estoy seguro de que los ciudadanos reclamen la derrota de uno de ellos en manos del otro. La bala de plata de la cuestión de confianza no debería ser usada por un gobierno que no está en crisis, que tiene el 50% de aprobación y que conserva un alto grado de maniobra.
Por esa razón, que el Presidente de la República se prive ahora por su propia mano del gabinete Zavala para designar luego un gabinete instrumental o “de provocación” pensando que las nuevas elecciones las ganará el Gobierno y no el fujimorismo, es una opción extremadamente incierta. Presume la convicción de una crisis generalizada en los dos poderes y de una extrema debilidad del Gobierno, que no es cierta.
El problema central detectado en el primer tramo del gobierno –leer todas las encuestas desde setiembre– no es cómo se entiende con un Parlamento que hasta ahora la ha proveído de estabilidad general, sino de cómo se entiende con la gente. Creo que el principal desafío del Gobierno no es la confianza del Congreso sino la confianza y legitimidad social, una carencia común a todos los grupos parlamentarios y a la elite política del país.
Si no se coloca como el eje de la gobernabilidad la relación del poder con los ciudadanos caemos en el error estratégico de considerar que el principal desafío del Ejecutivo es derrotar al fujimorismo y viceversa. De allí deviene la idea a mi juicio extrema de considerar que Fuerza Popular está “copando” el Estado, palabra gruesa y muy generalizable, una agregación voluminosa e inentendible en el caso de un grupo político que ha demostrado que no quiere compartir el poder sino ganar las elecciones del 2021.
Finalmente, es riesgoso que el Gobierno se aventure a practicar un procedimiento alquimista que nos traiga de vuelta la guerra política del período 2013-2016. De esa guerra, a solo 4 meses de período gubernamental y parlamentario, solo podría venir un “que se vayan todos” para lo que no están preparados ni los que se pueden ir, ni los que pueden venir.

domingo, 11 de diciembre de 2016

Malas noticias para los políticos. Encuesta Ipsos 11/12/2016

Por Juan De la Puente
La encuesta de Ipsos-Perú que publica hoy El Comercio detecta varios fenómenos que el liderazgo nacional y sus elites no deberían subestimar, los primeros para incorporar estos hallazgos a sus decisiones políticas y los segundos por lo menos para tomar en cuenta el temperamento de un espacio que se subestima en la elaboración  de la agenda y en los análisis.
La encuesta muestra a los peruanos distantes, al centro y más racionales en la crisis del caso Saavedra, evidenciando que por lo menos en parte esa no es su pelea y colocando como el eje de la política la legitimidad más que la guerra política en las alturas.
Aquí tres elementos que creo que deben destacarse, dejando para otro momento las interesantes respuestas sobre los temas de género.
Tú no eres el país. La sociedad parecer estar relativamente distante de la pugna especifica por la permanencia del ministro Jaime Saavedra en su cargo, resumiendo una brecha significativa –todavía no abismal- entre el principal debate en lo que va del gobierno de PPK, y que ha polarizado la política, versus las opiniones más matizadas de los ciudadanos. En una conclusión gruesa se diría que el caso Saavedra no ha dividido el país, aunque si a sus instituciones, medios y elite opinante. Vamos, tú no eres el país o habla por ti.
Los ciudadanos se encuentran al centro, distantes y premunidos de una mayor racionalidad que predominan en las alturas en esta compleja disputa. Un 42% cree que Saavedra fue interpelado por la corrupción en su sector, y un 44% por razones extrañas al pliego interpelatorio, como por haber sido ministro de Humala, por la Ley Universitaria y las propuestas sobre género en su sector. Este empate le da a todas las verdades un poco de razón, pero si somos rigurosos, en un clima de guerra, ninguna de estas razones parecen ser suficientes. Como se diría en Grecia y Roma, no hay razón suficiente (ratio decidendi) sino que todas son  razones subsidiarias (obiter dicta).
A pesar de ello, los ciudadanos han cancelado la era Saavedra. La mayoría (54%) está de acuerdo con la interpelación y con su censura (52%) y más de dos tercios le sugiera al gobierno “dejarlo ir” (67%).
Estos datos son tan importantes como el escaso respaldo a la opción que propugna lo diametralmente opuesto: 30% está en contra la interpelación, 32% porque continúe en el cargo y 19% porque renuncie en rechazo a la interpelación.
¿El pueblo es cobarde y se resiste a premiar la política principista por parte de un buen ministro? No. Es más probable que los ciudadanos consideren  epidérmicamente que esta política in extremis no deberían experimentarse a 4 meses del inicio de un gobierno y que por esa razón esta hora es más de los sensatos que de los valientes; o que sus demandas son más complejas y terrenales que la censuras o la cuestión de confianza.
Tu reforma no es tan buena. Debajo de la epidermis sí que habita un drama que parece que han olvidado los que aseguran a rajatabla que le reforma que lidera Saavedra es una maravilla o lo que dicen que es un fracaso total. Ubicados en la conocida acepción “tampoco tampoco”, los ciudadanos dicen que Saavedra es el ministro con más aprobación y que la Educación ha mejorado, pero no mucho. Un 40% dice que si ha mejorado pero un 47% sostiene que no. Es más, casi la mitad de los peruanos cree que los avances en la prueba PISA se debe a factores distintos a la reforma educativa.
No le echen la culpa de estas respuestas herejes a los comunicadores. Creo que no se debe a que una buena reforma ha sido mal vendida. Pienso que la sociedad no cree en la narrativa de que “vamos bien pero despacio” o de que “estamos en el camino correcto” porque cree que existen brechas ignoradas estos años y que les atañen directamente (ver las opiniones de Ricardo Cuenca, por ejemplo). En resumen, tu reforma no es tan buena como dices.
Caigo yo y tú. Finalmente, la encuesta evidencia que el caso Saavedra ha afectado en distinta intensidad a instituciones y líderes. A PPK de modo limitado: ha bajado 3 puntos y aún conserva con su 48%  un margen de maniobra, considerando que su desaprobación solo ha subido un punto. El premier Zavala se mantiene en sus guarismos aunque otros miembros del gabinete han caído en aprobación.
Son las instituciones las más afectadas. El gobierno y el Congreso han caído en aprobación y se ha incrementado su desaprobación, una caída que afecta también a la Presidenta del Congreso, que hasta ahora había sido inmune a las tensiones entre poderes.
Otros dos datos forman un haz. Por un lado se reitera el esquema de competencia política imperfecta donde la caída del gobierno no empodera a la oposición. Por eso se tiene que la caída ligera de PPK se condice con la de Keiko Fujimori, que pasa de una aprobación  de 41%  a 37%  el registro más bajo de los últimos meses, y una desaprobación que aumenta a 55%, 18 puntos más que la aprobación, en tanto Verónika Mendoza se mantiene estable en 34% con una desaprobación que supera por 22 puntos a la aprobación. Por otro lado, los ciudadanos le reclaman al poder las mismas soluciones anteriores al caso Saavedra, es decir, a la inseguridad, corrupción y a la falta de autoridad.