martes, 23 de mayo de 2017

El caso Vizcarra, crisis orgánica y Estado débil

Por Juan De la Puente
Algunas reflexiones del caso Vizcarra cuyo desenlace pudo evitarse, que lejos de cerrarse se abre para mostrar sus elementos de mediano plazo.
1.- Crisis orgánica. La crisis abierta con la renuncia del ministro Martín Vizcarra pertenece al tipo de crisis orgánica de un gobierno, distinta a una crisis exclusivamente de coyuntura, en la medida que afecta al conjunto de procesos del gobierno hacia adentro y de relaciones hacia afuera. Es, además, una crisis de larga maduración para los estándares peruanos, y que ambos poderes maceraron algunos meses, más el Ejecutivo que tenía en sus manos soluciones legales durante meses. Tan importante como la renuncia de Vizcarra es la renuncia del Estado a resolver con diligencia y oportunidad un caso complejo.
2.- El elemento endógeno. El primer detonante de esta crisis y, al mismo tiempo, el primer impedimento de su solución es endógeno; es la falta de fuerza y competencia del Estado para deshacer un contrato mal hecho y renegociarlo o anularlo. Este es un problema legal y político que reside en la pérdida de la capacidad de negociación del Estado, una debilidad que no está relacionada con la fortaleza de la contraparte privada sino con la subestimación del interés público dentro de las agencias estatales llamadas a cautelarlo, creadas con el acertado objetivo de promover la inversión pero con escasa accountability. Desde la creación de Proinversión (D. Leg. N° 674, de 1991), la Ley N° 30052 (julio de 2013), y la Ley N° 30230, los objetivos de facilitar la inversión, el desarrollo productivo y el crecimiento empresarial pretenden ser logrados restringiendo la capacidad negociadora pública. Estas fallas se han advertido en otros casos ahora judicializados y tienen relación con una aplicación deficiente del D. Legislativo N° 1224, Ley Marco de Promoción de la Inversión Privada mediante Asociaciones Público Privadas y Proyectos en Activos, modificado recientemente mediante el D. Legislativo N° 1251.
3.- El elemento exógeno. El segundo elemento de esta crisis es exógeno, es la hegemonía del interés privado sobre el público, cuando debería ser al revés. Este es un problema ideológico o “de modelo”, y opera como un imperativo del mercado que debe subordinar toda lógica pública. Este imperativo está presente descarnadamente en escándalos como la Interoceánica y el peaje de Puente Piedra, pero también se aprecia en pronunciamientos leídos estos días sobre Chinchero. Van desde aquella autoridad del Cusco que dijo que con o sin corrupción debe hacerse ahora el aeropuerto, hasta las alarmas lanzadas desde el sector privado sobre que “nadie invertirá en el Perú” después de la cancelación del contrato del Aeropuerto de Chinchero.
4.- La gran pregunta. Estos dos elementos articulados atravesaron dos gobiernos y han prolongado un mal contrato en una pésima adenda. Vizcarra, una persona reconocida como seria y responsable, no responderá nunca dos preguntas: 1) porqué defendió una adenda de la que él mismo sospechaba era mala; y 2) porqué esperó seis meses para tomar una decisión que era de sentido común desde enero de este año. La respuesta quizás se encuentre en el hecho de que Vizcarra es también conocido como un hombre leal y disciplinado, lo que le da fuerza a la figura de la “inmolación”.
5.- Las repuestas aprendidas. Toda la discusión sobre este caso se ha coyunturalizado rápidamente. Los críticos de Vizcarra no intentan pasar a los temas de fondo y se quedan en las personas (ya lo vimos con la corrupción brasileña, en cuyos casos se niegan a soluciones sistémicas); y los defensores del proyecto cuestionado razonan con el viejo y conocido doble discurso y rasero. Exigen que la Contraloría -otras veces los jueces, policías, fiscales o alcaldes- cumplan con su función pero cuando las instituciones tocan a sus conocidos, intereses o afinidades políticas, se resisten a las medidas. Ensayan el otra vez viejo y super conocido discurso de "yo lo conozco" y por ese motivo tal persona no puede haber cometido una infracción. Es la cultura criolla que no está vuelta porque nunca se ha ido y que cuando no puede con argumentos técnicos o legales, personaliza lo público.
6.- Lo coyuntural. Hay una parte coyuntural en el caso, claro. Al renunciar, Vizcarra ha asumido una responsabilidad, lo que es meritorio en un país donde la responsabilidad política siempre se les exige a otros pero no a uno mismo. Lo hizo luego de la interpelación, después de la cual habían 2 opciones, censura o no. Vizcarra ejecutó un movimiento de manual, la renuncia anticipada, que no solo anula la posibilidad de la censura –que creo era difícil habida cuenta de los fuegos artificiales que se lanzaron el día de la interpelación- sino que lo pone en línea de victimización. De hecho, exigirle ahora que renuncie a la vicepresidencia de la república suena excesivo, una doble asunción de responsabilidad. Fuerza Popular tendrá que forzar demasiado para cobrarle otra renuncia, con el costo que ello supone.
Vizcarra deja atrás un caso emblemático que junta impericia política y técnica. Con el informe de la Contraloría –que tiene el acierto de poner luz en algunos actores invisibles- el caso no se cerrará y tendrá secuelas que afectará al gobierno, y solo si se insiste en apartar a Vizcarra de la vicepresidencia el gobierno podrá salir de la posición defensiva en la que se encuentra. Por ahora, la idea de que Vizcarra "se inmoló" ayuda a Vizcarra pero no al Gobierno.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo,esto a trascendido a una crisis política PPK no parece entender que tiene que hacer política no "genrenciar" confundir lo publico con los intereses privados esta ahogando a el "modelo",la tecnocrasia ideologizada a fracasado nuevamente y parece no entender que se están destruyendo ellos mismos al insistir en los mismos vicios de siempre.El fujimorismo,y esto no lo lee PPK y el ejecutivo,no le interesa Chincheros encontró la escusa perfecta,por que en verdad estaba todo mal, para ir por Vizcarra y tocar al presidente.

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