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miércoles, 12 de octubre de 2016

Moreno y el gastrotráfico, dos historias sin buenos

Por Juan De la Puente
El escándalo del #negociazo es una crisis en progreso que no puede ser cerrada. Quizás no deba ser cerrada hasta entender su naturaleza. En medio de la cascada de información que fluye la indignación funciona como antes, como una catarsis que sirve para no hacer nada al final. Lo más cómodo ahora es reducir el #negociazo a la historia de un hombre malo que le quita al Estado la plata para los pobres.
Foto: Cuarto Poder
Es preciso diagnosticar el escándalo para no quedarnos en él. Hasta ahora se ha hablado del Estado, de su debilidad y fracaso pero lo que tenemos enfrente es algo más profundo, de lo que el ex asesor Carlos Moreno es apenas una repulsiva circunstancia. Moreno es una mina. Aquí cuatro tips sobre el caso:
1.- Hablemos de dos crisis en una, o de dos historias en una: 1) La crisis del modelo de tercerización de servicios por prestadores privados, sin rectoría del MINSA, y su componente más importante: la ampliación de afiliados al SIS y a EsSalud sin incremento de oferta y de calidad; y 2) La crisis de un modelo de reclutamiento de altos funcionarios del Estado y su principal componente: la ausencia de partidos que se hagan cargo del gobierno que han ganado legítimamente en las urnas. En este caso, la corrupción es una, solo que está repartida en dos almas, la pública y la privada.
2.- No me digan que aquí solo hay responsabilidad en el Estado. Aquí hubo una implosión mercantilista.  Los diálogos de Moreno reflejan la facilidad con la que ciertos privados esquilman al Estado a través de una privatización forzosa y caníbal de las prestaciones. La promesa neoliberal de la Constitución de 1993 (artículo 58°) decía que “el Estado orienta el desarrollo del país, y actúa principalmente en las áreas de promoción de empleo, salud, educación, seguridad, servicios públicos e infraestructura” no se ha cumplido, por lo menos por dos razones.
La primera, que el Estado no ha podido enfrentar exitosamente las tarea del financiamiento y de la calidad de las prestaciones, a pesar de mejoras significativas en los indicadores de salud y de aseguramiento. No se puede decir lo mismo del esfuerzo presupuestario; desde el año 2006 cuando el presupuesto de Salud era el 4,4% del PBI pasó el 2014 a 5,5% del PBI pero cayó sin mayores  explicaciones al 2,2% del PBI este año.
No me opongo per se a la tercerización de los servicios complementarios u otros necesarios como la diálisis y operaciones urgentes -ni a las APP, necesarias en el sector- sino a que este proceso se realiza desordenado – ya veces provocado mafiosamente- y sin regulación. La idea de que todo lo privado es mejor por ser privado –ya desmentida en el ámbito educativo- en Salud tiene signos: los privados tampoco tienen nueva oferta de infraestructura y existe escasez de profesionales, porque ahí también hay sueldos de hambre. Los buenos proveedores de servicios y de insumos también son perjudicados; solo el Hospital 2 de Mayo debe entre 15 a S/ 17 millones a los privados.
La segunda razón es el abandono del Estado de sus obligaciones respecto a la salud, incumpliendo la promesa de la Carta de 1993. El MINSA ejerce una débil rectoría en un sistema de múltiples prestaciones directas (17 millones en el SIS, más de 11 millones en EsSalud, 2 millones con seguros privados, decenas de miles en la sanidad policial y militar y prestaciones municipales y religiosas en expansión) en un mercado concentrado (seguros, clínicas y farmacias) y otros mercados en guerra abierta más de dos décadas, el de medicamentos.
No hablemos del abandono del Estado a EsSalud que es para otra nota, pero un dato más: la Superintendencia de Salud, SuSalud es débil y mira a otro lado -¿la han escuchado estos días?- al punto que hasta agosto su responsable fue antes funcionaria de una de las clínicas privadas con más denuncias en su haber.
3.- El gobierno, la segunda historia. El Ejecutivo es el que sufre más con esta historia. A pesar de que el escándalo tiene seis días el Gobierno aún no tiene una narrativa única del caso. Se advierte al premier Fernando Zavala zanjando con la corrupción y a PPK más contemporizador. Eso pasará factura.
Se ha dicho que el Gobierno se demoró mucho en reaccionar pero creo que lo hizo más rápido que cuando explotaron otros escándalos en los gobierno de Toledo, García y Humala. El cargo más grande al Ejecutivo es otro, es cómo llegó Moreno a ese puesto.
Ese cargo tiene cola y cara, y nos remite al formato de reclutamiento de funcionarios en un régimen post colapso del sistema de partidos. No deberíamos escandalizarnos tanto porque en un sistema sin partidos, con una política ultra personalizada, los congresistas y funcionarios tienen el mismo origen: las redes clientelares, las amistades, la familia, la posesión de dinero y/o contactos, más que las formaciones partidarias.
Si este no fuera un drama de la política me reiría mucho de los periodistas y analistas incoherentes que se han pasado 20 años cuestionando a los gobiernos por poner en los altos cargos públicos a los militantes del partido que ganaron las elecciones, predicando en cambio el tecno-gobierno de los independientes. ¿Quieres independientes en el poder? Ahí lo tienes.
No niego el valor de la tecnocracia en el Perú. A pesar de sus limitaciones políticas (Carlos Vergara dice que no estamos gobernados sino administrados) han cumplido un papel destacado y en muchos casos supliendo la falta de solvencia técnica de los gobernantes. Sin embargo, hemos llegado a un punto de extremada debilidad de los grupos políticos cuya expresión máxima es el actual partido de Gobierno. La pregunta cómo llegó Moreno ahí es también cómo llegó Joaquín Ramírez ahí, o los ministros humalistas despedidos por escándalos.
Sobre el punto he escuchado sugerencias como realizar exámenes para los cargos de confianza. Eso me huele a la Hoja de Vida de los candidatos al Congreso y a las alcaldías. Solo hay un remedio: los técnicos a los cargos técnicos y los políticos a los cargos políticos y para ello necesitamos aparatos políticos eficaces también en el reclutamiento porque no deja de ser patológico que los presidentes nombren a sus médicos como ministros de Salud (o asesores) o vicepresidentes a sus abogados. ¿Les suena algo las palabras reforma política, pero ahora?
4.- El Congreso. Qué investigar. El mejor favor que le haría el Parlamento a Moreno es investigarlo a él y a su red, y no tocar nada más. Esa película ya la vimos con los casos Orellana, Ancash y López Meneses. Es la investigación ultrapunitiva que copia al Poder Judicial y a la fiscalía y desperdicia los poderosos instrumentos legislativos y de control del Congreso. Me apresto a ver una investigación de minucia: la fecha de los actos, la hora, el quién te dijo y el cómo fue.
Es cierto que el diablo está en los detalles, pero también es cierto que al diablo no le interesa resolver los problemas de fondo. Sabida la primera pregunta de cómo llegó Moreno, la segunda es clave: ¿Quién y por qué lo grabaron?
Más preguntas impertinentes: ¿Se meterá el Congreso con la concentración del sector salud, las prestaciones truchas, la falta de rectoría y de regulación? ¿Mirará exclusivamente el delito o mirará la salud de los peruanos? De lo primero ya tuvimos, como cuando por la presión de las tabacaleras el Presidente de la Comisión de Salud del anterior Congreso se desapareció una semana para no sustentar ante la Comisión Permanente un proyecto de ley. Espero que ahora sea diferente.