viernes, 25 de enero de 2013

El lobo ¿solitario?

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/el-lobo-solitario-25-01-2013
La República
La mitadmasuno
25 de enero de 2013
Juan De la Puente
Pedro Pablo Kuczynski (PPK) está en la primera línea de la noticia por dos razones: su abierta oposición a la revocación de Susana Villarán y su apocalíptica predicción sobre que la caída del dólar a S/. 2,30 en el brevísimo plazo de tres meses provocaría la ruina de la economía peruana.
En ambos temas se pone de manifiesto la audacia de un político pragmático y temerario aunque en un caso tenga razón y en el otro no. Su respaldo a Susana Villarán sintoniza con el grueso del humor empresarial y con la mayoría de partidos que consideran de riesgoso para la capital retirar a la alcaldesa de sus funciones. En cambio, su predicción monetaria fue desvirtuada en cinco minutos por economistas de distintas tendencias que demostraron que este año no se replicará la caída de tipo de cambio experimentado el 2012 y que el previsto ingreso de dólares debido a la compra de bonos de la Reserva Federal de EE.UU. no tiene en cuenta la recuperación de la economía de ese país.
PPK vive con dificultad su condición de nuevo lobo solitario. La Alianza por el Gran Cambio (APGC) que el 2011 alcanzó el 18% de votos se ha diluido. Sabe que volver a enamorar al PPC será difícil luego de que Lourdes Flores revelara su deseo de intentar la presidencia por tercera vez, que esta vez tampoco contará con César Acuña de Alianza por el Progreso (APP), quien también ha decidido postular a la presidencia el 2016, y que Yehude Simon (Partido Humanista) parece dispuesto a retornar al centro-izquierda.
No obstante, el lobo es sobre todo un depredador, y el activismo de PPK es propio de uno en peligro. Recoge firmas febrilmente para inscribir a su partido Perú Más en breve plazo; abre sedes regionales y ficha caudillos locales, aunque para ello deba reclutar a personajes reprochados como el general Edwin Donayre; mantiene una activa presencia en la prensa escrita y radial; es un habitúe de las redes sociales; impulsa un instituto para poner en práctica sus ¿ideas? políticas; y se relaciona con gobiernos locales y regionales a través de su ONG Agua Limpia.
PPK sabe que ubicarse entre Toledo y Keiko, como lo hizo el año 2011, será un desafío muy serio. Para el 2016 el espacio de la derecha y del centro-derecha estará más tugurizado. Fujimori, Lourdes, García, Toledo y Acuña competirán con él liderando maquinarias electorales, con raíces sociales unos más que otros, con iguales o mayores probabilidades de impactar en el electorado. Por esa razón, no extraña su guiño al electorado dispuesto a votar en favor de Susana Villarán.
PPK, no obstante, tiene algunos valores que lo convierten en potencialmente elegible para los grandes poderes económicos y los medios de comunicación que interactúan con ellos. Es un envidiable intermediario mediático entre el mercado y la sociedad con orígenes en la empresa. Al mismo tiempo, es polivalente, práctico y multiusos como lo evidencia su reciente incursión en favor de los exportadores; como dice el antiguo merengue dominicano, es apasionado, bueno y adinerado, no habla con el vecino, no gasta y economiza y todo lo resuelve tranquilo. De todos los presidenciables que podrían garantizar la inalterabilidad del modelo económico, es el más confiable y dispuesto.
Sin embargo, PPK es también portador de un virus que afecta el sistema político y contra el cual se pronuncian crecientemente la sociedad y el mercado. Es una de las expresiones más acabadas de la personalización de la política y de las prácticas de tercerización de los intereses privados en los representantes. Este rasgo no acabará con la inscripción de un partido propio, que se presume será de una militancia acotada. En ese sentido, PPK 2016 será la apuesta más arriesgada de una aristo/tecnocracia que colaboró activamente con cinco administraciones, que ingresaron al Estado como capitanes hasta alcanzar el generalato en este y en el anterior gobierno. Ese grupo, que ya gobierna gran parte del Estado, pretenderá en las siguientes elecciones el poder completo. PPK es su buque insignia, su estandarte y su caudillo.

domingo, 20 de enero de 2013

Los nuevos revocadores

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/los-nuevos-revocadores-18-01-2013
La República
La mitadmasuno
18 de enero del 2013
Juan De la Puente
La revocación de la alcaldesa de Lima surgió como una algarada de la extrema derecha contra una izquierda moderada que había tomado el poder en la capital; se convirtió en realidad cuando el grupo revocador se organizó como una coalición de intereses concurrentes que recogió firmas usando dinero y métodos turbios, apoyándose sobre todo en las fuerzas contrarias a las reformas que Susana Villarán impulsa. Los recientes acontecimientos revelan una transformación de la batalla por Lima, que ha dejado de ser una disputa reforma vs. antirreforma y amenaza con diluir inclusive el antagonismo entre la capital y los intereses particularmente mafiosos de los antiguos revocadores.
La campaña por la revocación se ha convertido en una batalla política de cara al 2016, una suerte de primera vuelta adelantada. A la posición favorable al NO de Ollanta Humala y Alejandro Toledo le han seguido las de Pedro Pablo Kuczynski y Lourdes Flores. A favor de la revocación, tácita o expresamente, se encuentran Luis Castañeda, Keiko Fujimori y Alan García.
El escenario que plantean estos grandes actores y electores altera relativamente el tablero que ofreció la segunda vuelta electoral del 2011, con dos hechos: la oposición formal de PPK y Lourdes Flores a la revocación, y el ingreso del Apra a la campaña por el SÍ de modo oficial, abierto y frontal, con el silencio positivo de García.
Castañeda y Fujimori tienen sobradas razones previas para apoyar la revocación. Sin embargo, el Apra pudo haberse colocado de perfil en esta batalla haciendo uso del abstencionismo ejercido en la última elección de Lima donde no presentó candidato y administrando con solvencia la exposición pública de García, quien ejercía una ex presidencia casi perfecta.
Solo se entiende el ingreso del Apra al campo de batalla por una poderosa razón: la trabajosa búsqueda de una coalición en la que parece, por ahora, no podrá embarcar a PPK y a su partido próximo a inscribirse y al PPC, aunque sí a Castañeda y a otros grupos menores. Esta coalición será tal en la medida en que el Apra derrote a la izquierda, gane a Solidaridad Nacional (cuyo candidato obtuvo 9% en las elecciones del 2011) y neutralice o sobrepase a otros dos potenciales candidatos que disputarán el espacio de la centroderecha, PPK y Lourdes Flores.
El Apra triunfante en Lima con la bandera de la revocación suena como una promesa; la derrota de Villarán y sus aliados potenciarían a García y consolidaría el proceso de centralización de opciones políticas en favor de una gran candidatura. Al contrario, la derrota de los revocadores sería la afirmación de un escenario de relativa fragmentación con varias opciones en la derecha y el centro.
El camino escogido es audaz pero riesgoso, sobre todo por la precariedad del SÍ y la orfandad pública de los antiguos revocadores, chamuscados por denuncias y trapacerías. En pocos días el APRA ha desplazado del liderazgo de la revocación al grupo inicial y se ha convertido en el centro, el eje y emblema del SÍ. A ese ritmo, en el imaginario de la disputa, Susana Villarán podría aparecer compitiendo contra el binomio Castañeda/García con resultados de difícil pronóstico.
Al APRA no le fue bien en Lima en los últimos 20 años; no obstante, en el segundo gobierno de García, la capital le ofreció su respaldo cuando las regiones se enfrentaron a él en episodios cruentos como los de Combayo, Bagua y Moquegua, entre otros. La campaña de las siguientes semanas demostrará si el antiaprismo limeño resucita o es una cosa del pasado.
Por ahora, la precipitación de los grandes actores políticos en la campaña por la revocación juega en favor de Susana Villarán porque permite apreciar que tras el deseo de retirarla del cargo están poderosas razones políticas y no las pretendidas ineficiencias de su gestión; es probable que a pesar del refuerzo que ha recibido el SÍ, será más fácil para el NO disputar una batalla auténticamente política.

martes, 15 de enero de 2013

Congreso: tres escenarios y una salida

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/congreso-tres-escenarios-y-una-salida-11-01-2013
La República
La mitadmasuno
11 de enero de 2013
Juan De la Puente
Los caudillos que en las elecciones del 2011 se impusieron a los partidos políticos y destrozaron la institucionalidad que les quedaba, eligiendo personalmente los candidatos al Congreso, acaban de recibir el vuelto. Los parlamentarios, hijos legítimos del matrimonio entre el voto preferencial y la personalización de la política, se han independizado de las estructuras partidarias más rápidamente que en periodos anteriores y han sometido al actual Congreso a trance casi trágico.
Los componentes de esta etapa de la crisis de representación son dos. En lo externo, la crisis de legitimidad que coloca al Congreso ante respaldos mínimos y la crisis interna, que ha esterilizado al Legislativo al extremo de que las principales leyes aprobadas el año pasado fueron por iniciativa del gobierno.
El caso del bono de representación ha llevado la crisis a extremos; el Parlamento podría haber sido tomado por un grupo variopinto y pragmático que estaría tutelando a una Mesa Directiva débil. Este grupo se ha expresado en las palabras de José Luna Gálvez, actual presidente moral del Congreso, quien ha lanzado un desafío violento y peligroso a los ciudadanos: “Si quieren un buen Congreso páguenle bien, si no revóquenlo”, a sabiendas que ambas cosas no son viables ahora.
El Parlamento va camino a convertirse en la principal fuente de precariedad institucional y sus enemigos históricos ya han señalado entre dientes su alternativa clásica, es decir, cerrarlo. Esta opción antijurídica y golpista es todavía lejana, sobre todo porque el país disiente de ella y porque la sociedad no se encuentra como en el pasado presionada por los imperativos falsamente antagónicos de orden vs. la libertad. Sin embargo, vale la pena reseñarla como una alternativa porque corresponde a una visión de quienes consideran que es perfectamente posible una democracia sin Congreso si ya tenemos una democracia sin partidos.
La segunda opción es el de la cólera ciudadana, legítima pero con escasa perspectiva. Tendremos en adelante la exigencia de que todos los parlamentarios se vayan a su casa inscrita en las reivindicaciones sociales y en los programas políticos. Debe reconocerse, sin embargo, que desde hace 20 años el “que se vayan todos” es casi una realidad en el Perú, un país cuya tasa de reelección de parlamentarios (27%) es la más baja de América Latina, de modo que tres de cada cuatro congresistas elegidos son nuevos y eso no significa, necesariamente, que el Parlamento mejore.
El tercer escenario es el de la reforma democrática que debería estar en manos del mismo Parlamento que, dejando de lado su vocación suicida, tendría que abordar los cambios en el sistema político y de elección de representantes atascados desde el año 2001, particularmente la eliminación del voto preferencial, el financiamiento público de las campañas, las elecciones primarias obligatorias, la alternancia de género en las listas de candidatos, la renovación por tercios o por mitades y la reducción de los distritos electorales para hacer más directa la representación.
Es obvio que este Congreso no abordará por sí mismo esta reforma, de modo que la única salida es la gestación de una iniciativa ciudadana que haciendo uso de los mecanismos de participación política que la Constitución reconoce se dirija al pueblo y recabe de él adhesiones firmadas para presentar proyectos de reforma política en el Parlamento. Es cierto que ello tampoco garantiza que el Congreso se reforme; sin embargo, se habrá iniciado un camino de participación y movilización ciudadana que en el mediano plazo logre resolver la crisis de representación y nos devuelva un mejor Parlamento con congresistas más legítimos. En el horizonte esta es la única salida práctica, viable y democrática que por un lado ataje el empeño autoritario que está sembrando un cierre del Congreso en el largo plazo y, al mismo tiempo, permita un horizonte constructivo a la indignación ciudadana.

viernes, 4 de enero de 2013

Partidos, retorno a las regiones

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/partidos-retorno-las-regiones-04-01-2013
La República
La mitadmasuno
4 de enero de 2013
Juan De la Puente
Este año será preelectoral, a pesar de que las candidaturas a las elecciones regionales y municipales recién serán definidas en el primer semestre del 2014. Varios hechos convertirían estos meses en cruciales: el anuncio de la adopción de un mecanismo para concretar el financiamiento público de los partidos, los cambios a la Ley de Partidos y la probable alteración del número de firmas requeridas para la legalización de los grupos políticos. Esta etapa será también escenario de un debate mucho más dinámico sobre el conjunto de la reforma política.
En ese contexto convendría que los partidos nacionales celebren un pacto cuyo propósito sea retornar a las elecciones regionales y locales y no repetir el abandono de esta competencia como en las elecciones del 2006 y 2010. No habrá ninguna esperanza para la reconstrucción del sistema de partidos si junto con las normas que se proponen los partidos nacionales no concretan una firme voluntad de participación, competencia y presencia en el territorio de la República. La primera interrogante de cara a las elecciones regionales y municipales del 2014 es si se frenará la disolución de los partidos fuera de Lima.
El divorcio entre la política nacional y regional/local es creciente. En las elecciones del 2006, los partidos ganaron en 88 (45%) de las 195 provincias, en un proceso en que ya se advertía el avance de los movimientos regionales, los que se hicieron de 74 alcaldías provinciales (38%). En tanto que los movimientos provinciales ganaron 25 alcaldías (8%) y las alianzas electorales 18 (9%). Ese año los partidos nacionales todavía resistían en los distritos, ganando en 839 (51%) de los 1.615 donde hubo elecciones, en tanto que los movimientos locales y provinciales ganaron en 158 (10%), las alianzas electorales en 155 (10%) y los movimientos regionales en 463 (29%).
En las elecciones del 2010, los partidos retrocedieron notablemente, ganaron solo 53 de las 195 provincias, las alianzas electorales en 15, los movimientos locales en 26 y los movimientos regionales más que 100 provincias. Ese mismo año, los partidos solo ganaron en 489 distritos y los movimientos regionales en más de 1.000.
Es también evidente la debilidad de los partidos en los gobiernos regionales. En las elecciones del 2010, el Apra, Somos Perú y Acción Popular ganaron cada uno una región y Alianza para el Progreso 2. Las otras 20 regiones fueron ganadas por los movimientos regionales. No obstante, solo 2 de los presidentes regionales (La Libertad y Lambayeque) se relacionan con su partido nacional.
La necesidad de que los partidos pacten su retorno a las regiones y municipios, no implica una crítica descalificadora de los movimientos regionales. Algunos de ellos, como el de San Martín, para citar un caso, constituyen una vocación de partido regional. La mayoría, sin embargo, resume el mismo vicio caudillista de los partidos nacionales a lo que se suma una falta de visión nacional de la política. En otro ángulo, son élites y son nuevas en el poder regional y local, pero no en la política; sus líderes han pertenecido a partidos nacionales o participado en el proceso político y por tanto cuentan con experiencia previa. También debe repasarse la formación de mayorías. En las elecciones del 2002, solo en 3 regiones los ganadores superaron el tercio de votos. Las elecciones del 2006 y 2010 han ratificado esa tendencia conduciendo a la segunda vuelta regional.
La necesidad de un pacto para retornar el escenario regional y local es parte de la reforma política y va en una dirección distinta al reciente proyecto de ley presentado por el PPC para elevar el número de firmas requerido para los movimientos regionales. En una versión del perro del hortelano electoral, los partidos no pueden impedir la política regionalista si es que no se proponen un ejercicio nacional partidario. Sería riesgoso que la ley fomente un enfrentamiento entre política regional y nacional. En cambio, el camino para un acuerdo de participación está abierto.